STIUSO / MALÚ KIKUCHI / 2. Tsunamis y cisnes negros
Esperando el Tsunami
JUAN SALINAS / Viene de aquí.
En un momento, Malú Kikuchi se alejó notoriamente del supuesto objeto de su disertación. Fue luego de decir, como ya se narró, que le constaba la existencia de una conversación (quedó tácito que grabada subreptcia e ilegalmente) entre Máximo Kirchner y el diputado Andrés Larroque, en la que el primero le decía al segundo que Stiuso era la principal fuente de flatulencias orales que suele emitir Jorge Lanata, y que otros privilegiados que recibían sus fétida materia prima y obraban en consecuencia eran dos conocidos periodistas de Clarín, el juez Bonadío y los fiscales Campagnoli y Marijuan… lo que permite aquilatar hasta que punto se han pinchado las expectativas de las viudas de «Jaime» y sus patéticos carteles con la leyenda «Yo soy Nisman»: al principio aseguraron que la NSA había grabado una explosiva conversación entre Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Chávez acerca de una futura reanudación total de las (nunca cortadas) relaciones diplomáticas con Irán; pasaron luego a decir que había una charla muy significativa entre Carlos Telleldín y Moshen Rabbani (que aseguran no conocerse) y terminaron con cotilleos como el descripto.
Luego de expresar su acuerdo con la apreciación de Kirchner y comentarle a los veteranos comensales que no se podía esperar que Stiuso abriera su propia bocaza, expresó su esperanza de que antes de las elecciones, cuanto antes mejor, Stiuso «filtre» informaciones que puedan perjudicar el acceso del ex motonauta a la Presidencia. Dijo enigmáticamente:
-¿Qué sabe de Scioli? ¿Qué sabe de Karina Rabollini?.
A continuación, también se dijo, Kikuchi abogó porque Stiuso provea a Lanata de información relevante ya que verlo perseguir a Zannini por las avenidas de NY le había parecido patético. Como es sabido, Lanata se radicará por espacio de seis meses en Miami, dónde se encuentra Stiuso.
Kikuchi dijo con un mohín de desagrado que lo más probable es que las elecciones las gane Scioli en primera vuelta, que ve dificil pero no imposible que Macri logre achicar la brecha que lo separa en las encuestas del gobernador bonaerense porque no se puede confiar en las encuestas: «Ya no se hacen cara a cara, se hacen por teléfono y la gente tiene miedo de contestar.»
En cuanto a Scioli, Kikuchi dijo que no sabe quien es realmente, excepto que «es un señor que quiere ser Presidente». Siguió diciendo que despierta el candidato a vicepresidente, Carlos Zannini, le parece excesivo, y que de la misma manera opina su amigo ¿peronista? Julio Bárbaro, asesor del Grupo Clarín.
«No creo que Zannini siga siendo maoísta», dijo Malú en plan de aplacar a los temerosos. La comunicadora, que admitió no saber quien es realmente Zannini, comentó que «Julio dice que lo conoce hace 28 años y que no le parece muy inteligente», se esperanzó, y agregó a continuación que conservaba una pequeña esperanza de que, de ganar, Scioli la sorprenda gratamente.
-Ya se que no es el ideal, pero aún así el peronismo de derecha sería un gran avance- redondeó.
En este caso, conjeturó, la vida del Presidente correría peligro. «¿Acaso no se cargaron a un fiscal?», preguntó retóricamente, y recordó el caso de Tancredo Neves, el primer presidente civil electo en Brasil tras una dictadura militar de más de dos décadas, que murió misteriosamente en abril de 1985 en vísperas de asumir el cargo. Preguntó si acaso no se podrían cargar a Scioli. «Quizá una infeccioncita en el muñón» dijo, riendo.
-En cualqiuier caso, si gana Scioli evitemos suicidios en masa- siguió bromeando, y encomió el último libro del embajador Abel Posse (al parecer, se encontraba allí, pero el cronista no se enteró mucho porque le estaba dando gracias a una bella camarera que le servía una copa de vino, y cuando volvió en si Kikuchi criticaba a Mirtha Legrand.
