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PROFECÍAS: La ilusión del inminente colapso de China

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El doctor Gabriel Esteban Merino hace un prolijo racconto de las muchas veces que en las últimas tres décadas y media distintos especialistas anunciaron el fin del «milagro chino» y la dificultad de los frustrados profetas de poder asimilar la centralidad del antiguo imperio en el mundo multipolar del siglo XXI. Y lo hace con un sutil toque final de humor.*

 

-¿Por qué en Occidente se anuncia una y otra vez un derrumbe económico que nunca sucede?

-En 2023 China creció 5,2%. Un número muy importante en tiempos de ralentización global del crecimiento, especialmente teniendo presente que se trata de la segunda economía mundial en términos nominales y de la primera si medimos por poder adquisitivo. Por el tamaño de China, ese número implica una expansión anual equivalente a toda la economía de los Países Bajos.

En contraposición, se estima que las economías del Norte Global crecieron apenas 1,5% en 2023. Se calcula que EE.UU. creció (2,5%) y que el resto están prácticamente estancadas, una tendencia estructural desde la crisis de 2008, que se agudizó con la pandemia de Covid-19 y, en el caso de Europa, con la escalada del conflicto en Ucrania y la “desindustrialización” de Alemania, que dependía del gas barato de Rusia.

Claro que el crecimiento de los Estados Unidos tiene una gran ayuda a partir del enorme anabólico financiero estatal, que sostiene un enorme déficit fiscal (6,3% del PIB en 2023), un gran déficit en la balanza comercial y un endeudamiento público que representa más del 120% del PIB.

Para 2024 se proyecta un crecimiento similar del gigante asiático, tanto por parte de las autoridades gubernamentales como por organismos financieros multilaterales. Sin embargo, y frente a este contraste tan evidente, se pueden encontrar ríos de tinta en los últimos meses acerca de la “crisis de la economía China”, sobre su posible “colapso” y, por supuesto, el clásico argumento sobre la insostenibilidad de su modelo y el inevitable “aterrizaje forzoso”, etc.

Pero esto no tiene nada de novedoso. Un resumen excelente de la cuenta de la red social X @GodfreeTrh (que traduje al español), nos muestra los títulos de algunas de las principales publicaciones de los grandes medios y otras usinas pertenecientes al Occidente geopolítico en los últimos 33 años en donde se anuncia la inminente caída, el colapso o el aterrizaje forzoso de China, en el mismo período en que se su economía se multiplicó 17 veces a precios constantes o 45 veces en dólares actuales según cifras del Banco Mundial, algo completamente extraordinario e impresionante en términos históricos.

Aquí reproducimos el incómodo listado, en el que se destaca la prestigiosa revista The Economist:

1990. La economía de China se detiene. The Economist 

1996. La economía de China afrontará un aterrizaje forzoso. The Economist

1998. El peligroso período de lento crecimiento de la economía china. The Economist

1999. Probabilidad de un aterrizaje forzoso de la economía china. Banco de Canadá

2000. El movimiento de la moneda china clava el ataúd del riesgo de aterrizaje forzoso. Chicago Tribune

2001. Un aterrizaje forzoso en China. Wilbanks, Smith y Thomas

2002. China busca un aterrizaje económico suave. Universidad de Westchester

2003. La crisis bancaria pone en peligro a China. New York Times

2004. ¿El gran colapso de China? The Economist

2005. El riesgo de un aterrizaje forzoso en China. Nouriel Roubini

2006. ¿Puede China lograr un aterrizaje suave? Economia internacional

2007. ¿Puede China evitar un aterrizaje forzoso? The Times

2008. ¿Aterrizaje duro en China? Forbes

2009. El aterrizaje forzoso de China. China debe encontrar una manera de recuperarse. Fortune

2010: Se avecina un aterrizaje forzoso en China. Nouriel Roubini

2011: El aterrizaje forzoso de China está más cerca de lo que se cree. Business Insider

