Bienvenidos a la guerra civil de baja intensidad, dónde la confrontación no se da entre dos ejércitos regulares con control territorial, sino en un único territorio ampliado a las esferas mediáticas y virtuales, dónde operaran los drones y las tecnologías biométricas de reconocimiento facial, las detenciones preventivas, los asesinatos selectivos, la invisibilización de los hechos y el placebo anestesiante de un circo generalizado desde youtube y la televisión HD, geolocalizando combatientes y opositores desde los smartphones y sobre todo mediante la utilización de los algoritmos de las redes sociales imperialistas, capaces de predecir si un potencial líder responderá o no a sus impulsos basado en el análisis de sus comportamientos en línea, con la misma precisión que un científico sabe más de la hormiga que la hormiga misma.
Todo lo anterior podrá parecer apocalíptico o rayano en la ciencia ficción, sin embargo la guerra civil de baja intensidad ya se ha iniciado en la Argentina. Antes de fundamentar esta hipótesis es necesario acordar en algunos aspectos centrales para entender sus causas y objetivos.
Plutocracia y neoliberalismo
El gobierno de la Corporación Cambiemos no es de corte neoliberal. Es, lisa y llanamente, una plutocracia, es decir el gobierno absolutista de una minoría rica. La plutocracia es el gobierno de los ricos.
El neoliberalismo fue la ideología dominante en los noventa en toda América Latina y aún hoy en Europa, aunque feneciendo ya como concepto, para dar paso al antedicho gobierno de los ricos. El neoliberalismo reduce los estados a su mínima expresión a través de diversos mecanismos como lo son la sumisión a deudas monumentales que se contraen sin sentido o necesidad y desde allí a los organismos multilaterales, el FMI o el Banco Mundial, la privatización de los servicios públicos y los ajustes del gasto social. Las políticas neoliberales son ejecutadas por políticos, en el peor de los casos tecnócratas, pero su gestión va de la mano de la política.
Las plutocracias como la de la Corporación Cambiemos no necesitan casi de políticos porque no hay nada que acordar ni negociar con nadie cuando se tiene la suma del poder económico, tecnológico y mediático.
Las plutocracias gobiernan como monarquías absolutas con total desprecio de los parlamentos, cuando es que ellos existen se reducen a meras escribanías, su paradigma máximo es Arabia Saudita, país cuyas aberraciones y atropellos a la dignidad humana son invisibles para los Estados Unidos y los civilizados socios occidentales.
Para un gobierno plutocrático, tampoco son indispensables las privatizaciones, la estrategia consiste más bien en tomar al estado por asalto, controlándolo en beneficio propio de manera directa, haciéndolo una extensión sometida a los negocios e intereses privados. ¿Para qué comprar una petrolera estatal si puedo hacerme de ella y sus recursos administrándola?
Es de este modo como los ejecutivos de la Corporación que manejan la energía son directores del sector petrolero privado, los que manejan la agricultura son los gerentes de las productoras mundiales de agrotóxicos y transgénicos, los que manejan la cultura del sector editorial y así en cada caso.
El avance tecnológico global y la obscena acumulación de los recursos en escasísimas manos hace que las minorías de privilegio ya no necesiten ejércitos de trabajadores como en la era industrial, sino una elite súper especializada que les provea sus servicios esenciales, salud, educación y entretenimiento. Sobran tal vez cinco mil millones de habitantes en la tierra en el mediano plazo.
¿Cuántos habitantes sobran (¿sobramos?) en la Argentina para satisfacer las a lo sumo mil familias de la plutocracia vernácula?
El proceso de excluir a las mayorías se viene resolviendo en gran parte del mundo de la mano de guerras asimétricas. No es sencillo encontrar desde hace al menos veinte años, guerras en el mundo que se desarrollen entre fuerzas de proporciones similares, la guerra entre Irán e Irak o las Malvinas, si puede hablarse de simetría, han sido las últimas.
La tercera guerra mundial en curso desde hace años es una constelación de conflictos asimétricos y de relativa baja intensidad aunque su saldo sean miles y miles de muertos, heridos y desplazados.
Esta tercera guerra mundial tiene dos actores principales, el capital globalizado y sus adláteres por un lado, y los estados nacionales y los pueblos por el otro.
Asistimos a bombardeos estratégicos, bombas racimo, operaciones militares de precisión quirúrgica, ciberataques, asesinatos selectivos, con la única respuesta de operaciones terroristas aisladas, la más de las veces de falsa bandera, es decir ejecutadas por aquellos mismos que vendrán a castigarlas luego.
