SEPRIN: Letras de mierda en papel higiénico con dibujos de payaso

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Christian Sanz fue payaso en fiestas infantiles, mago, refutador de macaneadores y macaneador el mismo. La red está llena de fundamentadas denuncias acerca de su pasión plagiaria, su compulsión por el copy & paste. Sin saberlo, lo conocí hacia fines del menemismo, cuando él tenía redactado un libro sobre Alfredo Yabrán. Me pidió que le hiciera un prólogo y accedí, básicamente porque el tema Yabrán, el resquebrajamiento del menemismo, me había apasionado tanto como las andanzas de Monzer al Kassar. Mucho.

Por entonces, Sanz me admiraba hasta el arrobamiento. En internet hay sobradas pruebas. Y lo que más admiraba era mis investigaciones sobre el atentado a la AMIA.

Pasó De la Rúa, pasó duhalde, pasaron tantos. Advino, como maná del cielo, como inmerecido bonus trak, el kirchnerismo. Y Sanz, gracias a su relación con un ex secretario mío que se había quedado una copia de mis archivos, comenzó a hacer copy & paste a troche y moche. Primero me citaba, y cada tres o cuatro oraciones, insultaba al presidente Kirchner. Como le dije que no me utilizara para eso, dejó de citarme. Sanz se copiaba tan sin pudor, que hasta copiaba los errores.

Cuando le dije que lo que estaba haciendo se llamaba plagio, se indignó (repito: no sabía entonces que no era el primero ni mucho menos en denunciar su pasión carbónica, una auténtica compulsión) hasta el punto de exhumar un viejo panfleto escrito por unos dicen que santafesinos, parece evidente que al servicio del SIN (Servicio de Información Naval) como el mismo Sanz reconoció, y que sospecho lo pergeñaron más que contra mi, contra quien era entonces mi empleador) y adobarlo con los viscosos susurros de gentes que me odia con absoluta justicia como Carlos Tórtora -hoy editor del emético «El Informador Público»- y Jorge Boimvaser, cuya conversión del ERP a los servicios el ejército describí en El Porteño a fines de los ’80.

Así, Sanz, casi sin poner nada de su parte, amasó una albóndiga pútrida: Que yo habría sido secuestrado por el grupo de tareas de la Esma y pactado con mis captores trabajar para ellos en el exilio; que vivía entregado a la lascivia con dos nenas de 14 o 15 a la par que me acostaba con un rico empresario al que extorsionaba, que era dealer de cocaína, mercenario de los sionistas y otras cosas por el estilo. Por supuesto, sin ninguna fuente declarable y en contra de toda evidencia.

Además de en su «Tribuna de periodistas» (hooligans), publicó esas calumnias en otros sitios, particularmente en uno llamado Seprin (originalmente quería decir «servicios privados de inteligencia»… lo que demuestra que, efectivamente, eso es lo que eran y son: servilletas descerebradas).

Quise hacerle juicio a Seprin, pero Pablo Jacoby (que también tenía en sus manos una querella iniciada contra esa fosa séptica por Miguel Bonasso), si bien no me dijo que no, me dijo era era muy pero muy difícil y me sugirió encarará una mediación. Eran los momentos iniciales del diario Crítica y el  socio de Jacoby, el ex juez federal Gabriel Cavallo, era el CEO del diario Crítica, dirigido por Lanata.

Observé que si bien Jacoby no me había quitado de su galería de periodistas (tiene a todos sus muchos clientes y amigos del gremio retratados en la pared de su estudio) me había puesto detrás de la puerta, seguramente para no molestar a Lanata y a otros de sus clientes que no me aprecian.

Estábamos en aprontes cuando se desató el conflicto entre el Gobierno y Clarín. A partir de entonces Pablo Llonto y yo dejamos de estar solos. Gabriel Cavallo (dicen las malas lenguas que hay un periodista consagrado que estudia escribir un libro exculpatorio con el título La bestia que yo inventé) se estaba arrimando a Magnetto. Hoy es el abogado de La Apropiadora.

En este contexto, todo quedó en agua de borrajas.

Me consolé pensando que un tipo que no le hace ascos al impresentable Führer local, Alejandro Bionini, no puede causar demasiado daño… aunque no estoy seguro.   

Me entero hoy aqui, que Seprín aparecerá como revista de papel. Otra que Activia.

Aunque escrito como la mona, el aviso tiene un párrafo rutilante:

Contamos con un staff de lujo,entre estos Christian Sanz .Con información de fuentes privilegiadas  y en este contexto hemos decidido democratizar la información clasificada, aquella que sólo una elite puede acceder.


¡Su periodista-estrella es el mago Cris-Chan-Tan!


Como siempre, sin una sola fuente.

Hace años que dice estar buscando un sobreviviente de la Esma que diga que yo estuve allí, secuestrado. O aunque sea, a alguno que haya escuchado adentro decir que yo habría estado. Como Sísifo, consumirá su vida buscándolo. 


Si él y su editor Héctor Alderete se atreven a publicar esos infundios calumniosos en papel, les haré juicio.

Los mantendré informados.


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