2012: Noticias económicas de China: aterrizaje forzoso. American Interest

2013: Un aterrizaje forzoso en China. Zero Hedge

2014. Un aterrizaje forzoso en China. CNBC

2015. Felicitaciones, se consiguió un aterrizaje forzoso en China. Forbes

2016. Se avecina un aterrizaje forzoso para China. The Economist

2017. ¿Se va a desplomar la economía de China? National Interest 

2018. La próxima crisis financiera de China. The Daily Reckoning

2019. La desaceleración económica de China en 2019: ¿cuán preocupados deberíamos estar? BBC

2020. El coronavirus podría poner fin a la racha de crecimiento económico de décadas de China. New York Times

2021. La economía china corre el riesgo de sufrir una desaceleración más profunda de lo que creen los mercados. Bloomberg

2022. Los datos sorpresa de China podrían significar recesión. Bloomberg

2023. Ninguna palabra debería estar prohibida para describir la vacilante economía de China. Bloomberg

2024. Las perspectivas económicas de China van de mal en peor. Foreign Policy

Lo mismo pasó con la pandemia de Covid-19 y la idea del Chernobyl chino. Es decir, que la pandemia de Covid-19 iba a significar, como el accidente nuclear de la Unión Soviética, un síntoma del colapso del régimen. Tres meses después de aquellas notas los mismos medios y analistas occidentales se preguntaban si “China está ganando” en términos geopolíticos, en medio del desastre sanitario y económico en los Estados Unidos y en Europa.

Parecería haber una oscilación esquizofrénica entre las teorías del colapso de China, que se explayan en los problemas estructurales de su economía y en la insostenibilidad de su modelo económico y político, y las teorías de China como amenaza sistémica o existencial, que ven en el irrefrenable ascenso de China un peligro para el “orden mundial liberal” (léase para la hegemonía anglo-estadounidense).

Una nueva apuesta (fallida) por la crisis en China

El número de crecimiento de China en 2023 cayó mal entre los analistas occidentales y sus repetidoras globales que habían pronosticado, como desde hace 34 años, la caída, el colapso, o el aterrizaje forzoso de China. Entonces, para que la realidad cuadre con sus ideas, pronósticos y, quizás, deseos, realizaron una práctica no muy innovadora: pusieron en cuestión la cifra de expansión económica. Esto afirma el liberal globalista Paul Krugman en enero de 2024 en su habitual columna del New York Times, después de haber dicho a principios de septiembre del año pasado que China se dirigía a una «crisis muy desagradable” y preguntarse un mes antes “¿Por qué China está tropezando?”.

Paul Krugman, Recalculando.

 

El problema para Krugman es que hay otros datos contundentes y bien palpables, así como realidades insoslayables que dan cuenta del error de sus pronósticos y la veracidad de las cifras. Incluso la creciente obsesión de las propias elites atlantistas con el ascenso de China y otros emergentes da cuenta de ello.

El “reino medio” ha vuelto a ser, luego de impasse de menos de dos siglos, la gran fábrica del mundo. Y ahora está desplazando a las economías del Norte Global en los eslabones de mayor valor agregado, además de competir en las tecnologías más avanzadas y ser un jugador central en la llamada “Cuarta Revolución Industrial” o la revolución tecno-productiva en curso.

 

Una cuestión bien palpable, en ese sentido, es que China este año se convirtió en el mayor exportador de automóviles del mundo, desplazando de forma impensada a Japón a la segunda posición. Pero además, lidera claramente el futuro de esta industria: la electro-movilidad. Su mercado representa la mitad de las ventas de vehículos eléctricos del mundo y el 36% de la producción mundial la concentran empresas chinas, lideradas por BYD, que ya desplazó a Tesla como principal fabricante a nivel global. En este sentido, China muestra un liderazgo global en las industrias de la transición energética, lo cual aumentó el año pasado, cuando las exportaciones totales de baterías solares, baterías de iones de litio y vehículos eléctricos llegaron a $140.570 millones.

