
1 de agosto
Friardo de Nantes
Anacoreta, m. en 570
Piadoso campesino que veía la naturaleza como entera obra de Dios: cuando pisaba un nido de avispas, exclamaba «¡Dios me asista!». Y en cada oportunidad salía ileso de esa situación, tal vez porque inmediatamente después, echaba a correr.
En una ocasión, clavó en tierra un palo seco, y cuando al cabo de un tiempo volvió a pasar por el lugar, lo encontró convertido en un árbol. Ignorante del proceso de reproducción por esquejes, lo consideró un milagro.
Decidido a hacerse anacoreta, construyó una celda en una isla cercana a Nantes, donde cobró fama de santidad y pronto su presencia era reclamada ante cada árbol que se secaba, a fin de que volviera a dar frutos.
Patrono de los campesinos y viticultores, es recomendado contra la fiebre y las enfermedades renales.
Comparte su día con Almeda, princesa británica que fue cruelmente martirizada en el siglo VI por haber preferido la mano de Cristo a la de un apuesto y encantador príncipe.
Santos tiempos aquellos, nos dice el abate Francsenac, en que el Redentor formaba parte de las dificultades nupciales de una princesa de Gales.