¿VOLVEREMOS? Un kirchnerismo blanco y clasemediero no podrá hacerlo sin el movimiento obrero
Los mejores militantes jóvenes del kirchnerismo que conocí en estos años son delegados sindicales que fueron sistemáticamente ninguneados. Gabriel Fernández se queja de la falta de tacto de la conducción del movimiento en el trato con ellos y con sectores de identidad peronista histórica. Concuerdo con él y advierto que hay un consenso general al respecto entre militantes kirchneristas de paladar negro (no funcionarios) mayores de 45/50 años. Consenso acerca de que la debacle comenzó silenciosamente a causa del horrendo modo en que se produjo el rompimiento con Hugo Moyano (recuerdo que Cristina criticó a la CGT -que nunca pisó como Presidenta- desde la UIA) por asuntos tan menores como las candidaturas que el camionero pretendía para Piumato y Plaini. Y, para colmo, porque esas mismas candidaturas no le fueron concedidas a los gremialistas que rompieron con Moyano y reiteraron su fidelidad al movimiento, ni a quienes siempre apoyaron al «modelo» desde la CTA. Ambos sectores siguieron sufriendo el destrato del poder… sin por ello pasarse de bando, como tantos inventos de Néstor y de Cristina: Massa, Losteau, Insaurralde, Bossio…
Para decirlo de modo brutal: Sin en el movimiento obrero, el kirchnerismo no será más que una reedición del mejor alfonsinismo, y La Cámpora, una Franja Morada más radical.
Lean esta valiente nota de Gabriel Fernández. Que da la nota. JS
FPV POLÉMICA
El gran río, los brazos, el delta
Osvaldo Iadarola, de FOETRA, ayer y hoy un sinidicato sostén de la juventud.
Por GABRIEL FERNÁNDEZ / LA SEÑAL MEDIOS – Área rea Periodística de Radio Gráfica
Si abrevamos en el concepto de contradicción, hallaremos varias opciones interpretativas. Nos interesa, sin cerrarnos, esa variante inteligente que mientras admite la existencia del contraste, sabe o al menos intenta, diferenciar entre el principal y los secundarios. Todo esto acompasado por apreciaciones más cotidianas: el ser humano es muy variado, por tanto su proceder es diverso. Y lo es aún cuando proceda colectivamente de modo unificado. ¿Y el movimiento obrero? Ya veremos.
Por estas horas, como ratificando el decir de sus adherentes duros en las semanas recientes, Cristina Fernández de Kirchner se refirió a los “dirigentes sindicales”. Lo hizo con dos asertos esenciales, en pocos minutos de charla grabada por un celular: son todos más o menos parecidos, los metió en la bolsa, y son ajenos, pues los derechos los defiende cada miembro del pueblo sin intermediarios, cada integrante “empoderado”.
Late allí –CFK no lo dice, seamos honestos- pero late, otra dualidad con intensidad política: kirchnerismo – peronismo. De la objeción al reclamo por el impuesto a las ganancias se pasa, en lo tácito, a recriminar ausencias e indisciplinas. Alejamientos. Pero más por debajo aún se palpa, al menos lo siente quien vivió varios períodos y no sólo el más reciente, aquél antiguo disconformismo, aquella lejana incomodidad, de las capas medias del movimiento para con los sindicalistas.
Esto no lo hace saber nuestra líder más votada y sin dudas portadora de logros gubernamentales extraordinarios que hemos marcado sin cesar en estas páginas, pero si lo manifiestan con total franqueza los militantes más duros de su vertiente: ahora no reclaman, ahora donde están, son unos traidores, pactaron con Macri, etc. Usted los lee continuamente, o usted dice y escribe esas mismas cosas lector, y sabe a lo que nos referimos sin exagerar.
Ahora bien, el dilema no es sencillo. Hemos indicado que se trata de militantes de nuestro movimiento; no estamos hablando de esos gorilones que odian a Cristina, al kirchnerismo, al peronismo, al populismo, a Chávez y a todo lo mejor que construyó América latina en la Década realmente Ganada. Por tanto, en primera instancia: tienen pleno derecho a debatir y a plantear diferencias. No viene por ahí la objeción de este texto; ya verá.