Además, en 2023 hubo un aumento del 4,6% en el valor agregado de las mayores empresas industriales —el principal entramado productivo de la economía mundial—, pero también es el consumo doméstico lo que explica en gran medida el crecimiento con una expansión de 7,2% en 2023. Este último dato resulta clave porque es señalado como una de las debilidades del gigante asiático. Además, se ve allí un elemento central de transformación del modelo en los últimos años, que a su vez sirve para afrontar los límites del crecimiento mediante exportaciones ante una menor demanda global en una economía mundial menos dinámica. A ello se le suma el creciente proteccionismo de los ex países liberales, que tienen cada vez más dificultades para competir con el China en los eslabones más avanzados o complejos, que antes monopolizaban.

Otro dato importante en este sentido, es que las exportaciones chinas a los países integrantes de la Iniciativa de la Franja y la Ruta superaron a las del Norte Global. El Sur Global se vuelve cada vez más, en términos económicos, un eje clave para el propio crecimiento y desarrollo de China, lo que también hace necesario el propio desarrollo material de dichos territorios para Beijing. Es decir, hay allí una solución para la ralentización de la demanda externa de sus productos, que también es toda una apuesta geopolítica.

No es el objetivo analizar el crecimiento del año pasado de China, su dinámica actual, ni sus contradicciones, que dejamos para una próxima publicación. Esto no quiere decir que China no tenga problemas y dificultades que superar, como la crisis en el sector inmobiliario, el desempleo juvenil en graduados universitarios que antes era inexistente, el problema de la ralentización de la demanda global, la necesidad de expandir en términos relativos el consumo interno o las dificultades que genera la guerra tecnológica y la guerra comercial impulsadas por Washington —en un marco de Guerra Mundial Híbrida— para frenar su ascenso. Pero sí es importante señalar que, más allá de matices, no existe un cambio en una de las tendencias estructurales de la actual transición histórico-espacial del sistema mundial, que es el estancamiento económico y la financiarización del Norte Global frente a expansión real de China y otros emergentes.

¿Por qué yerran?

¿Se trata de propaganda o son operaciones en el marco de lo que el polo de poder anglo-estadounidense define como una nueva Guerra Fría (que yo llamo Guerra Mundial Híbrida)? ¿Se trata de una wishful thinking (confundir el análisis con el deseo) o en realidad es un problema de los propios marcos teóricos-conceptuales desde los cuales miran a China y otras realidades lejanas? Es probable que, en realidad, y según el caso, haya un poco de cada cosa en la explicación de semejantes y, en ciertos casos, monumentales “pifiadas”.

Lo cierto es que, como pasa en buena medida con los “expertos” occidentales y especialmente con sus economistas, parecieran no pagar costos. Es como si a un ingeniero lo contratasen para construir un estadio de fútbol, se le derrumba al año de inaugurarlo, lo vuelven a contratar para hacer otro y se le vuelve a caer una, y así una y otra vez, insistiendo con las mismas fórmulas y los mismos materiales. Es el poder de la ideología o, también, la ideología del poder y la necesidad de su reproducción ampliada (tanto en su dimensión material como teórica).

Más allá de los intereses existentes y la guerra de propaganda, que se exacerba a medida que escala la Guerra Mundial Híbrida, hay algunos elementos teóricos, metodológicos y conceptuales para entender el error.

El primero, suele ser, sencillamente, el desconocimiento de la realidad, la historia y la cultura de China y de otros países. Esto alimenta, por supuesto, un conjunto de prejuicios ideológicos y culturales que se ponen en juego a la hora del análisis. Uno típico es cuando afirman que dentro de un régimen definido como “autocrático” (un desatino para definir el sistema político chino) no puede haber innovación. El imperio chino fue la cuna de grandes innovaciones históricas que definieron el curso de la humanidad y es hoy unos de los principales centros de innovación mundial.

El segundo elemento a destacar es que por lo general se mira a China en función de desarrollos teóricos y conceptuales producidos para otras realidades, especialmente para las realidades occidentales, con su proceso de desarrollo particular, su tipo de “modernización”, su cultura, etc. Como observa Zhang Weiwei, la ciencia política occidental se basa en la experiencia de la historia occidental, por lo que cuando los académicos occidentales utilizan esa “ciencia” para analizar China, un país con una civilización completamente diferente, llegarán a conclusiones poco confiables la mayor parte del tiempo.

