Berlín inaugura este viernes una amplia exposición sobre Adolf Hitler que en lugar de centrarse en la figura del dictador, analiza las condiciones políticas y sociales de la época y la actitud y actuación de los alemanes para explicar el apoyo que recibió y los desastres que provocó.
Bajo el título ‘Hitler y los alemanes. Comunidad y Crímenes’ (‘Hitler und die Deutschen. Volksgemeinschaft und Verbrechen’), la muestra del Museo de Historia de Berlín analiza por orden cronológico los factores que llevaron a Hitler al poder, las estructuras de su régimen y su política de exterminio, el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y la historia de la Alemania de posguerra.
Todo ello se hace vinculando directamente al pueblo alemán, «que en todo momento vio con sus ojos cómo se cometían los crímenes. Nada se hizo secretamente», recalcó Hans-Ulrich Thamer, uno de los tres comisarios de la exposición, durante una visita privada con los periodistas extranjeros acreditados en Berlín.
‘Aquí no hacemos un héroe de Hitler’
«Aquí no hacemos un héroe de Hitler», recalcó otra de las comisarias, Simone Erpel. En la exposición, abierta hasta el seis de febrero junto a la famosa Isla de los Museos, se trata el tema «desde una distancia crítica».
Ejemplo de ello es que uno de los pocos objetos pertenecientes al dictador, un escritorio que se encontraba en la Cancillería que él ocupó y que hasta ahora nunca se mostró al público, se expone en un lugar relativamente escondido y no recibe ningún protagonismo. «Queremos distanciarnos del potencial de violencia que representa», dijo Thamer.
Más de 600 objetos, de ellos 400 fotografías, numeroso material audiovisual y de prensa, mucha propaganda, uniformes militares y decenas de símbolos, se exponen en una superficie de más de 1.000 metros cuadrados desde la que se intenta arrojar luz sobre un tema que en Alemania, más de 60 años después de la II Guerra Mundial, sigue formando parte de la vida política y cultural.
«Con Hitler no hemos terminado de ninguna manera», se lee en uno de los últimos carteles de la exposición, en el que se lamenta también que durante décadas, los alemanes guardaran silencio para pasar capítulo y sólo responsabilizaran de lo sucedido a Hitler y a los más altos jerarcas nazis, en vez de al común de la sociedad.
El Tercer Reich, desde otra óptica
Y es que en esta ocasión, y de una forma extraordinariamente novedosa en Alemania, el tema se analiza desde una doble perspectiva: el papel de Hitler y su dictadura nazionasocialista «desde arriba» y la complicidad y vinculación de la sociedad «desde abajo».
Tres enormes retratos del dictador dan la bienvenida al visitante. El primero muestra a un Hitler en sus comienzos, el segundo al ‘Führer’ como máximo dirigente, y el tercero, una calavera que sólo deja ver los millones de crímenes cometidos.
Tres retratos, tres apartados
Los retratos marcan los tres apartados en los que se divide la exposición, que por orden cronológico aborda el fallido golpe de Estado que Hitler llevó a cabo en 1923, su subida al poder en 1933, el Estado que creó y la sociedad que lo pobló, la dura persecución de todos los grupos que no cabían en el «Reich», la guerra de exterminio y el país que dejó, todo, desde el punto de vista de la sociedad.
En todos esos apartados se busca la misma respuesta: ¿cómo fue posible que el régimen nazi, con Hitler en el poder -responsable de la guerra, los crímenes y el genocidio-, siguiera gozando hasta el final de una amplia aceptación entre la sociedad alemana?
Para ello, los tres comisarios estudiaron con detalle la relación existente entre el ‘Führer’ y los alemanes, centrándose sobre todo en el poder de fascinación que Hitler ejerció sobre el pueblo, que lo calificó como el líder más carismático que había tenido nunca y se auto-organizó en torno a él.