Vamos un tranco hacia atrás. Un puñado de dirigentes se desprendió del movimiento nacional hace varios años. Grave error que puede equipararse con el deletéreo concepto de traición. Pero resultaron eso: un puñado de dirigentes que en modo alguno representan a los centenares y más de sindicatos y sindicalistas que permanecieron firmes junto al gobierno nacional y popular. Para empezar entonces, una generalización es injusta, aunque además errónea. Si el conjunto del sindicalismo hubiera aceptado la coordinación de las corporaciones, empezando por Clarín, el gobierno de Cristina hubiera caído antes de los comicios del 22 de noviembre.
Luego, es pertinente señalar que tras la fuga de esos pocos sindicalistas, el gobierno impulsó la creación de una agrupación juvenil asentada en empleados del Estado. Esto hay que decirlo, porque no es eso lo que está mal: ser militante no es ser ñoqui, ser militante es entregar la vida cotidiana al mejoramiento del país. Eso son los pibes a los cuales hacemos referencia. El problema es que un agrupamiento de esa naturaleza, no está en condiciones de conducir hegemónicamente un movimiento bravío como el peronismo y mucho menos, de disciplinar al gremialismo en la Argentina.
No se trata de un deber ser. Es una realidad. La mayoría de los sindicatos argentinos no traicionaron nada en este período. Han crecido gracias al proceso industrializador impulsado por el kirchnerismo, lo han agradecido y han movilizado… hasta que se lo permitió esa hegemonía juvenil. Porque créase o no, en este período los sindicatos integraron a una masa enorme de nuevos militantes de base; delegados, activistas, pibes que también se lanzaron a bregar por un mundo mejor… pero que poseen diferencias sociales con los antedichos.
Meses atrás, cuando todavía el debate en el movimiento se asentaba en quién sería el candidato y si se ganaba en primera o segunda vuelta, un dirigente sindical de extrema confianza dijo a este periodista “estuve pensando; está muy bueno lo de los patios de la Rosada cuando habla Cristina, muy bueno… pero ¿sabés qué? ¡Son patios blancos!”. Le pregunté que quería indicar y explicó: “Nuestros pibes no pueden entrar, van y quedan afuera, después ya no van, es todo de La Campora, y nada más, son chicos macanudos, pero están dejando fuera a trabajadores de su misma edad, que quieren ir a ¡respaldar a Cristina! Ahí tenemos un problema”, señaló, perspicaz.
Y más. En diálogo más reciente con un sincero –en privado- militante de la famosa agrupación juvenil en cuestión, aseveró: “También ¿era necesario que tuviéramos todos todos los cargos en las listas y la mayoría de los funcionarios en los ministerios?”. Está claro. Quien suponga que esto es propaganda de La Nación que lo crea y entonces no se habla más, la verticalidad se impone para todos y todas y no se discute nada. Pero el movimiento nacional discute, corcovea, se enoja y plantea. Porque si no, los errores se repiten. Por ejemplo: ¿A nadie se le ocurrió que los sindicatos afines, los que se quedaron valga la reiteración, merecían puestos adecuados en el Ministerio de Trabajo? ¿Nadie supuso que para mejorar la actividad electoral el sindicalismo tenía derecho a insertar candidatos en las listas?
Pregunta simple: ¿Por qué no?
Es decir, el alejamiento se fue construyendo paso a paso, desde la asunción de Cristina hasta el presente. Derivó en la formación de un frente con identidad peronista al costado del Frente para la Victoria –a nuestro entender el FPV es la verdadera representación del movimiento nacional- y concluyó con una fuga de votos apreciable. Esos votos no podían ser contenidos en su totalidad porque estaban influenciados por otros factores, especialmente mediáticos, pero si parcialmente de haberse elaborado con más tacto el vínculo con el movimiento obrero organizado y con sectores de identidad peronista histórica.
No renegamos de nuestras palabras: hemos señalado oportunamente que el pueblo argentino vota populismo de centroizquierda y podemos realizar una narración ajustada, comicio por comicio en el orden ejecutivo nacional, que refrenda el comentario. Alguien dirá que los sindicatos no encarnan claramente ese perfil de centroizquierda. Entonces señalamos: no conocen a los gremios y a sus dirigentes que quedaron de este lado de la línea; no son nazis, ni fascistas ni corporativistas. Son compañeros con ideas bastante avanzadas y ya muy distantes de Moyano, ni qué hablar de Barrionuevo o Venegas. No los conocen porque muchos militantes de las capas medias también se guían por la orientación que reciben de los medios concentrados.
