DOSSIER SUBMARINO ALEMÁN hundido entre Quequén y Lobería: El gobierno da un giro de 180º y ahora impulsa su identificación
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Con información de diarios locales, La Nación y Clarín.
A Carlos De Nápoli, el primero que la vio.
Hasta el momento, el informe oficial del Estado Argentino (Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina) miente que a la Argentina solo habrían llegado, terminada la II Guerra Mundial, dos submarinos alemanes que se entregaron en la Base Naval de Mar del Plata. Contra esta mentira y las anteriores fue que publicamos en 2002, hace 22 años y en una medio de una enorme crisis, Ultramar Sur, donde afirmamos que cuando menos habían venido a desembarcar en las costas argentinas un puñado, probablemente media docena de U-Boote, en cumplimiento de un plan originalmente concebido para instalar a Adolf Hitler y sus íntimos en la Patagonia. El Estado argentino nunca jamás colaboró en el esclarecimiento de este este tema, históricamente tan relevante (del mismo modo que, a fuer de ser sinceros, los gobiernos de Brasil, no movieron un dedo para esclarecer el hundimiento de su crucero Bahía el 4 de julio de 1945, con todavía más muertos que los del crucero General Belgrano, lo que fue obra del U-977, el segundo submarino que se entregó en Mar del Plata) y hasta hace un par de meses obstruyó de todas las maneras posibles la labor del grupo Eslabón Perdido, del que soy miembro. Hasta el punto de que, como se verá, hay vehementes sospechas de que un buque de nuestra Armada intentó «empiojar» el reconocimiento de los restos fragmentados del U-Boot hundido en las cercanías de Quequén, arrojando una gran cantidad de rejas metálicas sobre ellas. Pero bastó que el sionismo se interesara en el tema, para que la ministra Bullrich le ordenara a la Prefectura que revirtiera su actitud. Me alegro: más vale tarde que nunca. Espero que la posible identificación del submarino (al parecer, de la clase IX) no sea utilizada para demonizar al peronismo. La verdad histórica está en nuestro libro y en boca de Basti en la entrevista con que se abre este posteo. Basti tiene la suerte de vivir en Bariloche, donde se había terminado de consolidar el interés de Carlos De Nápoli por la llegada de los submarinos alemanes.
El empleo de tecnología avanzada facilitó una exploración minuciosa del submarino sumergido. Expertos están examinando componentes clave, como las escotillas y los periscopios. Además, aseguran que se arrojó chatarra intencionalmente para contaminar el entorno.
Se reveló la primera imagen de la expedición al submarino nazi encontrado cerca de Necochea las primeras evidencias indican que las piezas halladas son compatibles con un submarino alemán clase IX utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. Abel Bast, el investigador a cargo de la expedición Eslabón Perdido, reveló que se arrojó chatarra naval con el objetivo de contaminar el escenario y dificultar la investigación.
La exitosa localización de los restos se debe en gran parte a la colaboración de la empresa tecnológica DeepWater, que fue responsable de operar los dos ROV que exploraron meticulosamente los 80 metros de eslora del submarino sumergido. El uso de tecnología avanzada de sonar de barrido lateral e imágenes tomadas por estos vehículos operados remotamente ha proporcionado una visión clara del estado en que se encuentra el naufragio.
Las embarcaciones Kona y Calipso, ambas con base en el puerto de Quequén y matriculadas bajo los números 0316 y 03220 respectivamente, fueron esenciales para llevar a cabo la operación. Esta tarea meticulosa permitirá a los expertos analizar los datos obtenidos y ofrecer más detalles sobre las piezas registradas y el contexto general del sitio del naufragio.
El ingeniero naval Martín Canevaro, presidente del Consejo Profesional de Ingeniería Naval en ese entonces, fue uno de los primeros en examinar los restos. Confirmó que los elementos observados no correspondían a un barco, sino que eran claramente partes de un submarino. Este hallazgo es significativo, especialmente considerando el antecedente histórico de la llegada de submarinos nazis a Argentina después de la guerra.
Entre junio y agosto de 1945, apenas tres meses después de la rendición de Berlín, los submarinos U-530 y U-977 se rindieron en las costas de Mar del Plata, transportando a tripulantes nazis que buscaban refugio en Argentina. Existe incluso una teoría que sugiere que el U-977 podría haber trasladado a Hitler mismo, lo que ha alimentado el misterio y las especulaciones alrededor de estos eventos históricos.
