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NIETO RECUPERADO nº 122: Es hijo de mi añorado amigo El Bebe Bustamante, «El Lobo» en Montoneros.

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Enrique Bustamente, al que sus familiares llamaban «Bebe» como a Cooke, fue mi amigo. No conocí más que de vista a «Tita», su última pareja, que estaba embarazada cuando ambos fueron secuestrados y llevados al  «Centro Antisubversivo» de la Policía Federal, más conocido como el «Club Atlético», en la avenida Paseo Colón, en la frontera entre San Telmo y Puerto Madero, justo debajo donde ahora está la autopista. Lo conocí cursando el secundario nocturno en el Colegio Nacional nº 15 «Revolución de Mayo» que es como se llamaba y probablemente siga llamándose de noche el que de día se llama Manuel Belgrano, situado en la calle Ecuador casi Mansilla. Yo había militado en el Movimiento de  Acción Secundario (MAS) el principal afluente de la futura versión II -montonera- de la UES, que había decido territorializarse, y a partir de entonces me habia incorporado a «la reserva» (llamada «grupos intermedios»), los aspirantes a combatientes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Intuyendo ese vínculo, el Bebe vino a verme un día a la salida de mi trabajo como adicionista en la Tarberna Baska de la calle Chile al 900 y me encaró: «Yo quiero estar ahí», me dijo. Y casi enseguida él entró a la colimba, fue destinado al Regimiento I, Patricios, en Palermo, dónde rápidanente se convirtió en un muy buen tirador. Creo recordar que alguna vez fue «chico de tapa» de la revista del regimiento. Me parece ver su rostro con la galera propia de los patricios primigenios, orgullosos  su coleta.

Las FAP estaban paralizadas por sus debates internos. Nosotros habíamos quedado del lado de su sector más ortodoxamente peronista, llamado «los oscuros». Los que proponían la «alternativa independiente de la clase obrera» y de Perón eran llamados «los iluminados» o «XX» porque así habían firmado un documento. Para justificar nuestro rompimiento con la orga, Teodoro Boot (que entonces había pasado a llamarse «Agustin») y yo redactamos en la casa de Keny (Enrique Osvaldo Berroeta) y con su máquina de escribir un escrito que comenzaba así «Entre el humo de los puros y el champagne de Armenonville» y firmamos «Robledo Puch e Ibañez». Y después rosqueamos hasta salirnos con la nuestra: entrar a los Descamisados.

El Bebe Bustamante, que seguía haciendo la colimba, era un activo sin voz ni voto pero lo teníamos muy presente, solía visitarnos en la Unidad Básica «Felipe Vallese» de Campana y Avenida san Martín (Villa Pueyrredón, sobre la frontera con Villa Devoto) y lo incorporamos tan pronto salió de baja.  Para entonces nos habíamos mudado a la UB de México 1405 (y San José, en diagonal a dónde está ahora la sede de la Tupac) en el corazón de Montserrat, Circunscripción 13. Poco tiempo después, el Bebe fue destinado por la orga (la D) a abrir otra UB en la esquina de Perú y Cochabamba, San Telmo, Circunscripción 12.

Enrique no había conocido a su madre. Había sido criado por su padre (que decían que había estado vinculado con la banda del Cacho Otero y subsistía del contrabando y la reparación de relojes y encendedores en un local de una galería de Corrientes a la altura de Once) y tenía familia en la localidad de Martín Coronado, que jamás pisé.

Había vivido desde su nacimiento (o desde muy pequeño) en un departamento situado en una planta baja de la venida Corrientes casi Riobamba donde también funcionaba una asociación de quechuas y/o otros originarios. Era morocho, delgado, con una nariz afilada y una voz cavernosa, radiofónica, al estilo de Oscar Casco o Narciso Ibañez Menta. Lo que hacía que tuviera bastante éxito con las compañeras. A pesar de ser tan porteño como el obelisco, gustaba muchas veces hacerse pasar por provinciano para despistar.

Compartimos muchas cosas, incluso alguna novia con la que él salió después y tengo para mi que la hizo más feliz… hasta que  rompieron en malos términos cuando ella se fue con la «Lealtad» (los Montoneros que no se enfrentaron a Perón) y ambos disputaron con acritud sobre quien se quedaba con el local en una tumultuosa asamblea.

En la militancia, Enrique tenía el apodo de «Lobo» que no tardó mucho en borrar el «Bebe» originario.

No le caía en gracia a su responsable, Nita, por lo que no la pasó bien… hasta el golpe militar. Para entonces, hacía meses que no nos veíamos, ya que yo había roto mis últimos vínculos con Montoneros a causa del desgraciado asalto al cuartel de Formosa. El Lobo era muy duro, muy militar, e incluso me apretó de palabra en la calle. Estaba dolido, ofendido con mi salida.

Luego del golpe, El Lobo ascendió vertiginosamente. Y es que era un cuadro militar, muy competente. Y valiente hasta la temeridad.

Se cantaron sus hazañas y también se dijeron cosas malas desde que lo chuparon.

Hay quienes creen que sigue vivo. Yo no.

Me encantaría volver a verlo, en este mundo o en cualquier otro.

Ahora acaba de aparecer su hijo, ya cuarentón y con hijos. Casi, casi, podría ser su padre.

¡Qué fuerte! Ire al acto de anuncio que organicen Estela y las demás abuelas.

Los dejo con lo publicado por Diario Registrado. Que, parece, lo tomó de Página 12.

Nació en la ex Esma

El hijo de Iris Nélida García Soler, nacido en la ex Escuela de Mecánica de la Armada durante la última dictadura militar, separado de su madre y apropiado, ayer recuperó su identidad y se convirtió en el nieto 122 de la historia de búsqueda y lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y los familiares de desaparecidos.

El joven es hijo de García Soler, una joven mendocina, y Enrique Bustamante. Según informa Abuelas de Plaza de Mayo en su registro de nietos buscados, Soler y Bustamante eran militantes de Montoneros y fueron secuestrados por personal de la Policía Federal en enero de 1977 en la pensión en la que vivían, en la ciudad de Buenos Aires. Ella estaba embarazada de tres meses. Fueron vistos en el centro clandestino de detención Club Atlético, que funcionó en el cruce de Paseo Colón y San Juan. A Iris su familia la llamaba “Tita” o “Pajarita”, pero durante su cautiverio su apodo cambió. Sus compañeros de encierro comenzaron a llamarla “la lobita” por su vínculo con Enrique, a quien en la militancia se lo conocía como el “Lobo”.

En julio de 1977 el embarazo de Iris llegó a término y entonces fue llevada a la Esma. Dio a luz a un varón que de inmediato se transformó en uno de los 400 niños y niñas apropiados durante en dictadura y buscados por Abuelas de Plaza de Mayo hasta. La madre, al igual que Enrique, permanece desaparecidos.

Ese hijo tiene hoy 40 años, dos hijos propios y no vive en la ciudad de Buenos Aires. Por el momento, está en proceso de recuperar su identidad y el contacto con su familia biológica, algunos de cuyos miembros supieron ayer de la noticia y la celebraron. “Quiero compartir esta emoción e indescriptible alegría que acabo de vivir al conocer la noticia que ha sido encontrado mi sobrino apropiado”, escribió Alicia, prima hermana de Iris. “Imaginarán la enorme felicidad de toda la familia al saber que pronto este joven de 40 años, padre de dos hijos, que vive en el interior, podrá conocer a su familia biológica después de una larga espera y quizás una eterna búsqueda”, continuó.

 


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