Pero además: no hay populismo sin sindicatos. Lo que es decir, como hemos indicado: no hay proyecto nacional sin movimiento obrero. La ausencia de Moyano se hizo sentir por su capacidad para arrastrar a la UTA, por la incapacidad propia para retener a la UTA, pero sobre todo por el destrato oficial hacia los sindicatos que se afirmaron en la defensa del Proyecto Nacional y Popular sin recibir un reconocimiento adecuado. Sin cámaras ni medios para hacerse ver y oír (salvo los nacional – populares carentes de financiamiento) y sin reuniones adecuadas con las áreas de Economía, Trabajo y Desarrollo Social.
Ahora bien. Todo este texto tiene la intención de amalgamar lo que se está desperdigando porque ya está visto que con una sola vertiente –el kirchnerismo- aunque sea la más votada y la más movilizada, no se logra vencer. Vencer en toda la línea, no sólo electoralmente, si se entiende. Y porque la reverberancia callejera de la adhesión del movimiento obrero organizado es una de las grandes armas culturales del movimiento nacional para combatir las campañas comunicacionales imperiales. Porque el kirchnerismo es un peronismo y no puede desplegarse sin integrar a su contradicción previa, no antagónica. Si la niega, pierde un componente de la elaboración.
Si el kirchnerismo no es un peronismo, como pretenden algunos entusiastas, entonces el kircherismo es una agrupación de clase media motorizada por individuos desorganizados que se juntan en una plaza convocados desde las redes sociales para efectuar demandas justas. Eso está muy bien pero con eso no se ganan las elecciones ni la hegemonía cultural nacional. La responsabilidad siempre recae en el liderazgo mayor. Entonces, este es un texto, también, destinado a respaldar a Cristina Fernández de Kirchner. A plantearle que sin el peronismo y sin el movimiento obrero organizado, ella pasaría de ser la jefa del movimiento en general, a la jefa de La Cámpora. Y lo que queremos es que asuma integralmente el liderazgo.
Pero el liderazgo está relacionado con la persuasión. Cada sector debe sentirse reconocido por el conductor, porque cuando hay zonas de exclusión la intensidad militante baja y los compañeros no saben bien qué hacer para apoyar un proceso que apoyan. Es común entre los dirigentes que arriban al peronismo desde la izquierda malinterpretar nuestra historia y presuponer que este movimiento es elementalmente vertical. No lo ha sido, ni con Perón, no lo es ni puede serlo, pues sus variados componentes encarnan fuerzas reales que batallan por salir a luz, expresarse y obtener cuotas de poder decisorio. Por tanto, tampoco es “elemental”: eso del choripán es un problema de La Nación y satélites, pero las ideas que fluyen por estos barrios son bien complejas.
Desde Jauretche y Scalabrini hasta Ubaldini, desde Cooke hasta Laclau, desde Rearte hasta Ongaro, desde Walsh hasta Ferla, desde el programa de Huerta Grande hasta los 23 puntos de la CGT, desde Perón hasta Cristina pasando por Néstor, por sólo citar un puñado, se registran dentro del peronismo tremendos y violentos debates democráticos –si, como discute nuestro pueblo, con energía y participación- que a su vez encarnan intereses profundos y vigorosos. La anulación de esos cruces a través de la hegemonía verticalizada sobre una agrupación, que además carece de la organización social de base adecuada, resulta letal y fuerza que los planteos emerjan descoordinados por aquí y por allá. El intento de encauzar esa trayectoria en pensadores como Ricardo Forster, una simplicación costosa.
Es claro que Cristina es jefa y cabalmente representativa. Es claro que La Cámpora es numéricamente importante y ha canalizado una militancia joven y valiosa. Lo que no es claro es porqué la líder y sus compañeros no dialogan con el resto del movimiento para incluirlo y potenciar así su propio desarrollo. Ahora bien, si quienes ocupan ese lugar recurren a la sencilla caracterización de toda disidencia como traición (a este periodista, por caso), estaremos condenados a configurarnos como una vertiente de los sectores medios altamente movilizados pero sin posibilidades cabales de victoria ante deficiencias para abarcar el arco social propio.
Y además, sesgando hacia un detalle: ¿quién fue el genio que desde Canal 7 dispuso en los últimos tres años que en los actos públicos y masivos del oficialismo se enfocara sólo las banderas de La Cámpora? ¿Creyeron que no se notaría que volcaban la cámara cuando arribaban el Evita, el Kolina, los sindicatos, los agrupamientos sociales? La dirección periodística de las transmisiones de esos magníficos eventos logró transformar enormes movilizaciones populares en festivales de muchachos porteños. Lo cual se constituyó en un verdadero festival para los medios concentrados.