La expedición Eslabón Perdido descubrió el submarino a una profundidad de 28 metros y a solo 4 kilómetros de la costa de Necochea. La operación fue tratada como una escena del crimen desde el inicio, bajo la sospecha de que el submarino fue intencionalmente destruido con explosivos para borrar cualquier evidencia de su llegada a las costas argentinas.
El Ministerio de Seguridad de la Nación, con Patricia Bullrich a la cabeza, junto a Guillermo Giménez Pérez, Prefecto Nacional Naval, y Fernando Rodríguez, titular de la Prefectura en Quequén, ha proporcionado un respaldo continuo a la misión (N. del E.: esto no es verdad, Bullrich recién se puso en movimiento cuando se interesó y se lo pidió la Fundación Reitich, de la colectividad judía de Chile, hasta entonces, como bien narra Basti, todo fue ocultamiento y boicot a la búsqueda de submarinos alemanes hundidos en el litoral marítimo argentino). La financiación y apoyo logístico provino de la Fundación Reitich, fundada por Jaime Philippe Reitich Barón, quien expresó su entusiasmo por desvelar la verdad histórica: «Estoy muy entusiasmado de poder ayudar a conocer la verdad apoyando la Expedición Eslabón Perdido».
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N. del E: La clave de lo anterior se revela en este párrafo del comunicado conjunto suscripto por la Fundación Reitich y Eslabón Perdido: «El año pasado, en declaraciones a la prensa internacional, el doctor Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, exhortó a las anteriores autoridades nacionales argentinas a colaborar con la investigación. En ese sentido, señaló que «en situaciones en las que el gobierno permanece en silencio sobre un tema específico, como el reciente descubrimiento de lo que podría ser un submarino de la Segunda Guerra Mundial, es fundamental que el gobierno responda a cualquier inquietud planteada, independientemente de las limitaciones históricas, políticas o financieras. No hacerlo solo alimenta la especulación y la sospecha”.
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En diálogo con Diario Necochea, Martín Petersen, un historiador especializado en la región, destacó: «hasta el momento los diferentes indicios recolectados por el grupo sugieren la posibilidad de un naufragio nazi en nuestras costas aunque resta confirmarlo mediante fuentes primarias más exactas que las utilizadas hasta el momento». Este comentario refuerza la necesidad de una investigación más profunda para confirmar las hipótesis que rodean este misterioso descubrimiento.
La Prefectura Naval Argentina había autorizado inicialmente la filmación integral del casco del submarino (N. del E.: Esto no es cierto, lo cierto es lo que narra Basti, hasta la aparición de la Fundación Reitich en escena, el Ministerio de Seguridad no autorizaba y ponía reestricciones a las investigaciones de Eslabón Perdido). Las operaciones fueron llevadas a cabo meticulosamente utilizando dos ROVs operados por la empresa nacional DeepWater, dirigida por el ingeniero Carlos Pane. Los especialistas exploraron los 80 metros de eslora del naufragio, capturando imágenes detalladas que ahora son objeto de análisis por parte de un equipo de ingenieros y expertos.
Una Comisión Técnica Evaluadora, compuesta por los ingenieros Hernán Sotero González, Jorge Pereda y Martín Canevaro, está analizando las filmaciones para detallar las características del submarino. Andrés Cuidet y Canevaro, previamente, habían verificado que los restos correspondían a un submarino y no a un barco, identificando componentes típicos de sumergibles como escotillas y periscopios de ataque.
La supervisión técnica científica está a cargo del buzo Fabio Bisciotti (foto) de la Liga Naval Italiana, experto en exploraciones subacuáticas, quien confirmó que se trata de un submarino alemán de la época de la guerra. Bisciotti mencionó que el casco fue destruido con explosivos, «posiblemente para borrar evidencias de la llegada de dicho U-Boot fugitivo a la Argentina», subrayando la importancia de una investigación meticulosa.
El reconocido criminólogo chileno, Gilberto Opazo, se ha unido al equipo para profundizar en la investigación de este posible delito. Además, la embajada de Alemania en Buenos Aires, a través de Constanza Corinagrato de la Sección de Política y Derechos Humanos, comunicó que no poseen indicios de que el naufragio pertenezca a un submarino alemán, declarando: «de momento no hay indicios de que se trate de un naufragio de un submarino alemán. Por lo tanto, actualmente asumimos que no somos los propietarios de ese naufragio».
