Orlando Barone y su descubrimiento de la maldad de la SIP
Orlando Barone, ayer, rompió el egocentrónomo. Barone parece creer que todo comenzó cuando él, ya de viejo, vió la luz, porque ayer en 678 llegó al extremo de decir que -luego de pasar décadas trabajando en los grandes diarios sin decir esta boca es mía cuando la SIP se arrogaba hablar en nombre de «el periodismo»- fue gracias a Kirchner y el kirchnerismo que las cosas comenzaron a ser de otro modo.
Nora Veiras intentó enmendarle la plana, y le recordó que el combate entre los periodistas y sus patronales, nucleadas en la SIP data de antiguo, pero Barone hizo clinch, levantó la voz y le impidó continuar.
Ya cuando comencé a militar en política, allá por 1968, cuando tenía 14 años, la Sociedad Interamericana de Prensa era la «bestia negra» del grupo de pibes que al año siguiente conformamos el pequeño grupo al que llamamos Acción Revolucionaria Estudiantil Nacional (a pesar de que apenas si transgredíamos los límites de Montserrat y San Telmo, ya que casi todos éramos alumnos del Nacional Buenos Aires o del Pueyrredón). Lástima no haber conservado algún ejemplar mecanografiado de nuestro boletín «La Voz del Chanta», «adherido a la SIP y al PIS» y que mis compañeros en aquella redacción (Guillermo Pagés Larraya, Carlos Ocampo, Enrique Berroeta, mi hermano Luis) no puedan salir de testigos por motivos de fuerza mayor (¿Qué habrá sido de Mike Masnatta?).
Roberto Bardini pareciera haberse anticipado y contestarle a Barone a la hora de haber redactado una buena nota titulada con propiedad SIP: Nada nuevo bajo el sol.
En cuanto al descubrimiento de Barone de la maldad y falsía de la SIP. nunca es tarde cuando la dicha es buena.
Ojalá Barone tenga una buena digestión, porque si llega a tener retortijones alarmará a todo el mundo anunciando un terremoto, tal como solía hacer Jesús Iglesias Rouco.
Y ya basta, que no lo queremos hacer enojar: A ver si nos expulsa del movimiento.