En la lectura del tiempo histórico corto, puede suponerse que el kirchnerismo inventó todo desde la nada. Esa puede ser incluso, la legítima percepción de sus hacedores. Legítima pero equivocada. El pensamiento nacional con epicentro en el forjismo, el movimiento obrero pese a las defecciones y las organizaciones sociales en el último tramo del siglo anterior, mantuvieron banderas que fueron retomadas. La gran gesta del 19 y 20 de diciembre del 2001 quebró la cerviz del neoliberalismo y abrió las puertas al paso de la historia. Felizmente, el kirchnerismo observó esa herencia, se montó sobre ella y condujo la nación hacia un progreso que años antes resultaba impensable.
La admisión de ese decurso enriquece. Es doloroso que algunos compañeros supongan que desmerece los logros del tramo reciente: los realza como parte de una historia de luchas sorprendente, inteligente y heroica. Pero algo más para terminar: es preciso sacudirse esa prevención social en contra de los sindicatos. Ese gesto cultural que aleja porque lleva a percibir ajenidad sobre un espacio vertebral del movimiento nacional y popular, y por lo tanto del Proyecto que con gallardía el kirchnerismo ha llevado adelante.
Los cambios los hacen los pueblos. Las franjas militantes contribuyen a acompañar, esclarecer y organizar. Cuando se alejan y pretenden decirle a los pueblos todo lo que tienen que hacer, están sustituyendo sus organizaciones, pero sobre todo sus ritmos, sus culturas, sus representaciones genuinas. Estamos a tiempo de ensamblar lo propio. Somos una potencia extraordinaria. Podemos ser una totalidad sin abandonar nuestras concepciones parciales.
Hace unos años escribí este texto: En esos años cantaba/cantábamos “se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical”, y entonces me dije/nos dijimos, tenemos que dedicarnos a construir un sindicalismo que “represente realmente” a los trabajadores, porque todos somos trabajadores, y estos tipos que criticamos ni son trabajadores ni representan a nadie, sólo les interesan su enriquecimiento personal, su figuración. No dudan en utilizar cualquier medio para conseguir sus fines inconfesables. Pero no pudimos. Y luego vino la dictadura genocida, y la primavera alfonsinista, y el desastre menemista, y la Alianza disgregadora y… hoy. ¿Y qué pasó con esa burocracia, esa forma de hacer política? Esa burocracia se fue mimetizando, se fue transformando, empezó a utilizar guante blanco, se transformó en “burocracia combativa” según la ocasión. Se acomodó a las políticas de ajuste y del discurso único privatizador y tupacamarizador del Estado, sustentó la flexibilización laboral, y renegó del discurso simbólico y de las realizaciones del peronismo, bancando la resignación del encuentro con el asesino Rojas y el indulto a los genocidas de la dictadura sangrienta. En ese marco de entrega del patrimonio real y simbólico, de menosprecio por la sangre derramada por los mártires de la lucha popular, se transformó en gerente del ajuste y resignificó del modo más perverso la historia del peronismo, apropiándose de las consignas para difundirlas por celulares y solicitadas, acordándose de Perón y Evita sólo para mostrarlos como iconos vacíos de contenido popular. Con el verso de la caída del Muro de Berlín y la necesidad de actualización comenzaron a comprar campos y caballos de carrera, pareciéndose cada vez más a la oligarquía que tanto detestaba Evita. Esa burocracia sindical, travestida ahora recientemente en fervorosa kirchnerista después del 25 de Mayo, es la que organizó el traslado de los restos del general, no para el conjunto del pueblo sino para seguir apropiándose del pasado, ahora con el cadáver del viejo león herbívoro. Por eso creo que no fui a San Vicente.http://www.pagina12.com.ar/diario/cartas/24-75035-2006-10-24.html Hoy creo que tiene la misma vigencia. Desde mi verdad relativa el dirigente camionero, piumato, los otrora jóvenes brillantes del peronismo, cavalieri y etceteras son corchos y solo les interesa su figuracion y posicion personal y por lo tanto traidores al movimiento obrero y al pueblo.
