NAVARRA 1936 y el cruento inicio de una historia de la cual soy producto
y que, como se verá, tiene plena actualidad.
Ayer recibí desde Navarra de mi primo Iosu Imaz Prim un libro suyo bien gordo que ya desde su titulo, Altsasu 1936, me emocionó. Y es que Altsasu (Alsasua) es el pueblo natal tanto de mi padre Antonio, como el de su padre, mi abuelo, el médico obstetra y político socialista Constantino Salinas Jaca, y el 18 de julio de aquel año infausto, el del «levantamiento» de la ultraderecha reaccionaria encabezado por los generales Emilio Mola y Francisco Franco, comenzó el desparramo de la familia que luego de muchas vicisitudes.
Para que los lectores tengan una noción de lo que fue el golpe de estado en Navarra, el 25 de mayo, el general Mola (entonces «director» del mismo, y por lo tanto superior de Franco) dio la siguiente instrucción a los conjurados:
«Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas».
Mi abuelo se había echado al monte el mismo 18 de julio. Los golpistas propalaron a través de altavoces que a quienes se entregaran se les respetaría la vida. Algunos de los que aceptaron fueron rápidamente fusilados.
Después pasó de todo, con el paso de los años y a excepción de mi abuela Luisa Urtasun –que murió mientras la familia era duramente reprimida– terminaría reuniéndose en Buenos Aires. Donde mi padre conoció a mi madre en el Laurak-Bat, el principal club vasco de la ciudad. Mi madre integraba otra familia –esta vez de Navia, Asturias– arrojada al exilio por el franquismo, pero tenía la ventaja de antes «haber hecho las Américas» precisamente en esta ciudad, La Reina del Plata. Pero esta es otra historia.
Queda claro pues que soy un producto del mencionado desparramo que se produjo tanto en Navarra como en Asturias a partir de aquel infausto 18 de julio. Fecha que volvería a marcarme en 1994, cuando sendos bombazos demolieran parte de la mutual judía de la ciudad, con un saldo de 85 muertos y centenares de heridos, a partir de que esa propia mutual me contratara para investigar dicha matanza.
Paradojas
Mi abuelo decía que no venía ninguna contradicción entre ser alsasuarra, navarro y español, por lo que algunos abertzales clericales lo tachaOan de españolista, a pesar de que cuando estuvo al frente de la Diputación Foral de Navarra abogó incansable pero infructuosamente porque Navarra (Nafarroa) aceptara una autonomía conjunta con las tres provincias vascas del estado español, Guipuzcoa (Guipuzkoa), Vizcaya (Bizkaia) y Álava (Araba). Constantino se sentía profundamente vasco. Solía decir que «Mi madre es guipuzcoana; mi padre, alavés; mi compañera, vizcaína; mis hijos y yo, navarros. Las cuatros provincias se dan la mano en mí”.
Más preocupado en lograr el reagrupamiento de los republicanos españoles exiliados, y en especial de los vascos y navarros, en lo que hace a la política interna de Argentina se plegó al Partido Socialista local, conducido por Alfredo Palacios, primer diputado socialista (por el barrio de La Boca) de América Latina. Palacios se opuso a la emergencia del peronismo (apenas hubo un puñado de socialistas que no lo hicieron) lo que dio inicio a la declinación del partido.
Antes de la guerra, Alsasua, un pueblo que era a la vez un nudo ferroviario y un enclave de aserraderos, era un bastión socialista. La dictadura franquista prácticamente acabó con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que resurgió renovado, pero con una clara ruptura con su historia anterior a partir de 1972 y con mucha claridad luego del congreso de Suresnes (Francia) cuando Felipe González y Alfonso Guerra llegaran a controlarlo. Ambos sevillanos tenían una estrecha relación con los socialdemócratas alemanes liderados por Willy Brandt y, como quedaría claro años después, con los Estados Unidos, sea a través del Departamento de Estado o de la CIA.
Por lo que el Partido Socialista comenzó a declinar en Euskalerría mientras el campo abertzale crecía, al punto de que entre 1977 y 1978 se conformó a partir de «la mesa de Alsasua», Herri Batasuna, rama política de ETA.
Del mismo modo, el grueso de los muchachos que tenían como objetivo una «patria socialista» engrosaron las filas de las organizaciones armadas peronistas que confluyeron en Montoneros o en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y su rama militar, el Ejército Revolucionario del Pueblo. En el primer caso, como allí, de la mano de los llamados «curas del Tercer Mundo», algunos de los cuales murieron en la guerrilla, como el colombiano Camilo Torres.
Allí y aquí hubo procesos entre los cuales se pueden establecer otras analogías, y la mayor de ellas quizá sean y son, los enemigos fachas a los que no enfrentamos. No en vano Javier Milei estuvo en un importante acto de Vox, se abrazó con Abascal y reivindicó el tan sanguinario como fallido intento de golpe de estado del 18 de julio de 1936.
Ya no les doy mas la lata. Estas son las primeras impresiones de mi hermano Víctor. Las mías vendrán después.
Dos orillas, una lucha muy parecida
POR VÍCTOR MARTÍN SALINAS
La lectura de «Altsasu 1936» de Iosu Imaz Prim y Amaia Urkijo Artola me llevó a este pueblo de Navarra de dónde era mi abuelo Constantino Salinas y de mi padre Antonio. Mi abuelo falleció cuando yo era pequeño y en mi familia se transmitieron las historias de la resistencia de esta pequeña localidad que había sido un bastión socialista. Es también significativo leer este libro en este momento dónde en España han logrado detener a la derecha feroz y aquí en Argentina estamos a muy pocos días de una elección crucial, la más importante de nuestra vida, en la que se juega el futuro de nuestra patria y en la que intentaremos también frenar a la derecha más recalcitrante que nos quiere retrotraer, económica y políticamente a la época de la sangrienta dictadura que tuvimos entre 1976 y 1983 y que nos costó miles de muertos, 30.000 desaparecidos, y miles de presos (entre ellos mi hermano Luis) y miles de exiliados (entre ellos mi hermano Juan). Este libro es una obra muy importante para destacar y reforzar la lucha en las dos orillas del océano contra la cruel dictadura franquista y la no menos cruel, pero por suerte mucho más corta dictadura cívico militar iniciada en 1976.