REDENCIONES. Adiós a Carlos Escudé, quien dio un gran ejemplo.
Arrastro desde dos semanas la culpa de no haber escrito nada sobre la muerte de Carlos Escudé, a quien no conocí personalmente pero sobre quien escribí y publiqué en los últimos años varias notas. Y es que Escudé, quien abogó durante la mayor parte de su vida por la sumisión negociada de la Argentina a los Estados Unidos, su querida segunda patria, el mismo que cimentó la doctrina del «realismo periférico» que el canciller Guido Di Tella retradujo como de «relaciones carnales» con Washington; el mismo que se convirtió al judaísmo conservador, masortí (que vale la pena aclarar, no es el más ortodoxo) hasta alcanzar una posición de relevancia en el Seminario Rabínico Latinoamericano, esa misma persona, un intelectual de fuste, efectuó durante sus últimos años una profunda autocrítica, que lo llevó a darle plena razón a Luis D’Elía en todo lo concerniente a la (des) investigación del atentado a la AMIA, la absoluta falta de pruebas contra Irán, lña buena de el memorándum de entendimiento con Ia nación persa y el claro suicidio del corrupto fiscal Alberto Nisman, materias en las cuales ambos habían discrepado pública y acremente.
No sólo eso, sino que incluso y para ratificarlo, Escudé escribió un libro (no un «libelo» como lo calificó con malicia la necrológica de Clarín) al que le puso el provocador título de «¡Y Luis D’Elía tenía razón!». Y aún no satisfecho y en atención a su sentido de la justicia, defendió a Cristina Fernández de Kirchner de los embates del Lawfare destacando que se habían levantado contra ella acusaciones carentes de cualquier sustancia, e hizo una demoledora crítica a los dirigentes de la kehilá («la cole») por servir a potencias extranjeras y darle conscientemente de comer a los judeófobos, por ser ese su negocio. Por fin, instó a la Argentina a mantener en lo posible una posición equidistante y amistosa (¿neutral?) tanto con los Estado Unidos como con China, la potencia emergente que habrá de desplazarlo del punto más alto del podio en las próximas decádas.
Como era de esperarse, está última parte de su vida fue olímpicamente ignorada por los medios hegemónicos, que se limitaron a basarse en su CV oficial como investigador del CONICET, y solo dio cuenta de ella, que yo sepa, la agencia Télam.
Cuando le preguntaron si no tenía miedo a las consecuencias que podría acarrearle contrariar las posiciones de Israel, Estados Unidos y sus sirvientes nativos, Escudé dijo (cito de memoria) que había vivido una buena vida; que había conocido el amor y hecho la mayoría de las cosas que se había propuesto, y tenía claro que no le quedaban muchos años por delante (recuerdo que dijo que más temprano o más tarde lo mataría un cáncer) y quería estar en paz con su conciencia.
Cuando Rodríguez Larreta amagó con prohibir a las personas mayores siquiera asomar la nariz de sus hogares, Escudé se rebeló. Fue el virus maldito el que lo mató luego de haber matado antes a su esposa, Mónica LaMadrid, lo que es de presumir, debe haberlo deprimido mucho en el trágico momento en que fue internado..
Siento una profunda pena por su pérdida. Aunque no soy creyente, en muchos aspectos sigo siendo cristiano al modo en que lo era, por dar un ejemplo, el comunista Pasolini: Y en algo creo no es en un dios sino en la capacidad de los humanos de redimirnos de nuestras faltas y errores. En aras de la preservación de la especie y de su entorno, nuestro madre tierra y su atmósfera, ríos y océanos.
En este sentido, Escudé ha dado un gran ejemplo. Una bofetada en el rostro marmóreo de tantos hipócritas, falsarios y acomodaticios que,por las razones que fuere, han colaborado y colaboran en mantener el espeso telón que oculta a los instigadores y autores materiales de crímenes tan execrables como los bombazos a la Embajada de Israel y la AMIA.
NOTAS
De Pájaro Rojo sobre Carlos Escudé por orden cronológico:
LA MUERTE DE NISMAN analizada por un judío voluntario: Carlos Escudé
IRÁN Y EL ATENTADO DE LA AMIA. Carlos Escudé: «Luis D’Elía tenía razón»
CASO AMIA – «¡Y LUIS D’ELÍA TENIA RAZÓN!». Emotiva presentación del libro de Carlos Escudé.
Estimado Salinas:
Quiero felicitarlo por su breve artículo sobre mi hermano Carlos. Yo sentí una gran satisfacción cuando escribió su artículo «Y Luis D’Elía tenía razón». Pues, habiendo discrepado mucho con varias de sus posturas anteriores y habiendo estado muy distanciado de él durante mucho tiempo, en los últimos años habíamos tenido un reencuentro y en nuestras espaciadas conversaciones yo había hecho lo posible por abrirle los ojos sobre la dificultad de analizar las Relaciones Internacionales haciendo caso omiso de las vías sucias a menudo usadas los organismos de inteligencia (como el golpe de estado que fue el asesinato de JFK, la operación de bandera falsa que fue lo de las torres gemelas, etc.). Cuando leí su artículo lo felicité con entusiasmo, pues comprobaba que nuestras conversaciones no habían caído en saco roto y además había hecho un serio esfuerzo por encontrar evidencia que ayudara a poner en evidencia mucha desinformación.
Por estas razones siento mucha simpatía con el reconocimiento que hace usted con este artículo.
Le mando un saludo cordial,
Guillermo J. Escudé
Estimado Guillermo: Estoy muy emocionado por lo que escribió usted y antes por lo que escribió su hermano en sus últimos años, escritos éstos a cuyo espiritú, por lo que me cuenta, no ha sido ajeno. Y me subleva la hipocresía de tantos que se dicen periodistas. Si tiene a mano la fundadísima crítica que le hizo Carlos a los dirigentes de la DAIA-AMIA por favor envíemela a jotajotasalinas@gmail.com porque mucho me gustará publicarla. Los que hemos perdido hermanos (en mi caso dos, y menores que yo) sabemos el dolor indeleble que supone. Cuídese que ya llega la vacuna. Un gran abrazo.