¿Se va el euro y vuelve el marco?
Escribe Montserrat Mestre: La derecha alemana plantea reintroducir el marco y, de seguir existiendo el euro que se vayan «los países del sur de Europa», a los cuales se les asignaría una moneda paralela, es decir, un euro de segunda. Son partidarios de una quita a Grecia y tal vez a Portugal. Algunas voces de la izquierda alemana, entre ellas el ex ministro Oskar Lafontaine, de Die Linke (izquierda socialdemócrata) proponen una salida «ordenada» del euro. Lafontaine advierte que para evitar el caos en el abandono del euro, habría que «controlar los flujos de capital» e «imponer estrictos controles a los bancos».
Me pregunto quien va a ponerle ese cascabel al gato, quién puede controlar a los bancos y evitar la huida de capitales de los países más débiles. Sólo podrían hacerlo con un corralito por sorpresa en todos los países al mismo tiempo, menos Alemania, Austria, Noruega, Finlandia y no sé si algún otro. Y eso es imposble: los preparativos para una operación de esa envergadura se filtrarían y la gente retiraría masivamente hasta el último centavo de los bancos.
Hay pánico de que luego nos den quien sabe qué moneda y quien sabe de qué valor, y que los bancos se queden con los euros. Si se sale del euro, salimos todos, pero si se quedan los países más potentes, el caos puede ser peor.
LA VANGUARDIA
El abandono del euro deja de ser tabú y gana posiciones en Alemania
Billete de diez millardos (billions) de marcos en la República de Weimar |
Tras los euroescépticos de derecha, la izquierda sopesa la salida de la moneda | «El euro se creó para mejorar la vida de la gente, no para llevarla a la ruina», dice el exministro Lafontaine.
A derecha e izquierda, el euro todavía es una vaca sagrada en Europa. «Si fracasa el euro, fracasa Europa«, dice Merkel, formulando un consenso general. Hasta ahora sólo había euroescépticos políticamente organizados en la derecha conservadora, por ejemplo en el nuevo partido alemán, Alternativa por Alemania (Alternative für Deutschland), que de momento sólo tiene un 2% de intención de voto, pero las cosas están cambiando significativamente. La izquierda está comenzando a plantearse el euro, así como el dogma de que su abandono sólo puede conducir a una catástrofe apocalíptica.
La idea fundamental la ha lanzado Oskar Lafontaine, peso pesado socialdemócrata, exministro de Finanzas y seguramente el político alemán más creativo e innovador: Europa es más importante que el euro, dice. «La moneda única se creó para mejorar la vida de la gente, no para llevarla a la ruina». Hace tiempo que los políticos europeos no saben hacia dónde ir. La miseria que crea la austeridad alemana está llegando a Francia, así que la creación de una coalición europea contra Alemania es únicamente una cuestión de tiempo. En ese contexto, hay que plantearse la posibilidad de abandonar el euro.
El argumento básico parte de la opinión del economista conservador Hans-Werner Sinn, que dice que para poder regresar a un nivel de competitividad equilibrado en el interior de la eurozona, países como Grecia, Portugal o España deben acometer una devaluación interna de entre el 20% y el 30%, mientras que Alemania debe encarecerse un 20%.
Ambas cosas son imposibles, dice Lafontaine. Lo primero llevaría a esos países a la ruina. Lo segundo supondría una drástica subida salarial en Alemania, algo que las organizaciones patronales no consentirán y que los partidos políticos, desde los conservadores de la CDU/CSU, hasta los socialdemócratas (SPD) y verdes, pasando por los liberales (FDP), no tienen la menor intención de apoyar. Así que lo único que queda es organizar una «salida ordenada del euro».
Dos economistas de renombre, Heiner Flassbeck, que fue precisamente secretario de Estado con Lafontaine, y Costas Lapavitsas, de la Universidad de Londres, han explicado en un documento presentado el viernes por la Fundación Rosa Luxemburgo, lo que significa «salida ordenada del euro». Se trata de crear «un sistema monetario flexible pero coordinado» que sea capaz de lidiar con los desequilibrios internos de la Unión Europea.
«Dada la manifiesta incapacidad de las instituciones europeas para administrar correctamente la unión monetaria, hay que admitir que esta era un objetivo demasiado ambicioso», así que hay que «retirarse para poder avanzar de nuevo».
Algunos países deben plantearse salir del euro, pero no de la UE, puntualizan. Para que eso no signifique la catástrofe por todos pregonada, es necesario organizar dos cosas: «imponer estrictos controles administrativos a los bancos» y «controlar los flujos de capital», de tal forma que la salida de un país del euro no signifique su descapitalización.
Esta salida tiene riesgos, reconocen, pero también los tiene la situación actual que conduce al desastre, mientras que los planteamientos de socialización de la deuda vía eurobonos no parecen realizables.
La diferencia de este planteamiento con el de la derecha es que, por ejemplo, los euroescépticos de Alternativa por Alemania (AfD) simplemente quieren desembarazarse del euro. Su programa aboga por reintroducir el marco, aunque el presidente de AfD, Bernd Lucke, ha dicho este fin de semana que quienes deberían abandonar el euro son los países del sur de Europa. Lucke habla de «introducir una moneda paralela al euro» y admite una quita de la deuda en países como Grecia y «quizá» Portugal, mientras que desde la izquierda se quieren introducir controles a la circulación de capitales para proteger a las economías débiles. Ambos planteamientos coinciden en dejar de considerar la salida del euro como un tabú.
El mensaje no ha sentado bien ni siquiera en el partido de Lafontaine, Die Linke, y el resto de la izquierda europea, con la excepción de Chipre, desde Grecia hasta Portugal, pasando por Italia y España, abraza el euro.
Pese a la sombra del dominio alemán de Europa, la realidad es que Alemania está aislada y es cada vez más maldecida por doquier, explica el analista Jens Berger. Berlín ha tirado por la borda gran parte del capital de prestigio. En Europa ya sólo tiene a Finlandia, y a Austria a medias, como aliados. Los cruces de reproches con Bruselas son semanales. «Ningún miembro de la UE quiere ser dependiente de un solo país, Alemania», dicen Flassbeck y Lapavitsas. ¿Y fuera de Europa?: la oposición al curso alemán tiene aliados en Estados Unidos y Japón, que con una atrevida política expansiva, que está en las antípodas de la de Berlín, ya presentan buenas perspectivas.
http://www.lavanguardia.com/economia/20130519/54374208695/crece-numero-alemanes-abandono-euro.html