PARO DOCENTE (2) Aclaraciones y reafirmaciones: los docentes son los villanos de la película.

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Un post del autor, PARO DOCENTE. Por la educación pública, contra el paro provocó gran polémica y muchos y encendidos comentarios. Boot  vuelve a la carga con algunas aclaraciones y  la reafirmación de lo central: que nadie ha hecho tanto en la última década en perjuicio de la educación pública como los propios docentes.

Hay un golpe blando en ejecución. Hoy, en la marcha, me encontré con Alejandro Ulloa que muy atinadamente me recordó que las paritarias, en rigor, comenzaron este año con los aumentos arrancados por las policías provinciales, encabezadas por la de Córdoba, soliviantadas por la apreciable merma de sus estipendios, a consecuencia del cierre de  la espita de dinero sucios proveniente del narcotráfico, luego de que Juan Viarnes, alías «El Francés» dejara claro, blanco sobre negro, que el gobernador José Manuel de la Sota, está involucrado hasta el narcotráfico hasta las cejas (sí, eso que tiene ahí y en el quincho no es caspa sino polvo de estrellas), motivo por el cual el gobernador cedió al chantaje y concedió aumentos de 35 % que no tenía como pagar. Golpe blando que estuvo precedido por los levantamientos de la Gendarmería y la Prefectura. Y que aquello está ligado con esto.

Me pueden decir paranoico, pero ¿Por qué matar a una piba por la espalda para robarle el celular? ¿Están conscientes de en Caracas hubo mercenarios disparando a la multitud? ¿No ven que en Kiev hubo mercenarios que mataron cuando menos a veinteb personas de ambos bandos  disparante a granel a diestra y siniestra? ¿Es tan difícil de ver?

Lo que no se hace
Teodoro Boot
Tengo para mí que no corresponde que el autor de una nota (o un post, como en este caso, y luego veremos por qué) responda a las críticas recibidas, pues se corre el riesgo de extender inútilmente una polémica, en gran parte porque en casos como este no se discute lo que se discute y, en gran medida, porque muchos lectores suelen comentar algún aspecto parcial de una nota como si se tratara del punto central. O peor: hay gente que entiende únicamente lo que quiere entender.

Antes de proseguir y sin desdecirme de lo dicho en la cuestionada nota, hay algunas correcciones que merecen ser hechas, así como el post debería haber podido leerse dentro de un contexto: no se trató de un artículo periodístico sino de un comentario a una serie de dilemas que se planteaba el equipo responsable del blog Artepolítica, republicado por Pájaro Rojo, de lo que no me quejo, aclarémoslo. Sólo así podría entenderse, por ejemplo, la alusión final a Scioli, que no viene a cuenta de nada de lo previamente dicho.

Y puesto que en aclaraciones estamos, entiendo que el ladrón crea que todos son de su condición, pero ocurre que el señor Boot ignora a quién vota su empleada doméstica y ni siquiera se lo podría preguntar, simplemente porque el señor Boot no tiene empleada doméstica.

Otra aclaración necesaria se relaciona con una cuenta, sacada mentalmente y al sólo modo de ejemplo: en efecto, existe muy poca gente que gane 400 pesos por día (y el señor Boot decididamente no se cuenta entre ellos), pero la corrección redunda en favor de una de las “tesis” del post, ya que un trabajador, en mayor medida si es informal, debe invertir mucho más que un día de trabajo para pagar el colegio parroquial. Y son numerosísimos los que lo hacen, y no por esnobismo, ni solamente por interés en la educación de sus vástagos: De no enviar a sus hijos a la escuela parroquial, numerosas mujeres, de los sectores más humildes, no podrían trabajar y en consecuencia, no cobrarían nada, a diferencia de los trabajadores formales que, dependiendo del convenio, cuentan con días de licencia, sin menoscabo de su sueldo, por razones particulares. Esto no ocurre con los cuentapropistas y la variada gama de trabajadores informales.