Finalmente, la detección del submarino fue tan significativa que fue incluido en las cartas náuticas del Servicio de Hidrografía Naval argentino, etiquetado como “casco a pique”. Este procedimiento subraya la relevancia del hallazgo y la necesidad de estudios adicionales para esclarecer completamente los detalles del submarino. Además, tanto el Concejo Deliberante de Lobería como el de Necochea declararon a la expedición de interés público, reflejando el apoyo regional para esclarecer este enigmático capítulo de la historia marítima.
Abel Basti: “Además de que el submarino fue volado con explosivos se tiró chatarra en el naufragio para confundir a los investigadores”
Tras la exploración marítima llevada a cabo el pasado 9 de abril para identificar al submarino hundido frente a Costa Bonita, surgieron revelaciones que arrojan luz sobre uno de los enigmas más fascinantes de la historia naval.
La iniciativa, denominada «Expedición Eslabón Perdido«, logró ubicar con precisión el submarino en las proximidades de la localidad de Necochea, a 4 kilómetros de la costa y a una profundidad de 28 metros.
Los datos obtenidos concuerdan con las filmaciones realizadas por la Prefectura Naval Argentina, que muestran un casco completamente destruido y enterrado hasta la cubierta, con elementos como escotillas, tanques de aire comprimido, agujeros ovales en el casco exterior, bitas de amarre, parte de la torreta y el periscopio de ataque.
Tras la expedición, el lider de “Eslabón Perdido” el periodista e historiador Abel Basti, catalogó como “exitosa operación (Eslabón Perdido) de verificación del submarino alemán hundido cerca de Necochea”. Y remarcó que “el submarino alemán hundido en Necochea fue destrozado mediante el uso de explosivos para borrar evidencia”.
“Además de que el submarino fue volado con explosivos se tiró chatarra en el naufragio para confundir a los investigadores”, aseguró Basti en su cuenta de X.
Estos datos, obtenidos mediante sonar de barrido lateral e imágenes de ROV, serán analizados por expertos para obtener más precisiones sobre las piezas registradas y el contexto general del sitio del naufragio. El lugar está siendo tratado como una escena de crimen, lo que resalta la importancia de reconocer todos los detalles bajo la hipótesis de que la unidad naval fue detonada con explosivos.
La realización de esta operación fue posible gracias a la colaboración del Ministerio de Seguridad de la Nación, encabezado por la ministra Patricia Bullrich, y el Prefecto Nacional Naval, Guillermo Giménez Pérez, titular de la Prefectura Naval Argentina, así como del Prefecto Principal Fernando Rodríguez, titular de la fuerza en Quequén.
La expedición del Eslabón Perdido fue financiada por la Fundación Reitich, cuyo fundador, Jaime Philippe Reitich Baron, busca esclarecer la verdad histórica nunca antes revelada. (N. del E.: Esto no es cierto, hasta ahora Eslabón Perdido, una iniciativa de Basti de la que soy miembro activo, se desenvolvía como quien dice «a pulmón», ojalá a partir de ahora Eslabón Perdido cuente con la financiación que merece… y no se utilice de manera bastarda para embestir contra el peronismo).
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También La Nación se hizo eco de la resonantes novedades, y lo hizo bien:
QUEQUÉN.- A pesar del mal tiempo, con aguas agitadas que complicaron las operaciones, se completó una nueva inspección con vehículos sumergibles operados a distancia que permitió llegar de nuevo hasta los restos náufragos que ratificarían que corresponden a un submarino alemán que participó de la Segunda Guerra Mundial.
A cuatro millas de la playa más cercana, a 28 metros de profundidad, indicaron que pudieron confirmar no solo la ubicación geográfica, sino además elementos “inconfundibles” como la escotilla, la torreta, las bitas de amarre y lo que entienden que sería el periscopio de la embarcación que, además, ahora dan por hecho –y con nueva evidencia- que fue “detonada” de manera intencional para asegurar su hundimiento.
La expedición es una iniciativa de la agrupación Eslabón Perdido que avanzó sobre un dato que confirmó y comunicó al Servicio de Hidrografía Naval, ya que ese casco no figuraba en cartas náuticas. Prefectura Naval Argentina certificó su existencia sin dar mayores precisiones sobre el tipo de buque al que correspondería y los iniciadores, que se aseguraron como descubridores de esta pieza, volvieron al lugar y esta vez afirmaron que tuvieron una sorpresa adicional: la presencia de una suerte de chatarra, esparcida en la zona y de reciente data según los primeros indicios.
