PROSTITUCIÓN. No me parece que las cosas estén tan claras…

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Lo publicó el compañero marplatense Nando Bonatto. Y me lo acaba de reenviar Marra, con lo que no puedo hacerme el distraído. Sin embargo, y a pesar de no ser ducho en la materia -o por eso mismo- debo decir que la posición de quienes proponen perseguir a los clientes de las/os prostitutas/os no me convence, como no me convence que se iguale, mezcle, considere inseparables la prostitución de la trata, ni me trago de una las crónicas periodísticas que aseguran que se liberaron tantas «chicas» en un prostíbulo de un pirigundín de, pongámosle, Cobunco, sino que más bien me pregunto ¿que será de aqui en mas de sus vidas?… JS

Afiche (a mi juicio, equívoco) de la «Marcha (feminista) de las putas» realizada el año pasado en Buenos Aires

Prostitución,critica a la deformación liberal

Se sostiene con acierto que la visión individualista, liberal si se quiere, centrada en el derecho a elegir de las personas como si el mismo no estuviera condicionado  a un contexto muy determinado y con limites precisos,acotado a nuestra historia socio/cultural y como bien dijo el Profeta de Treveris  Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.
Me he tropezado con un  buen análisis acerca de la prostitución, que como en tantos otros temas,el progre liberalismo mete las de andar con ganas y satisfacción.

Sobre la defensa del ejercicio de la prostitución como si fuera uno de los derechos humanos de las mujeres

CARMEN MAHEU

Desde principio de la década de los noventas –cuando fue necesario abordar el tema del VIH- las prostitutas se organizaron en diferentes ONG para defender sus derechos relacionados en primer lugar a la salud, y en segundo lugar, para dejar de ser objeto de violencia institucional y callejera. Este reclamo centraba su razón de ser en proteger a las mujeres que estaban en la calle y que eran objeto de diferente tipo de violencia. Desde ese momento la prostitución se visibilizó con una nueva perspectiva qué puso a las prostitutas como sujetos de derechos. Con el correr del tiempo el reclamo de los derechos dejó de centrarse en la defensa de las personas para centrarse en la defensa la «profesión»; esto implica una desviación perversa del discurso sobre los derechos humanos de las mujeres. La intención de defender el derecho individual a prostituirse, como si esta fuera una opción personal y producto del libre albedrío es consecuente a la moral tradicional que justifica y avala la prostitución. La prostitución no es ni una profesión ni es un trabajo. Las mujeres que defienden el derecho a prostituirse son mujeres que han naturalizado la violencia en sí mismas de la misma manera qué lo hacen las mujeres que defienden a sus parejas maltratadoras y/o golpeadoras. Han naturalizado diferente tipos de violencias sociales incluida la falta de opciones laborales que es una forma de violencia de género y han aceptado que es licito disponer de lo único que tienen: su cuerpo y su tiempo. Es decir, «Son libres para venderse en el mercado». No hay nada más perverso que suponer que la opción de prostituirse es producto del libre albedrío, casi de una vocación individual y tratar de minimizar todo el entorno sociocultural que determina dicha elección.


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