Paridas. El triunfo como trampa o la cosificación de la huidiza línea del horizonte

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Si querés triunfar, no tenés que hacer las cosas bien. Tenés que hacerlas como hay que hacerlas para cumplir ese objetivo: es una guerra tuya contra un mundo infestado de seres que te quieren primerear y pisarte los dedos.

Hay un sentimiento religioso primigenio que alumbra esenios. Acabo de escuchar a uno de ellos, el entrenador de Las Leonas, del que ni conozco el nombre. No obstante, refulge su preocupación ética. El hombre está perceptiblemente preocupado por su responsabilidad de cara al futuro de la especie. De una especie que admira. ¿Quién puede decir que no es un experto en bellas, atléticas muchachas? También es un  fanático de la justicia social. Acaso la única causa que acepte fanatismo. No se trata de comerse a los canibales, pero si de acabar con los  fanáticos homicidas.

Acaso tengamos razón quienes creemos que el éxito es una trampa, como lo creen también personas que tuvieron inequívoco éxito en sus oficios. Como lo creía Spinetta, como lo creen el Indio Solari y algunos otros integrantes de la banda Patricio Rey y los redonditos de riocota.

¿Es triunfar ganar fama y poder traicionándose? ¿Es bueno encomiar el nucleo saurio y depredador de nuestro cerebro? ¿Ya no importa satisfacer al mas elemental sentido de la justicia? ¿Qué fue de nuestros héroes? ¿Que de Lennon, de Luis, de Chico, Elis, Milton y Caetano? ¿Qué de Sachtmo, de Janis, de Neil Young? ¿Qué de Atahualpa, de Leda, de Castilla, Leguizamón y Petrocelli? ¿Qué de Lionel Rivero, de Zitarrosa, del Larralde que opinaba cantando en lugar de cantar opinando? ¿De Piazolla ,de Keith Jarret y Jan Garbarek? ¿Del Camarón, Sisa, el Gato Pérez, Lole y Manuel y Kiko Veneno? ¿De Tremal Naik, Sandokan, Philip Marlowe, Lew Archer? ¿Qué de Nippur y El Corto Maltés?

Quizá no seamos tan buenos, pero nos preocupamos por la especie. Y combatimos la coprofagia, el canibalismo, el incesto, la guerra, la propiedad privada de la tierra, su contaminación, la guerra.

Queremos salvar nuestras almas y no tenemos dios para rezarle. Hay que hacerse cargo.

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Que la palabra «perdedor» esté tan presente, en castellano como en inglés, en las expresiones de los adolescentes de todas las clases, es un claro triunfo del consumismo individualista. Yo, de joven, quería morir heroicamente y dejar un cadaver bello… o siquiera no abominable. ¿Pero ganar siempre? ¡Qué aburrimiento! Navegar es necesario, vivir…

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Miro, como puedo (la pantalla está a seis metros, y a ambos costados y a menos de dos metros de mi punto intransferible de observación mi mujer conversa con un amigo) la entrevista de Viggo Mortensen por el ministro Jorge Coscia.  Las conversaciones se mezclan. De a ratos a Gaby y a  Pedro les interesaba la entrevista o pasaba un ángel. Con Viggo compartimos el nada cartesiano amor a San Lorenzo. Parece un hombre atento, sensible y recto . No sé si con eso alcanza, pero sin eso… estamos como estamos.Ojalá sea un contrapeso, un antídoto para la grasa de los capitales de Tinelli. Quien te dice,  el hombre providencial. Que consiga que Carrefour nos devuelva Avenida La Plata sin tener que volvernos guerrilleros como los surlibaneses de Jizbolá ante la invasión israelí de 1982.

Pero aún si no es ningún hombre providencial, queda su amor puro, diáfano por eso mismo, inefable, que amamos los hinchas del Ciclón tricolor, republicano. Para mi, la poesía fueron las combas increibles del Bambino y los pases exactos del Coco Rossi y de Rendo. Supongo que para él lo será el San Lorenzo de 1974 y aquellos golpes rompe-redes de Scotta. Yo, entonces, había sido abducido por la política y hhacía la colimba en La Tablada, penando porque Claudia no me pasaba bola. Así que casi no pude ir a la cancha, nada que ver con el 72 cuando fuimos bicampeones. E invictos.

Me imagino a Viggo y al Cuervo Larroque al frente del club después de haber ganado las elecciones con La Soriano… Y acto seguido, acaso porque vuelve Peter Capusotto, el desembarco del kirchnerismo azulgrana primero, para disimular, en Dinamarca, y después enseguida en los Estados Unidos. Pero el sueño deriva pesadilla cuando pienso en una versión texana del Pejota… y me sale una Triple A de rubios con sombreros Stetson. Vade retro satán.

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