“Hay material reticulado disperso en torno al resto náufrago y que no está en las imágenes que tomó Prefectura Naval Argentina con sus ROV”, aseguró a LA NACIÓN Abel Basti, periodista, historiador y referente de Eslabón Perdido. “Pediremos informes para determinar qué embarcación operó en la zona”, anticipó sobre lo que cree que pudo haber sido una maniobra intencional.
El ingeniero civil Hernán Sotero González es el coordinador profesional de esta inspección y más allá de las condiciones hidrometeorológicos adversas quedó conforme con los resultados de esta nueva expedición en la que se pudo trabajar con sonares y vehículos submarinos de manejo remoto que les permitieron sumar más imágenes para analizar así como para afirmar sin dudar que, tapado por arena casi hasta el nivel de cubierta, están los restos de un submarino.
Observación
“Vimos escotillas de presión que no se usan en barcos, escotilla inclinada de diámetro de torpedo que son de carga diagonal, bitas de amarre y cadenas”, enumeró sobre la evidencia entre la que destacó la torreta “parcialmente destruida, con dos deflectores de agua” y, más contundente aún, “un periscopio de ataque con cables recubiertos de caucho desprendidos, que se colocaban en espiral para que cese la vibración”.
“No hay un solo bulón, es todo soldadura”, afirmó Sotero González para ratificar que se trata de una estructura que lejos está de ser centenaria y consideró que, al comparar lo que pudieron ver por las imágenes logradas por ROV con fotografías de época, “todo indica que esta pieza se corresponde con el endoesqueleto de un submarino de la Segunda Guerra Mundial”. Y aclaró: “Nada que ver con los ingleses o italianos”.
El material logrado durante la expedición, financiada por la Fundación Reitich, será analizado con los ingenieros Jorge Pereda y Martín Canevaro, que también participan de esta iniciativa. El trabajo lo compartirán con el perito naval Fabio Bisciotti, un italiano experto en identificación de embarcaciones y aeronaves hundidas en distintas aguas del mundo durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. El profesional, en contacto desde Italia y a partir de los registros logrados por Prefectura Naval Argentina, había arriesgado que ese resto náufrago correspondía a un submarino de la Alemania nazi.
Durante tres jornadas trabajaron en altamar en estos últimos días, con dos embarcaciones de apoyo y con la supervisión de Prefectura Naval Argentina, que autorizó las zarpadas y las tareas.
Basti destacó que como novedad inicial se logró “geoposicionar” por primera vez a este casco. Pero también, con sorpresa, reconoció que aparecieron otras piezas metálicas repartidas en cercanías y que sospechan que pudieron ser “sembradas” de manera intencional. Explicó a LA NACIÓN que se trata de estructuras reticulares que ni siquiera tienen incrustaciones de fauna y flora submarina, por lo que entienden que su permanencia en ese lecho es reciente. “La única explicación es que alguien quiera confundir a quienes estamos investigando”, dijo sin señalar sospechosos pero sí decidido a dar los pasos que se puedan para determinar cómo llegaron esas piezas a esas profundidades.
Signos de explosión
Otro dato destacado de esta incursión es el que da por seguro que ese casco fue “volado” con explosivos. Según el líder de Eslabón Perdido, la estructura está “partida en cuatro partes fuertes”. Sotero González, que es ingeniero estructuralista, afirmó a LA NACIÓN que “los signos de explosión son evidentes”. “Descubrimos un submarino nazi casi en la puerta de casa”, dijo por la cercanía de la costa y advirtió que la decisión de la voladura de la estructura “da mucho qué pensar”.
La conformidad de Basti pasa por la ratificación de los estudios realizados el año pasado por Prefectura Naval Argentina, ahora con algunas aclaraciones y decisiones a la hora de ponerle nombre a lo que se ve. Por ejemplo, donde la fuerza de seguridad hacía referencia a un posible mástil, los integrantes de Eslabón Perdido consideran que es inconfundible y que se trata de un periscopio.
Como próximo paso, anticipó la decisión de ir en busca de la extracción de algunas de las piezas de ese casco hundido a casi 30 metros no solo para hacer peritajes más precisos, sino para que, en caso de confirmarse que se trata de un submarino, disponerlos en un museo para su exposición pública. “Entendemos que se trata de una herramienta que trabajó para la maquinaria del mal y queremos que se convierta en algo que genere un bien cultural para la comunidad”, indicó Basti.
