PROSA POLÍTICO-POÉTICA y un poco sarcástica de Carlos Balmaceda, que la tiene clara

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Uno de La Cámpora le dice a uno del Evita que están administrando la miseria, y el del Evita le dice al de La Cámpora que baje al barro y recorra el barrio, que ya no tiene un escritorio del estado. Las escenas y las acusaciones se podrían replicar entre el Frente Transversal y la Néstor Kirchner, entre Miles y Kolina. Varios coinciden en decirle a Nuevo Encuentro que son unos bolches zapatitos blancos y los de Nuevo Encuentro les responden que son fieles a Cristina y no al aparato del PJ.
Randazzo conspira con Monzó, Monzó es elogiado por Máximo, Máximo discrepa un poco con el Chino Navarro y el Chino Navarro oscila entre mirar películas cuando habla Cristina, ser prolijo en el Congreso y otear el horizonte acompañando a la CGT, que dice que ha hecho dos grandes demostraciones de fuerza, que ya se le acaba el tiempo al gobierno, y que hay que ver la que prepara para el 2017.
La CTA le tironea la manga y varios, muchos, se la tironean a Francisco que hasta recurre a Pino Solanas para armar lío.
Aléjense un poco más, más, más allá de sus muros quejosos, de sus muros con lamentos, de sus muros con falsas sonrisitas irónicas, más allá de sus «¿viste globoludo?» (pasó un año, si tenés un contacto macrista es tu culpa) y vean las fábricas abandonadas, los locales vacíos, con carteles de se alquila que se empiezan a oxidar, escuchen, escuchen, la panza de ese pibe empezó a hacer ruidito como en el 2001, cuando otro de su misma edad, que tuvo buen trabajo unos años y este lo perdió, se desmayaba en clase. Está Lipovetzky hablando en lo del Gato, está Macri calificándose con un 8, está Marcos Peña en el retiro espiritual diciendo que el 24 de marzo no puede ser más feriado. No te enojes, ignoralo, madurá, salí a la calle, juntate con compañeros. Todo eso es ruido. El blanqueo, el voto electrónico que intentan meter por jurisdicciones como en Estados Unidos, todo envejece muy rápido.
Intentá entender a los que nunca van a poder tener una mirada estratégica, a los que otra vez en 15 años votarían a Macri, intentá entender y de última, viví y trabajá para cambiar eso. salí a la calle, juntate con compañeros, militá. No hay slogan ni gurú ni afiche que pueda con esto. En los noventa se colgaron al tren de la historia, era ese último vagón naranja, pero nos hicieron creer que era un vagón comedor. Ahora, ni eso.
Porque la historia, entonces, les era favorable, porque el mundo estaba abierto y no cerrado, como ahora.
Mirá un poco más lejos, Turquía está con un pie en Siria, Rusia despliega misiles en Europa, Europa en Rusia, el Estado Islámico se bate en retirada, Trump quiere desfinanciar a la OTAN, un murmullo bancario se prepara para el 2017. Una Le Pen va a gobernar Francia. Los pueblos hacen lo que pueden con las opciones que les dan. No son tan geniales y perceptivos como para elegir ya a Del Caño.
¿Y todo el ruido del principio? ¿Y Moreno y Bossio y Randazzo y Abal Medina y Máximo y Cristina y Sabatella?
¿Lo sentís? ¿Sos parte de los cimbronazos? Vos también te sentís tironeado, ¿no? Es que somos todos melones y nos estamos acomodando en el carro. Es que todo el mundo cree que nos estamos peleando y nos estamos reproduciendo.
Estos días, estas semanas, son las más locas, las más histéricas y también las más desangeladas. No tienen la épica de las plazas de Enero, no tienen el registro filmado de los primeros pibes prepeados por la policía (y sí tienen el horror aceptado de la crónica que hace un periodista de La vaca), no hay balas de goma siquiera, no hay despidos en los ministerios. Tampoco, hay más conejos en la galera. Quedan, los dos proyectos de siempre, la patria y la antipatria, desnudos, y las ambiciones individuales deberán achicarse o agrandarse como un traje al triunfo de uno de los dos.
Olvidate de si X o si Y es más o menos peronista o kirchnerista. Olvidate si vos sos más o menos peronista o kirchnerista. Sé rosista, sé yrigoyenista, se dorreguista, se tupacamarista, sé la Patria Grande, sé la brújula de la historia. Los melones se acomodarán con los piedrazos, con los gritos, con la calle, con la organización. Y si no te gusta La Cámpora o el Evita, hacé la tuya, con uno, diez, veinte compañeros, actuá en un aspecto técnico de la cosa, educativo, gremial, artístico.
Del otro lado hay chacales, pero no son estos muñecos pintados, los gigantes están afuera, están en los canales, están en los directorios.
¿Lo sentiste? Otro cimbronazo. Otro melón que se pasó para el otro lado. Olvidate de la voz de Massa, de sus modales, de sus presuntas o reales traiciones. Ojo que un revire de Putin puede poner el mundo patas arriba y nosotros podemos terminar en una nube atómica puteando a Bossio. A Bossio. No me digas que no es patético.
No te lo tomes tan personal.
Y pensá esto: hace 18 años, por poner un tiempo, no sabíamos de ninguna interna en el PJ, no sabíamos distinguir a uno solo de sus políticos, o más bien, los identificábamos para putearlos. No solo éramos mucho más ignorantes, sino que jamás se nos pasó por la cabeza afiliarnos a un partido o creer en la política, algunos ni marchaban, y otros estábamos tan escépticos que jamás imaginamos el futuro. Y ahora, porque todo anda más rápido por unos tuits y unos instagram, porque los diarios caducaron y vos producís las noticias, porque todo se mide en nanosegundos, ¿tu desconfianza va y viene?
Llegamos al año, no tienen respuestas, casi ni habría que seguir prestándoles atención y concentrarnos en lo que sigue, que es lo que vos dispongas.
Sí, es más aburrido ponerse a leer, a pensar, discutir, armar una copa de leche, un comedor, una básica, un acto, un rosqueo que gritar «vamos a volver». Pero, sabés qué, crecimos, ese tuerto y esa yegua nos metieron en este brete. Nos arrojaron al barro de la política esos dos, y ahora ni somos concientes de lo que podemos construir.
¿Viste? Vivimos la historia como una fatalidad en la que éramos pedacitos de nada, y ahora la vivimos como una construcción, en la que vos, vos y vos, si te decidís, no tenés platea, sino que sos uno más del elenco. A los codazos, pero uno más. Como extra o como figurante, o quien te dice, como estrella en ascenso.
Ya sé que es medio estúpido y difícil de cantar «estamos volviendo», pero eso es lo que de un modo bastante menos épico hacés todos los días.


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