hace mucho tiempo que no encontraba palabras tan certeras. yo soy docente, más bien viejo, vengo desde la izquierda y hoy soy casi violentamente k. no me interesa un puto cargo en ningún lado y sólo quiero jubilarme y ver a mis hijos ocupar su lugar en la lucha inacabable, la de siempre, la de pelear por nuestros derechos. sin que los asesinen como en el ´76 ni los echen de su honesto laburo por pensar distinto. pero sí tengo muy en claro una cosa. el único que puede enfrentar y voltear a mugricio es el movimiento obrero. yo estaré en ésa lucha con cada átomo, por el futuro de mi país, de mis hijos y de mis alumnos. como dije, no lo voy a hacer por ganarme un cargo. lo voy a hacer porque creo que es lo correcto. y ni siquiera se me ocurre la idea de pensar que alguien tenga que agradecérmelo de ningún modo. hasta la victoria siempre!!!
Osea q perdimos x la política de alianzas?Cuando vamos a volver a hablar de la Liberación Nacional?? Hay q dejar de perder el tiempo de una vez y hablar de lo q hay q hablar.
Estan despidiendo gente de a miles. Y los lideres sindicales? Bien gracias.
Me parece muy apropiada la reflexión. Me pasó que cuando militábamos la campaña de Daniel Scioli, el 25 de octubre del año pasado en el Luna Park hubo un gran vacío en la gradas reservadas al movimiento obrero y uno de los organizadores del Luna Park al finalizar el discurso derrotista (de la primera vuelta) que dio Daniel, me hizo un cuestionamiento «¿y dónde se supone que está la columna vertebral del Movimiento?» a los que ypnle respondí»Nada se le dio al movimiento obrero,¿porque me reprochas? Cuando si aún estamos acá algunos es más por convicción que por la participación política que nos han brindado.»- A lo que como era de esperarse no supieron contestarme.
Aunque creo que hasta la palabra «Volveremos» es inapropiada, no debemos volver ¿a donde debemos volver? ¿Qué tipo de peronismo queremos? Creo que la gente no quiere volver, la gente quiere avanzar. El proyecto nacional habla de un proyecto, de una expectativa superior para el gran Pueblo argentino. Por eso más que volver, hay que renacer. Más que un periodo de resistencia estamos en un período de reorganización y de construcción. Tal vez vuelva un kirchnerismo-peronismo, pero no debe ser lo que ya tuvimos y permitió construir una etapa (la década ganada), debe ser algo fresco a los tiempos que corren, sin dejar de lado las banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política que son espíritu de empuje y objetivos inclaudicables de nuestro movimiento es su conjunto.
jonathan acertas para esta etapa coincido con vos «Por eso más que volver, hay que renacer.»
Efectivamente, no nos será posible volver como lo que fuimos. Tenemos que ofrecer algo nuevo, renovado. Tenemos que discutir el modelo extrativista, la soja y Monsanto, la industria automotriz, la utopía de un consumo siempre creciente. No solo podemos volver, sino que es un deber. Pero no podremos hacer sin debatir estos asuntos… sin por ello dejar de ganar masa crítica. Porque tampoco podremos volver si queremos que todos sean buenos.
Lamentablemente el sindicalismo ya esta acomodando la carga a los nuevos tiempos. Los muchachos saben de los cambios en la dirección del viento. Vandor contra Perón, Moyano contra Cristina. Es cierto, no todos. Pero fueron los sindicatos combativos los que trajeron al viejo. Y ahora, donde esta el sindicalismo combativo, en los municipios, en el Congreso… Silencio de radio. Los pibes de la clase media y los obreros jóvenes militan mezclados al margen de esas estructuras negociadoras. Es un fenómeno nuevo, espontáneo, que tenemos que escuchar. Lo inorgánico se torna virtuoso cuando el pueblo retrocede y cómo retrocede. Se reorganiza, claro que a partir de lo que se le ofrece, pero elije y le da el color a lo que se le presenta. No es espontaneismo, es modestia, reconocimiento de que esta derrota es de todos, humildad decía Evita. El heredero esta enojado y triste, aunque tiene mucho para decir.