El tercer problema, que está especialmente extendido entre los economistas por su propia formación, es el pensamiento de tipo deductivo, en base a modelos ahistóricos, de tipo “matemáticos” y despojados de elementos políticos y geopolíticos. Esto lleva a aplicar acríticamente dichos modelos para analizar cualquier realidad y cualquier proceso, haciendo deducciones predictivas que en general suelen ser erróneas.

El cuarto problema, conectado con el anterior, tiene que ver con lo que Ha Joon-chang sintetiza con la metáfora “retirar la escalera”. Se establecen como políticas para el desarrollo y el crecimiento económico las recetas neoliberales del Consenso de Washington y se consideran todas que todas aquellas políticas que se desvían de dicho modelo como negativas para la economía. Como, por ejemplo, el papel de las empresas públicas en la economía (que están en el corazón del modelo de desarrollo de China y de su expansión) o considerar como negativo o menos eficiente la inversión pública, la planificación estatal y la protección de actividades para impulsar el desarrollo industrial y tecnológico, etc. En realidad, en muchos casos, dichas políticas son las mismas o muy similares a las que llevaron adelante a lo largo de la historia los países occidentales para ascender en la “escalera del desarrollo”, mientras que las recetas neoliberales constituyen una forma de quitar dicha escalera.

El quinto problema es la propia caracterización de la economía china y de su dinámica, que es muy distinta a la de las economías capitalistas tanto centrales como periféricas desde la que se construyen las perspectivas para mirar al país asiático. Definir a China como una economía capitalista y entender su funcionamiento a partir de ello constituye un gran error. También creer que es una economía planificada a la vieja usanza o un ‘capitalismo de Estado’, toda una tautología ya que el capitalismo es una forma de Estado. Hay un problema más grave aún que parte de confundir mercado, capital y capitalismo, todo un triunfo de los neoclásicos.

La historia avanza, emergen nuevos fenómenos y el gigante asiático presenta nuevas realidades sobre las que hay que desarrollar nuevos conceptos y perspectivas teóricas. Una interesante categoría que contribuye al debate es la de “Economía de Proyectamiento” desarrollada por el académico brasileño Elias Jabbour. También los análisis sobre el patrón de desarrollo de China que realiza el italiano Giovanni Arrighi en su libro Adam Smith en Beijing. O elaboraciones propias en donde intentamos dar cuenta de la particular combinación contradictoria en el modelo de desarrollo de China de tres elementos: la lógica de mercado, la planificación estratégica pública y la lógica comunitaria.

Libro sobre el “inminente colapso”

 

 

Para cerrar, recomiendo un libro publicado en 2001 acerca del colapso de China, The Coming Collapse of China, que quizás haya sido unos de los pioneros más importantes en producir la literatura a la que se refiere esta nota. El libro resulta completamente actual, en el sentido de que muchas de las ideas que expresa son las que se siguen repitiendo. En esta obra, Gordon Chang analiza que China es un «dragón de papel» y que los síntomas de la decadencia están en todas partes. Con “agudeza”, observó que la deflación se estaba apoderando de la economía, las empresas estatales estaban quebrando, los bancos son irremediablemente insolventes, la inversión extranjera continuaba disminuyendo y la corrupción del PCCh devoraba el tejido de la sociedad. Además, el sector inmobiliario era una bomba de tiempo.

Chang ha brindado su saber en sesiones informativas en el Consejo Nacional de Inteligencia, la CIA, el Departamento de Estado y el de Defensa. También en los principales medios y Universidades de los Estados Unidos.

En 2001 la economía China era similar a la de Italia (PIB nominal), hoy es 10 veces más grande. Una pena que la terca realidad se haya impuesto sobre sus refinados razonamientos. Una lástima también para sus asesorados.

………

Nota

* Lo que me recuerda la aparición, a comienzos de los años ’90, del libro La hora final de Castro de Andres Oppenheimer sobre «la inminente caída del comunismo en Cuba»).


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