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Tenembaum: Por la boca muere el pez

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En su afán de desacreditar a Osvaldo Papaleo, Ernesto TNbaum cayó en su propia trampa. Fíjense.

Tenembaum recurrió a Marcelo Larraquy, que escribió un interesante libro sobre José López Rega. Lo entrevistó por Radio Mitre y consiguió hacerle decir que a mediados de los años ’70 Papaleo habría sido «uno de los brazos políticos de la Triple A».

Fontevecchia, que adelantó que batallaría en defensa de Clarín (los intereses corporativos de los patrones obran estos milagros) publicó a continuación un despacho capcioso (en cuya redacción parece haber intervenido más de un periodista de Clarín) en el que pone como prueba de la supuesta vinculación de Papaleo con las escuadras de sicarios (que diga lo que diga el canciller Jorge Timerman estrenaron el Terrorismo de Estado moderno en la Argentina) que fue sucesivamente gerente artístico de Canal 7 y secretario de Prensa del gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón.

¿Y? ¿Cuál es el vínculo?

Como hace años que estudio el Terrorismo de Estado anterior al golpe de marzo de 1976, me permito hacer un análisis de dicho despacho, pero permítanme recomendarle que lean antes la respuesta de propio Papaleo (en el post anterior) a los ataques que recibió del hijo de Tato Bores, columnista de Clarín. No tiene desperdicio.  

Larraquy dice que Papaleo participó en la estatización de los canales de televisión, 15 días después de la muerte de Perón, en 1974, época en la que «se entraba a los canales a punta de pistola».

«Cuando los representantes legales iban a hacer la denuncia los atendía el (jefe de la Policía Federal) comisario (Alberto) Villar, uno de los jefes de la Triple A, que los echaba. Era el auge de la Triple A, en el que hubo 200 muertos entre julio y agosto», relató.

«Papaleo era gerente artístico de Canal 7, donde levanta el magazine ‘Buenas tardes, muchos gusto’, incluso levantan el programa de Mirtha Legrand, que habla con Isabelita pero no logra que vuelva al aire», siguió diciendo Larraquy. «Por la idea de censura y control de López Rega, también levantan el festival de Cosquín por ser representante del cancionario marxista: la censura y persecución es letal y Papaleo estaba inmerso como gerente artístico e interventor de otros canales», continuó.

Lo de Cosquín no lo tengo presente, pero que la gorilona de Mirtha o Neustadt no estuviera en los canales del Estado… si se acuerdan de aquella época… No sé, me parece que habla más bien que mal del gobierno de Isabel. Igual, insisto, lean la respuesta de Papaleo a Bores hijo.

Señaló luego Larraquy que Papaleo fue luego secretario de Prensa, y cerró el diario «La Opinión» de Jacobo Timerman. «Papaleo acusa de golpista a La Opinion de Timerman y la cierra. Héctor [hijo de Jacobo y actual Canciller] saca en reemplazo el diario La Tarde, en apoyo al golpe de Estado».

Tanto «La Opinión» como «La Tarde» eran golpistas. De hecho, los militares permitirían la reapertura de «La Opinión».

«Papaleo va preso y es torturado. Y el propio Jacobo es torturado por bandas militares de Suárez Mason y Camps», describió Larraquy. «Presentar (hoy) a Osvaldo Papaleo como un militante y compañero es muy impresionante», concluyó.

No sé, quienes no vivieron aquellas época se impresionan por poca cosa. Las cosas son más complejas: yo siento sincero aprecio por el hijo de un dirigente de la JPRA… Y no le guardo rencor a éste, ya que ordenó que me pusieran en libertad luego de que pistoleros de la misma me secuestraran el 12 de febrero de 1976 y una vez encerrado en una pieza de su local, le propusieran matarme.

A ese punto de la conversación,  Tenembaun realizó una aclaración. «El Gobierno hace toda una cuestión sobre quién se sienta al lado de quién. Es muy difícil encontrar gente que esté más a la derecha que la que se sienta con el Gobierno, como Moreno, Moyano y Papaleo», dijo. Larraquy manifestó comprender los casos de Boudou -educado bajo el neoliberalismo-, o Moyano -por una cuestión de pragmatismo-, pero lo de Papaleo le parece, expresó, inexplicable. «Cuando hay olor a Triple A…», soltó.

Recuerdo lo que le dijo Torcuato Di Tella a un tal Lage, que difamaba a Moyano. «¿Qué? ¿Usted defendió alguna vez a los trabajadores mejor que Moyano? Moyano era de la JSP. Y tenía amigos de la CNU… algunos de los cuales (no todos) se integraron a las escuadras de la Triple A comandadas por Aníbal Gordon y Osvaldo «Paqui» Forese. De ahí a decir que era de la Triple A…

Tenembaum fue el protegido de Wenceslao Bunge, que fue socio del general Suárez Mason (cuyo cuñado, el oficial de la Policía Federal Alejandro Alais fue, él sí, un miembro conspicuo de la Triple A)  y apoderado de Alfredo Yabrán, que le confiaba su aparato de seguridad a «Gerónimo» Donda, el marino del «grupo de tareas» de la ESMA que permitió que secuestraran y mataran a su hermano montonero y facilitó la apropiación de su hija.

Al aceptar la ayuda de Bunge, Tenembaum no mostró tantos escrúpulos como ahora muestra Larraquy. Cuyos dichos, me da la impresión,  fueron bastante editados.  

No es el único punto polémico en medio de la denuncia que encabeza el Gobierno nacional en contra de los accionistas privados de Papel Prensa. La revista Noticias publicó en su última edición la feroz pelea en 1976 entre Lidia Papaleo y Jacobo Timerman por las acciones de la papelera; y el hijo de Tato Bores relató cómo Osvaldo Papaleo censuró a su padre cuando éste era secretario de Prensa y Difusión del gobierno de Isabel Perón. Tampoco se desconoce el manejo de los fondos de Montoneros que realizaban los Graiver: en 1974, la guerrilla peronista le había entregado al banquero 17 millones de dólares, una parte del botín que había obtenido por el rescate de los hermanos Born.

Repito: Papaleo aborda parte de estas acusaciones en su respuesta al hijo de Tato Bores. Los 17 milones de dólares que los Montoneros le dieron a David Graiver NO habrían sido invertidos en Papel Prensa, explica aquí mismo (en la nota anterior a la de Papaleo) otro periodista y escritor, Juan Gasparini, a quien algunos acusan de haber sido «El Dr. Paz», uno de los encargados de movilizar aquél dinero.

Pero lo que más me indigna de Tenembaum, es que el mismo repudió ¡No hace un mes! a los que levantan acusaciones con tanta liviandad como él ha hecho con Osvaldo Papaleo.

Bajo el título «Genocidas» publicó el pasado 5 de agosto una de sus habituales columnas en el semanario Veintitrés. «Uno de los aspectos más fastidiosos del debate político actual es la recurrencia a la utilización de dos acusaciones tan repetidas que se han transformado en un pegajoso lugar común. La primera: cómplice de la dictadura. (…) ‘fulano es amigo de mengano que es pariente de zutano cuyo padre en 1977 escribió una nota donde no criticaba las violaciones a los derechos humanos‘. O:¿y que querés que diga si trabaja para tal o cual?‘», comenzaba.

Basta reemplazar «dictadura» por «Triple A» para que le calce el sayo que él mismo cosió.

Lo de Tenembaum, como lo de todo Tartufo, es doblemente fastidioso.


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