SAN MARTÍN y una prosa sorprendentemente actual
Hoy se conmemoran siquicientos años de la muerte del general José de San Martin, cuya prosa me resulta muy actual, vean si no su Orden General de batalla de 1819, cuya síntesis tanto usamos los peronistas en 1973 (afiches de Montoneros con esta misma imagen, pero invertida, con letras blancas sobre fondo negro, fueron pegados profusamente en toda la ciudad y especialmente en la Plaza de Mayo y alrededores en vísperas del 25 de Mayo de 1973, cuando asumió el gobierno El Tío Cámpora, tarea esta cuyo responsable, al menos en lo que hace a la Plaza de Mayo y al barrio de Montserrat, fue Ernesto Villanueva), empezando por el trato de «Compañeros» a sus subordinados, de «hermanos» a los aborígenes de Mendoza, y «gallegos» a todos los peninsulares (acaso porque él era en enorme medida un andalú algarabiado que debía hablar parecido al camarón) realistas. Gracias a Nando, que lo subió al feisbuc.
Todos y cada uno de ustedes conocen el esfuerzo y las dificultades por las que hemos pasado. Llegar hasta aquí es bastante, pero nunca es suficiente. El enemigo espera, y espera bien armado. Señores, son la esperanza de la América, cada uno de ustedes lleva consigo lo más importante, ¡la libertad! Trescientos años de masacre y de barbarie tiñen nuestra tierra de sangre, pero hemos venido a decir ¡basta!, ¡se acabó!
Soldados, se me llena el corazón al ver a tantos guerreros dispuestos, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos recordarán este momento con orgullo, porque les dejaremos una tierra digna de ser vivida. Donde puedan sembrar, crecer y prosperar, libres de toda cadena, donde cada hombre pueda decidir su destino sin importar su color, su linaje, su procedencia, ni qué carajo. Porque todos somos iguales ante el Supremo, así como somos iguales ante la muerte, porque cualquier hijo de mujer merece ser libre de una vez y para siempre. ¡Seamos libres, que lo demás no importa nada!
¡Viva la patria!”
Ya no queda duda de que una fuerte expedición española viene á atacarnos: sin duda alguna los gallegos creen que estamos cansados de pelear y que nuestros sables y bayonetas ya no cortan ni ensartan; vamos á desengañarlos. La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos.
Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetillas que nos trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. Yo y vuestros oficiales os daremos el ejemplo en las privaciones y trabajos.
La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre ó morir con ellas como hombres de coraje.
Mendoza, 1819