-Cualquiera que gane las elecciones va a tener que arreglar con los holdouts y con el FMI, cualquiera que gane va a tener que sincerar la economía. Van a tener que quitar todos los subsidios a la energía-, estimó
También desdeño la posibilidad de que Cristina pueda volver a la Presidencia:
-Acá no volvió nadie excepto Perón… que vino a morir-, dijo.
No entendí el chiste.
Lo que le hizo perder la calma fue la posibilidad de que Aníbal Fernández gane las elecciones en la Provincia de Buenos Aires.
-¡Dios nos libre! – dijo, y caso se persigna y santigua como cuando se rezó un padrenuestro y un avemaría, al comienzo de la comida.
Volviendo a Scioli, Kikuchi se esperanzó con que resulte un presidente como (Harry S.) Truman, del que dijo que era un político gris frente a la brillantez de su fallecido predecesor, Franklin Delano Roosevelt, pero que, sin embargo, a poco de ser presidente se atrevió a ordenar que sendas bombas atómicas fueran arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Un hombre de carácter. De carácter genocida.
-Tengo una pequeña esperanza, no le pongo muchas fichas pero dejo un resquicio de luz- explicó.
En ese momento, un comensal que se destacaba del resto como una mosca en un plato de leche, el abogado Juan Gabriel Labaké (ex democristiano, ex abogado de Isabel Perón, defensor de Alberto Jacinto Kanoore Edul en la causa AMIA, autor de un grueso libro sobre esa causa) un compañero de mesa (ambos parecíamos hacer caído casi al mismo tiempo y como peludo de regalo (luego me aclarararía que solía asistir a a los almuerzos del Ateneo de la República) la interrumpió para recordarle que el eje de su exposición era, había sido, Stiuso, perdón, «Stiles».
-Al respecto, me gustaría que se abordara el tema de la dependencia absoluta de Stiuso de la CIA y el Mossad. El informe supuestamente de la SIDE que presentó Miguel Ángel Toma a principios de 2003 era practicamente una copia del que le habia dado previamente a Toma George Tenet, director de la CIA, con la estricta condición de que el único que lo podía manejar era Stiuso- dijo.
Agregó Labaké que dicho informe permanece secreto, pero que él, despues de arduo trabajo, había podido acceder a una copia.
Recordó luego que habia acusado formalmente a Nisman de «traición a la patria» antes que muriera, y que apenas murió le pidió tanto a la fiscal Viviana como a la jueza Fabiana Palmaghini que citaran a a declarar a Stiuso y le prohibieran la salida del país. Por fin, le pregunto a Kikuchi que participación creía que habían tenido la CIA y el Mossad en los atentados, el encubrimiento, la denuncia de Nisman contra la Presidenta y la muerte de Nisman.
Kikuchi enmudeció. Solo atinó a decir: «Yo no estoy de acuerdo». Y como Labaké repitió pacientemente la pregunta, fue todavía más lacónica:
-Nada.
Entonces sobrevino un momento gracioso, cuando ante el silencio que se hizo en la sala, agregó en delicioso lapsus:
-Los atentados fueron organizados en Israel y punto… en Irán, quise decir.
En ese momento se produjo otro imprevisto cuando un ingeniero que formaba parte de la cabecera de la Mesa, acaso todavía cincuentón, con barba a lo Lincoln y de apellido Lanusse se lanzó a una perorata que comenzó de manera extraña cuando denunció que «estamos infiltrados de cosas oscuras, raras» y luego de parafrasear a la ex vedette Zulma «Lechuguita» Faiad (dijo que era «una militante k» y que había tratado a Scioli de «cagón, un pobre desgraciado») se lanzó a un inflamado discurso en el que propuso a los contertulios (que ya iban por el café y el postre) que votaran a Massa «un hombre de coraje» que estaba dispuesto a impulsar un «mani pulite».