América Latina. La guerra y la paz
América Latina ha sobrevivido al neoliberalismo aun pagando consecuencias nefastas y ha sabido desarrollar movimientos populares y expresiones políticas que le dan batalla a los planes de la elite criptofinanciera globalizada. Argentina es hoy, una vez más es un laboratorio para el mundo.
Argentina quebró en 2001 el orden neoliberal imperante y abrió paso a una década larga de conquistas igualitarias y progreso social. Todo esto viene a desarticular la Corporación Cambiemos.
América Latina, bajo los gobiernos progresistas de Chávez, Kirchner, Evo, Correa, Lula, vivió una década de paz y crecimiento inédito, avanzando en una integración que representó una amenaza para los planes de las inmensas minorías del capital globalizado concentrado. La Patria Grande es un ideal libertario, de soberanía política, pero sobre todo de inclusión y soberanía popular.
En Argentina se expresó la más violenta represión a través de la dictadura cívico-militar que asoló al país desde 1976 hasta la Guerra de Malvinas momento en que el imperio comprendió que tiranzuelos folclóricos y sanguinarios eran obstáculo para sus planes de imposición neoliberal, para lo cual necesitaban generar consensos sociales más amplios, recurriendo a la manipulación mediática. En ese contexto nacen las democracias tuteladas de los ochenta, en que las mejores o peores intenciones de sus líderes encontraban límites objetivos en el poder económico. Se “democratizó” la política, no así la economía.
Estos gobiernos cayeron uno a uno dando paso a la oleada neoliberal.
El neoliberalismo fue parcialmente derrotado en Venezuela, Brasil y Argentina y su punto más alto fue el NO al ALCA en Mar del Plata. La histórica lucha permanente y en paz, dentro del derecho de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y los organismos defensores de los derechos humanos, han sido ejemplo para el mundo de cómo un pueblo a través de sus mejores mujeres y hombres puede obtener justicia y castigo a los genocidas.
Hoy Argentina puede ser nuevamente la vanguardia en la lucha contra la plutocracia global.
VOLVEMOS A LA REALIDAD, ,
Estimado Juan: Después de leer atentamente tu nota, me surgen estos pensamientos.
1.- La brújula que guía mis análisis políticos se orienta -al menos inicialmente- por un patrón binario que distingue entre quien acumula y a quien se le saca con cada política. En ese sentido, el patrimonio de los liberales elegidos por gran parte de este pueblo para que nos conduzca, no me dice mucho, y por eso prefiero la categoría «oligarquía» a la de «Plutocracia». Esta elección no es cuestión de gustos, sino precisamente, de política. De hecho uno se ha fumado sin chistar a una variopinta fauna de personajes ricos dentro del Gobierno Popular, por el simple hecho de que adherían a las políticas correctas.
2.- Por ejemplo, cuando se estatizan los servicios esenciales y las áreas estratégicas; cuando se promueve la legitimidad de que el Estado intervenga en las relaciones entre particulares o cuando se impulsa la ampliación de derechos, acumulan las mayorías populares, y cuando se hace lo contrario, acumula el enemigo, sea cual sea el patrimonio de quienes adhieren a estas políticas, las militan y levantan la manito donde hay que levantarla.
3.- Creo que para entender al Peronismo y, mas que el Peronismo, lo que esta pasando, uno esta obligado a realizar esta disquisición. En caso contrario se corre el riesgo de despolitizarlo, de vaciarlo de lo mejor que tiene como expresión del Movimiento Nacional y Popular, ya que, poner el acento en las cuentas y el patrimonio de estos cosos, los libera de la responsabilidad de servir a quien sirven y alentar con fervor los intereses que representan, en fin, los libera de su unitarismo cipayo, de su tradicional sociedad con las fuerzas armadas golpistas y con todos los imperialismos dominantes (Ingles, norteamericano…), los liberamos de esa gula histórica por «…abonar la tierra con sangre de criollos» y tantos intentos de hacer que seamos lo que no somos. De modo que prefiero llamar a los oligarcas y a las políticas que impulsan por su nombre.
4.- Finalmente, y con respecto a una guerra de baja intensidad que se estaría librando a escala global, creo que tratar de encerrar un tema complejo en un único concepto, podría invisibilizar algunas cosas novedosas que vienen ocurriendo, como por ejemplo, que todos los países árabes atacados por el imperio y sus socios en los últimos años, son precisamente Estados laicos y en alguna medida, adherentes a la idea de un nacionalismo revolucionario. (Libia, Túnez, Egipto, Siria, Irak, Argelia….).
Creo que se trata de un asunto espinoso que da para otra charla más larga, sobre todo porque es un argumento muy usado por la derecha más recalcitrante de los 70 y 80, y un título sobre el que estos mugrientos han escrito kilómetros de líneas, prestándose a interpretaciones confusas.
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