Una gran nota sobre un gran escritor (que me perdone Chandler)
El caso Macdonald
Si hay un nombre en la novela negra que merece estar junto a los de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, es el de Ross Macdonald. Con ese pseudónimo, Kenneth Millar creo la saga de Lew Archer, un detective que sumó complejidad y espesor psicológico a sus predecesores y que, desde las calles de la ficticia Santa Teresa, capturó a los amantes del género y sedujo sin concesiones a los círculos intelectuales. El expediente Archer, de la colección Roja y Negra, recopila por primera vez sus cuentos completos.
Comparta esta nota con un amigo
E-Mail de su amigo |
|
Su nombre |
|
Su E-Mail |
|
|
|
Por Rodrigo Fresán
UNO “Estaba sentado en el Hollywood Hawaiian Hotel / mirando mi taza de café vacía / pensando en que la gitana no había mentido / todos los margaritas con sal de Los Angeles / yo me los voy a beber / y si California se desliza hacia el océano / como los místicos y las estadísticas aseguran que sucederá / yo predigo que este motel se mantendrá en pie / hasta que yo pague mi cuenta”, canta Warren Zevon en su gloriosa “Desesperados Under the Eaves”.
La idea y la imagen y el sentimiento son ciento por ciento Zevon, no en vano considerado el maestro del llamado californian noir en lo que a escribir canciones se refiere.
Y el sentimiento y la imagen y la idea son, también, ciento por ciento Ross Macdonald, maestro del californian noir a secas y creador del inolvidable detective privado Lew Archer.
Y nada se pierde y todo se relaciona: Warren Zevon (fallecido en 2003) inspiró el personaje de Lew Ashby en la segunda temporada de la serie de televisión Californication. Y el Lew de Ashby es un sentido homenaje y guiño cómplice y palmada amistosa al muy conocido hecho de que Zevon fue, hasta el final, un fan de Ross Macdonald y de su detective Lew Archer. Y, también de que Zevon supo ser vecino de Macdonald, quien, una noche tan terrible como absurda, lo salvó de suicidarse. (1)
Leer más