La abrupta intervención del ingeniero Lanusse provocó a su vez la del presidente del Ateneo y de la mesa, el Dr. Diógenes de la Colina, para reconvenirle que no se habían reunido para escuchar propaganda política sino para saber del enfrentamiento entre el superespia Stiuso y el gobierno nacional, y que todo se había salido de madre e ido al carajo. Aunque, claro, no lo dijo así.
-¿Lo que pueda decir Stiuso puede ser tan relevante como para modificar el tablero electoral?- preguntó retóricamente.
Y entonces Kikuchi decepcionó al decir que «Stiuso no va a hablar, eso está descartado» y que nadie sabe lo que pueda hacer público antes de las elecciones pero que no había que desesperar. Recordó que en marzo de 2004 en España estaba descartado el triunfo del candidato del gobernante Partido Popular, Mariano Rajoy, y que dos días antes de los comicios se produjo el atentado en la estación de trenes de Atocha, en Madrid, y ganó inesperadamente el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que dejó picando la sospecha de que espera que se produzca una denuncia resonante contra el gobierno antes de que llegue el domingo de las elecciones.
-Los cisnes negros existen- remató, misteriosa.
Un ‘Cisne Negro’ es un suceso impredecible por ser altamente improbable, y que (casi) nadie espera, cuyos efectos son considerables y susceptible de que después de que haya ocurrido de que se encuentran explicaciones lógicas para que sucediera. Algunos eventos considerados “Cisnes Negros” en la historia, son el crack de la bolsa de 1987, el desplome de la Unión Soviética, la crisis económica de México de 1995, la expansión de la telefonía móvil y de internet, el derribo de la caída de las Torres Gemelas y el terremoto y tsunami en Japón.
En ese momento se hizo de la palabra Armando Ribas, cubano de nacimiento y furioso anticastrista, quien fue presidente del Banco Central cuando a comienzos de los años ’60 del siglo pasado Alvaro Alsogaray fue ministro de Economía.
-¿Y si Estados Unidos no devuelve a Stiuso qué? ¿Vamos a romper relaciones?- se burló riendo.
Kikuchi dijo que le daba una esperanza de que las cosas cambiaran para bien (al cronista le cuesta imaginar que será para ella el bien) porque aunque «los perfunistas tienen las narices más cotizadas del mundo, quienes les siguen en sensibilidad son las de los jueces», que no en vano, recordó, están mayormente contra la Presidenta.
La mención de «la shegua» enardeció a gran parte de la concurrencia. Un señor muy gordo se refirió «a la vergonzosa exposición de la Presidenta en la Asamblea de las Naciones». Mientras lo decía le temblaba la papada, vivo testimonio de que su indignación no era impostada. «Es de una gravedad institucional tremenda que nuestra suerte dependa de lo que pueda decir un espía. Es para ponerse a llorar», dijo, ydesmayó por no entender por qué según las encuestas Scioli está a punto de ganar las elecciones en primera vuelta.
-Pedir racionalidad en la Argentina es casi imposible- rezongó.
Kikuchi quiso reconfortarlo:
-La estupidez no es monopolio de la Argentina-
Expresó seguidamente su esperanza de que pronto se divulgue «un secreto espantoso» que provoque «un paro cardiorrespiratorio» en el electorado.
No obstante, y ante preguntas del público, Malú reconoció que aunque no había leído el mamotreto con el que Nisman acusó a Cristina y a Timerman, un periodista amigo y muy conocido si lo había leído íntegro y le había comentado que era flojo y que en los hechos descriptos «no había nada condenable».
-No fue todo lo contundente que debió haber sido, no la fundamentó (la presentación) como era debido.
A pesar de lo cual reafirmó que a su parecer a Nisman lo asesinaron.
-No sé si fue el Gobierno. Pudo haber sido un pistolero enviado por Irán…- dejó picando.
FIN
-Los cisnes negros existen- remató, misteriosa.
¿ Amenaza o apenas una bravata?
Como decía un gomía cuando éramos jóvenes: Qui lo sa.