La Fundación Reitich, que financia este proyecto, tiene su origen en Philippe Reitich Baron, empresario que buscó contribuir al bienestar de la comunidad judía en Chile en áreas de tecnología y seguridad. Desde Eslabón Perdido destacaron este apoyo.
POS SCRIPTUM: Si llegaste hasta aquí, es porque el tema de interesa. Agregamos pues la nota publicada por Clarín. Merece la pena.
Una misión para confirmar si un submarino hundido en el Mar Argentino era nazi arrojó datos reveladores
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La agrupación «Eslabón Perdido» envió un robot sumergible a una zona cerca de Necochea para investigar restos hallados en 2022.
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Comprobaron que las piezas son compatibles con un navío alemán clase IX de la Segunda Guerra Mundial y que arrojaron chatarra «para borrar evidencia».
El misterio del naufragio de un submarino frente a la costa de Necochea sumó un nuevo capítulo. Luego de varios años de interrogantes, en octubre de 2022, se confirmó que los restos hallados en el fondo del Mar Argentino, cerca del Puerto de Quequén, pertenecían a un sumergible. Pero faltaba despejar una duda: si ese navío pertenecía a la Alemania nazi. Tras sortear varios obstáculos, una expedición de la agrupación Eslabón Perdido fue a tomar muestras de los restos del submarino para identificarlo.
En diálogo con Clarín, Abel Basti, quien encabezó la misión, explica que las piezas halladas son compatibles con un submarino alemán clase IX, de los que se usaron en la Segunda Guerra Mundial. Se constató que el sumergible fue totalmente detonado “para borrar evidencia” y que recientemente se arrojó chatarra naval con el objetivo de contaminar el escenario.
La primera vez que se realizó un relevamiento técnico de este navío fue a partir de una misión de Prefectura Naval Argentina, en 2022. Las imágenes se mandaron a peritar y las conclusiones fueron que se trataba de un submarino (N. del E. : Esto no es verdad, la Prefectura se resistía entonces a admitirlo y argüia que podía tratarse de otra cosa, tal como va aclarar después la autora de la nota ) con altas posibilidades de tratarse de uno originario de Alemania en la época nazi. Ahora, Eslabón Perdido consiguió los permisos oficiales con el fin de hacer su propia expedición, identificar con precisiones la procedencia y constatar si se trata efectivamente de un submarino nazi.
“La expedición Eslabón Perdido pudo dar con la localización exacta del submarino hundido en proximidades de la localidad de Necochea a 4 kilómetros de la costa y 28 metros de profundidad. Los datos obtenidos son concordantes con las filmaciones realizadas oportunamente por la Prefectura Naval Argentina que muestran un casco absolutamente destruido y enterrado hasta la cubierta. Entre los elementos que se pueden observar se encuentran escotillas, tanques de aire comprimido, agujeros ovales del casco exterior, bitas de amarre, parte de la torreta y periscopio de ataque”, introduce el comunicado de esta agrupación de investigadores que trabajaron con apoyo financiero de la Fundación Reitich.
El éxito del hallazgo se debió, también, a la colaboración de la empresa tecnológica DeepWater, la encargada de la operación: realizó tomas de imágenes mediante el uso de dos ROV (vehículos operados remotamente) que recorrieron de punta a punta los 80 metros de eslora de los restos del submarino. Para las tareas se usaron las embarcaciones Kona (matrícula N° 0316) y Calipso (matrícula N° 03220), ambas con base en el puerto de Quequén.
“Los datos obtenidos por sonar de barrido lateral e imágenes de ROV serán analizadas por expertos a los efectos de que se puedan tener más precisiones de las piezas registradas y el contexto general del sitio del naufragio. El lugar está siendo analizado con las consideraciones de una escena de un crimen, razón por la cual es importante reconocer todos los detalles del mismo, bajo la hipótesis que la unidad naval fue detonada con explosivos”, agregaron en el comunicado que compartieron con Clarín.
Basti, periodista, historiador y quien encabeza la investigación de este submarino a través de Eslabón Perdido, fue el primero en denunciar el hallazgo, en marzo de 2022. Pasaron dos años desde ese momento.
“Pedí hacer este tipo de relevamientos técnicos, pero el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) se opuso aduciendo que eran restos arqueológicos. Entonces, solicité a la Prefectura que hiciera la constatación del naufragio, ya que tiene 80 metros de eslora por 6 de manga y está a 4 kilómetros de la costa. Era insólito que tamaño pecio no estuviera registrado oficialmente. Además, a solo 28 metros del puerto de Quequén”, cuenta Basti a Clarín.
