Mujica escupe a la cara de Cristina y de los argentinos que no somos ladrones
Tupayo cimaro cipayo. El Pepe Mujica mira y calcula dónde colar el pollo.
Los últimos dichos del presidente uruguayo José Mujica (ver acá y acá) criticando que supuestamente se le hubiera prohibido al infame Julio Cleto Cobos asistir al velorio de Néstor Kirchner en la Casa Rosada y dándole la razón al ex presidente Jorge Batlle a la hora de discurrir que «todos los argentinos, del primero al último» somos «una manga de ladrones» son, qué duda cabe, un escupitajo en el rostro de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de todos los argentinos que no aceptan que se les coloque semejante sambenito.
O bien Mujica es un anciano incontinente, y bien haría en renunciar al cargo, o bien es un viejo vizcacha dispuesto a seducir a quienes en los últimos tres años han «fugado» de la Argentina alrededor de unos 50 mil millones de dólares, así sea al costo de torpedear los procesos de integración de Suramérica.
Si se verifica la enorme aceptación que tuvieron sus dichos entre los lectores apasionadamente gorilas de La Nación (¡compruébenlo!) puede conjeturarse que ha predominado lo segundo, sin perjuicio de que la propensión frondiziana a lamer los zoquetes de sus antiguos enemigos también esté relacionada, como en el caso del difunto ex presidente desarrollista, al inicio de una gagacosis galopante.
No es la primera vez que Mujica ofende al gobierno y al pueblo argentinos. En el apogeo de los festejos del Bicentenario, mientras la Presidenta, el difunto ex presidente e ilustres visitantes como los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa disfrutaban en el palco erigido en la Avenida Nueve de Julio de un hermoso desfile alegórico en medio de un baño de multitudes, el presidente uruguayo alternaba a pocas cuadras de allí con Mauricio Macri y un seleccionado de copetudos en la fugaz reapertura, después de años clausura, del Teatro Colón, hoy nuevamente cerrado.
Excepto que Mujica viva en una cajita de cristal y no se haya enterado qué sucedió en la Plaza de Mayo y en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada durante la despedida al ex presidente Kirchner, lo que dijo acerca de la supuesta prohibición a Cobos de asistir es una canallada.
Cobos, arquetipo del traidor, es unánimente odiado por todos los que participaron en dichas ceremonias, que corearon centenares de veces el reclamo «Andate Cobos, la puta que te parió». Si hubiera intentado ir, el pueblo lo hubiera hecho objeto del más grande repudio que pueda concebirse, por lo que, de haber existido alguna sugerencia de que hiciera mutis por el foro, Cobos debió aferrarse a ella como a un clavo ardiendo, agreciéndola como un cántaro de agua fresca en el desierto.
Las críticas de Mujica a la política económica soberana del gobierno de CFK y el consiguiente torpedeo de la unidad suramericana claman al cielo. Si no lo creen, pregunten en Quito, Brasilia y La Paz.
Quien escribe, que simpatizó con el MLN desde su adolescencia, y fue corresponsal de su órgano de difusión, Mate Amargo, en los años ’80, nunca creyó que se pudiera ser al mismo tiempo tupamaro y cipayo. Ni que detrás de la máscara regordeta de Mujica asomara el rostro picado por las avispas de Carlos Méndez, el innombrable. ¡Pobres orientales! ¡Qué karma! Clamaron durante 40 años por gauchos como Artigas y Sendic y se encontraron un jorgebatllista a la gauche, un Fructuoso Rivera.