ROSISTAS. La muerte de Alberto González Arzac y el Instituto Juan Manuel de Rosas
Su rigurosa formación profesional y su compromiso militante lo llevaron a defender durante décadas los postulados de la Constitución Nacional de 1949, derogada por un bando militar de la llamada Revolución Libertadora. Por ello recibió el elogio y el reconocimiento del general Perón desde el exilio.
Sus obras «La Constitución de 1949» (1971), «La Esclavitud en la Argentina» (1973), «Lineamientos Regionales del Plan Trienal» (1973), «Sampay y la Constitución del Futuro» (1982), «Federalismo y Justicialismo» (1984), «Caudillos y Constituciones» (1994), «Pablo Ramella. Un jurista en el Parlamento» (1999) entre otros deberían ser de lectura obligada para las nuevas generaciones de abogados y militantes políticos y sociales.
En 1973 fue Secretario General del Consejo Federal de Inversiones. En 1989 fue designado titular de la Inspección General de Justicia de la Nación, puesto que abandonó en 1990 al cuestionar las políticas de privatizaciones de las empresas ENTel y Aerolíneas Argentinas.
Ferviente crítico de las políticas neoliberales las cuestionó desde la cátedra universitaria y la militancia política. Fue un gran amigo del historiador José María Rosa, quien uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, de quien fue también su abogado defensor cuando fue procesado por la dictadura militar.
El 11 de mayo de 2011, mediante un decreto del Poder Ejecutivo nacional, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo designó presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.
Asimismo, representó al Estado Nacional en la investigación sobre las irregularidades en la adquisición y administración de Papel Prensa. En base a su labor la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner presentó en marzo de 2012 el informe «Papel Prensa: la verdad».
El 2 de junio de 2014 falleció luego de soportar una larga enfermedad. Sus restos fueron inhumados en la ciudad de La Plata.
Al conocerse la noticia de su deceso numerosas instituciones académicas, políticas y sociales manifestaron su pesar a través de expresiones públicas o en avisos fúnebres, con excepción del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, cuyos actuales integrantes, al parecer, no soportaron ni su sapiencia, ni su compromiso militante, ni su amistad con José María Rosa.