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OPINIÓN-JUECES: Lijo es un canalla. Como Galeano, Nisman y, sí, también Oyarbide. Los motivos.

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Marble face. Más que para el bronce, Lijo está para el marmol: Tiene unos morros que se los pisa.

El juez Ariel Lijo desprocesó a Carlos Vladimiro Corach, que no estará en el banquillo de los acusados en el próximo juicio a quienes desviaron las investigaciones sobre la autoría del atentado a la mutual judía AMIA, es decir, a quienes beneficiaron a los asesinos. El juez Lijo desprocesó a Corach, quien, por orden del Carlos Menem, fue el cerebro del encubrimiento, quien primero entendió que la manera de garantizar que el atentado no se esclareciera (lo que implicaría que se viera con claridad que su motivación fue una multimillonaria mexicaneada en el lavado del tráfico de cocaína, como expliqué en mi libro Narcos, banqueros y criminales) era acusar a falsos culpables. Corach entendió que si en el atentado estaban implicados como instigadores sirios vinculados a Monzer al Kassar, al presidente Menem y sobre todo a su familia política, había que aceptar las indicaciones del Mossad y la CIA y ocultarlo, acusando en su lugar a Irán. Y que si en la ejecución y encubrimiento material del ataque estaban involucrados hasta las cejas altos oficiales de la Policía Federal, había que aceptar la recomendación del Shin Beth y el FBI y taparlo, echándole la culpa a la Bonaerense. Corach entendió que si había un cuchilo en el cual el mango eran los instigadores sirios y sirio-argentinos, y la hoja, federicos, siendo el único preso Carlos Telleldín, el remache, se debía cambiar el mango, poniendo a Irán en lugar de los mafiosos sirios y sirioargentinos, y la hoja, poniendo a los «patas negras» en el lugar de los hasta entonces «azules» (porque después del atentado, y en lo que interpreto fue un acto tácito de reconocimiento de culpas, los uniformes viraron al negro). Como quedó Telleldín, el remache, pudo seguir haciéndose como que se trataba del mismo cuchillo… gracias a la complicidad de Clarín y La Nación…y de varios periodistas de los diarios hoy proficialistas, pero eso es otro cantar.

Sin Corach, el próximo juicio será una total abstracción. Canicoba Corral acusa a Telleldín de haber entregado la supuesta camioneta-bomba sabiendo perfectamente a quien se la entregaba y para que iba a ser usada pero hete aqui que tal como hemos escrito en variados libros investigadores de muy diferentes ópticas como quien escribe y el tándem Lanata-Levinas, y se ha demostrado en varios documentales, no hubo camioneta-bomba sino camioneta-señuelo, poniéndose la principal de las bombas de las dos que estallaron (al igual que había sucedido antes con la que demolió la Embajada de Israel) dentro del edificio aprovechándose que éste estaba en refacciones y la entrada de materiales (cal, cemento) era diaria, si el proxeneta y «duplicador» de vehículos Telleldín supo o no supo a quien le entregaba el vehículo y para qué (yo creo que si sabía, pero es evidentísimo que no sabía para qué) es algo que será nuevamente incomprobable… y el mero hecho de debatirlo constituye seguir desviando las investigaciones hacia una via muerta… de la que sólo quizá pudiera salirse si se constituye la comisión de juristas notables que prevé el atacado memorando de entendimiento argentino-iraní con el objetivo de destrabar las investigaciones. Que es tan atacado, precisamente, porque de constituirse dicha comisión, llegará ineluctablemente a la misma conclusión a que han llegado Lanata, Goldman, Levinas, De Nápoli, Petrosino, Abudara Bini, Labaké, Paolella y hasta el payaso Sanz, sin contar a quien escribe, que trabajó más de tres años como investigador para la propia AMIA y escribió innúmeros artículos sobre el tema, muchos de ellas en el periódico Nueva Sión: que la Trafic-bomba fue, es, una cortina de humo.

Lijo, además de ser un canalla, un sinvergüenza, acaba de hacer tábula rasa con la legislación antirracista y antinanzi al legalizar el partido neonazi Bandera Vecinal del führer criollo Alejandro Biondini, como puede verse aquí.

Alguién me podrá decir que Oyarbide no es mejor. Puede ser. ¡Cuanta razón tenía Béliz y quienes sostenían que había que poner a «los jueces de la servilleta» (de Corach) o, mejor, a todos los jueces federales, en comisión! Para poder eyectarlos a la primera truhanada, porque con alguna excepción (pienso en la jueza «burubundía»), lejos de redimirse, los señalados profundizaron su carácter tartufesco, ya sea a favor o en contra del poder político (en general en contra de éste y a favor del poder económico).

Para ser claros: Si tuviera que dejar a un hijo mio de corta edad en manos de ellos o de La Garza Sosa o Luis Valor, no lo pensaría un segundo y se lo dejaría a quienes fueron asaltantes a mano armada, a quienes considero comparativamente mucho más honrados.

(Si piensan que esta nota es tremenda, lean la anterior, que lo es más… hasta el punto de ser  cómica)  


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