El señor Boot –que alguna vez fue activista sindical de un gremio estatal– también sabe que los fueros especiales de que gozan empleados públicos en general y los docentes en particular protegen al trabajador de las persecuciones políticas. Otro tanto sucede con los periodistas, amparados por el estatuto del periodista que fija muy sustanciosas indemnizaciones para casos de despido. Sin embargo, ningún periodista tiene un puesto de trabajo de por vida, que conserva independientemente de que cumpla o no cumpla con su labor, lo haga bien o en forma deficiente, y se capacite o muestre la mayor de las desidias. Y cualquiera que haya trabajado en una empresa pública o sea docente, sabe perfectamente cómo esos fueros especiales finalmente protegen los peores abusos y amparan la pereza de numerosísimos empleados, por no mencionar los hurtos organizados, hasta tal punto que el “estilo” general, el espíritu reinante, termina desanimando y contagiando a los nuevos empleados. Y, dicho sea de paso, sobre esto tienen una grave responsabilidad los sindicatos, que confunden la defensa de los derechos del trabajador con la defensa de cualquier disparate que haga un trabajador. Esta falta de perspectiva, termina perjudicando al sindicato y en consecuencia resiente los derechos del trabajador.

Otra aclaración pertinente es que el post no fue escrito desde un punto de vista político, ni gremial, ni mucho menos pretendió analizar el conflicto de marras. El punto de vista del post es el de los padres que envían a sus hijos a la escuela estatal y que tienen, tal vez únicamente ellos, verdadero interés por defender y proteger a la educación pública. No existe ese mismo interés en funcionarios, gremialistas y docentes, en general, claro, ya que siempre hay excepciones.

El punto de vista del autor está exacerbado por el hecho de que detesta la idea de que sus hijos reciban una educación religiosa y, por el contrario, considera que la educación debe ser únicamente pública y laica, reservando la enseñanza religiosa para quien quiera recibirla, pero fuera del horario escolar y en instituciones diferentes a la escuela. Este factor, que podría considerarse un capricho, disminuye las opciones de quienes tampoco disponen de dinero suficiente para enviar a sus hijos a una escuela privada, en su mayor parte exclusivistas, y laica, por lo general mucho más caras que las parroquiales.

En ese sentido podría decirse que la “tesis” central del post es que en los últimos diez años, tal vez con la excepción del señor Bullrich, nadie ha atentado más contra la educación pública que aquellos que dicen defenderla: los gremios docentes y por extensión, los propios docentes.

Aclarando que siempre hay excepciones, debería convenirse en que la dedicación del docente medio es, por decirlo suave, insuficiente. Pero la principal responsabilidad le cabe a los funcionarios y sindicalistas. Los primeros, en el mejor de los casos, por no saber encontrar el modo de mejorar los salarios docentes, y los sindicalistas por la irreductibilidad y el método de lucha elegido. El resultado: pronto los chicos de las escuelas públicas bonaerenses llevarán 15 días sin clases y sin escuela.

No pretendo saber si el 30.9 para el inicial (y el 26 o 21, según quien haga las cuentas, para el resto) es suficiente o insuficiente para acordar una paritaria, pero nadie podrá negar que sí es suficiente para interrumpir el paro, prosiguiendo la negociación. La irreductibilidad sindical revela que el conflicto no es el que se proclama. Por no mencionar lo absurdo que resulta destruir la educación pública para defender la educación pública.

Respecto a los funcionarios del Estado, no puede negarse que no estamos en tiempos de instalación de la Carpa blanca (de la que los docentes parecen haberse olvidado) ni el sistema está colapsado ni las provincias quebradas como lo estaban hacia finales del gobierno de De la Rúa y durante la administración de Duhalde: se han elevado los salarios en forma muy considerable, se construyeron más de mil escuelas (muchas de ellas en la provincia de Buenos Aires) y se ha incrementado sustancialmente el presupuesto educativo. Cuando todas estas condiciones se han dado y la educación pública no mejoró ni un centímetro ¿de quién es la responsabilidad?

Por otra parte, ya hace mucho que los gremios docentes deberían haber desarrollado otras formas de lucha, pues hay casos en que el propósito de un gobierno puede ser el de destruir el sistema de enseñanza pública. Esto ocurre en la ciudad de Buenos Aires, donde se reduce el presupuesto para la educación pública al tiempo que se incrementan los subsidios a los privados. Probablemente no sea el caso de la provincia de Buenos Aires, pero si lo fuera, el estilo y el método de lucha elegido por los sindicatos docentes sería perfectamente funcional a esa supuesta estrategia.

Entonces, reiteramos nuestra “tesis”: en la última década nadie ha hecho más contra la educación pública que los gremios docentes y los propios maestros estatales.


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