Añade que a raíz de eso, insistió para la verificación “hasta que la Prefectura realizó la misma con un barco, con 20 buzos y uso de ROV, un presupuesto de 64 millones de pesos para el año 2022”. El informe final explicó que efectivamente era un naufragio de 80 metros de eslora, coincidente con Eslabón Perdido. Pero no pudo determinar el tipo de embarcación.
Basti no se detuvo: hizo un pedido de informes al ministro de Seguridad –para ese entonces, Aníbal Fernández– solicitando que se le informara si se trataba de un barco o de un submarino. Le contestaron que no se sabía. Entonces, solicitó las imágenes de Prefectura y, junto a las que habían recabado con su agrupación, las sometió a peritajes.
El primer perito fue el ingeniero naval Martin Canevaro, en ese entonces presidente del Consejo Profesional de Ingeniería Naval. El resultado fue claro: determinó que no se observaban elementos compatibles a barcos, pero sí piezas compatibles con submarinos.
La segunda pericia fue realizada por el doctor Fabio Bisciotti, experto de la Liga Naval Italiana (LNI), quien dictaminó que se trataba de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente clase IX. Bisciotti estableció que el casco fue destruido mediante el uso de explosivos, posiblemente como un protocolo para borrar evidencias de la llegada de dicho U-Boot (Unterseeboot) fugitivo a la Argentina.
Estos eran utilizados por la armada de Hitler. La relevancia de este caso es extrema, ya que en torno al destino del líder del nazismo hay dos teorías: la oficial, que sostiene que se suicidó junto a su esposa Eva Braun, en 1945, en el búnker en el que resistió el avance de las tropas aliadas; y la extra oficial, de su escape de Berlín y su posterior viaje en submarino hasta la Argentina.
El peritaje de la LNI fue elevado al gobierno alemán, que se expidió diciendo que si bien era un submarino no había elementos como para establecer que era de propiedad germana.
Impedimentos a la misión y restos de chatarra para «borrar evidencia»
“A pesar de las pericias, el INAPL se siguió oponiendo a cualquier estudio o filmación. Cuando en realidad son actividades que no están prohibidas, aún cuando los restos sean arqueológicos, ya que la restricción es a no tocar. No tiene peritos, ni ingenieros navales, pero dictaminó que podía ser una ‘estructura portuaria’”, expresa Basti.
“Dijeron que los restos podían tener más de 100 años, que es el tiempo para que se consideren restos arqueológicos. Que si bien no había tornillos la soldadura se inventó en los años 20, y que entonces podían ser restos arqueológicos. A ver, la soldadura se ‘inventó’ en esos años, pero tuvo aplicación naval recién en los años 40”, señaló.
Basti comentó que desde Eslabón Perdido insistieron hasta que, gracias a la intervención directa del Ministerio de Seguridad de la Nación encabezado por Patricia Bullrich, se posibilitó la autorización de Prefectura para la expedición a principios de abril. Este apoyo oficial les representó un gran logro luego de años de impedimentos. Dice que hasta el mismo día de la expedición el INAPL presentó, por suerte sin éxito, una nota para que no la hicieran.
Finalmente, los resultados fueron contundentes y confirmaron los peritajes de la Liga Naval Italiana: “Las piezas son compatibles con un submarino alemán clase IX, no tengo dudas de que es un submarino nazi. Pero estamos analizando el sitio de los hechos. El submarino fue totalmente volado, es un campo de escombros, esto para borrar evidencia”.
“Hemos visto que se ha tirado chatarra naval para confundir. El escenario ha sido muy contaminado, podemos afirmar que con material reticulado que no pertenece al submarino, ni a ningún naufragio cercano. Esto es importante: un delito fue ingresar la nave ilegalmente y desembarcar, otro detonarla y, finalmente, arrojar chatarra encima”, concluye.
Hay un antecedente histórico registrado de submarinos nazis en Argentina: entre junio y agosto de 1945, tres meses después de la rendición de Berlín, los U-530 y U-977 se rindieron en las costas de Mar del Plata. Llevaban tripulantes nazis que habían escapado y buscaban refugio en la Argentina. Incluso, surgió una teoría de que en el U-977 se habría trasladado a Hitler. Más allá de todo, los casos confirmaron que los submarinos tenían la capacidad de cruzar el océano. Desde entonces, se sospecha que no serían los únicos que llegaron al país.
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