Hace tiempo vengo hablando con compañeros de diferentes sectores y edades y, a grandes rasgos, compartimos totalmente el contenido del texto. Yo soy peronista, tengo 23 años. Creo realmente en la reconstrucción del movimiento peronista con una pata sindical y estudiantil democrática y participativa, que incentive el debate y presione a nuestros conductores a no achancharse. Muchas gracias por este aporte tan valioso al debate que nos debemos
MASSA TAMPOCO ES UN TRAIDOR HDMP
Y además, sesgando hacia un detalle: ¿quién fue el genio que desde Canal 7 dispuso en los últimos tres años que en los actos públicos y masivos del oficialismo se enfocara sólo las banderas de La Cámpora? ¿Creyeron que no se notaría que volcaban la cámara cuando arribaban el Evita, el Kolina, los sindicatos, los agrupamientos sociales?
al fin alguien lo escribe. gracias
Perdon si no respondo directamente a tu pregunta. Hoy por hoy creo que hace falta mucha union para hacer frente al «Cambiemos». No lebanto banderas por nadie en particular, pero creo firmemente que hay que buscar los lideres y ajuntarse en bloque atras del FpV. Saludos cordiales
Hablamos mucho de peronismo. Me gustaría saber de que, concretamente, estamos hablando.
Estamos hablando de Peronismo, del peronismo o del partido Justicialista?
Estamos hablando de Movimiento Obrero, Sindicatos Peronistas o de Sindicalismo?
Sabes que pienso?
Que el PJ no existe más, que la tradición sindicalistas esta pérdida y que ya no representa nada.
Y acá estamos, queriendo acelerar los tiempos.
Pero hay algo que aprendí. Las diferentes organizaciones partidarias y sindicales convocaban a la despedida el 10 de diciembre y la plaza llena fue el 9. Fue el pueblo libre y soberano que se hizo presente.
Esa es la historia que escribe el Kirchnerismo. Un movimiento de base que no se ata simples representantes pero si acepta la conducción de una mujer.
Capaz hagamos sido partícipe del momento político más sublime de los últimos 30 años de vida en democracia.
Hace 5 años se lo dije al ex diputado Ariel Pasini para hacerle llegar al cuervo larroque una propuesta para acercar a La Campora a sectores importantes del MOO. Yo particularmente me comprometí hacerlo en la organización a la cual pertenezco. …todo quedó en ninguneos. …no obstante el tiempo no se ha perdido aún y los sectores juveniles si no realizan una estrategia en común con el sindicalismo argentino terminan con la Coordinadora Alfonsinista.
Comparto lo escrito por Fernandez, los sindicalistas fuimos destratados e ignorados como si no fuéramos una parte importante del movimiento, tan o mas leales que La Campora.
Coincido en la necesidad de que tengamos un Movimiento Sindical fuerte, y que ése fue uno de los pilares que no construimos.
Disiento en la interpretación tan literal del breve comentario de Cristina: es obvio que se refería al sindicalismo patronal, que pasó de rottweiler a caniche toy. A esa minoría traidora que -no seamos ingenuos- en el 2011 quería bastante más que 2 candidaturas. Esa generalización NUNCA debe interpretarse como un intento de estigmatización del movimiento obrero y sindical, al que ella jamás dejó de mencionar en cada acto (las transmisiones sí permitían ver sus saludos a los compañeros de la UOCRA); me permito pensar que esa premisa universal positiva (A) es una contestación a esos dirigentes jurásicos que viven llenándose la boca hablando de «los trabajadores», como si ellos representaran y pelearan por la totalidad. No hace falta ser Gramsci para entenderlo: con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes.
Volviendo al principio: urge renovar estructuras y oxigenar, impulsando juventudes sindicales. Desafiar a Moyano, Fernández, Venegas y Barrionuevo… exponiéndolos como los dirigentes que no alertaron al pueblo trabajador acerca de las consecuencias que iba a traerle al conjunto el triunfo del neoliberalismo de Macri. Para dar sólo un ejemplo, en la ciudad de Córdoba (75% votó a Macri) muchas personas jóvenes que ingresaron a trabajar al sector automotriz seguramente eligieron a su verdugo, aún con el Sec Gral (Omar Dragún) de Smata apoyando a Scioli. Entonces, ¿dónde está la conciencia de clase? Un amigo que labura en la FIAT me contó que jamás se les acercó un delegado ni nadie del Gremio para hablarles en relación a las elecciones.
Para finalizar: creo que en esa afirmación tan tajante que hacés de clase media blanquita estás ninguneando que a las Plazas también va gente laburante y morocha, humilde. Ojo con ser exégeta de generalizaciones y después caer en ellas.
Abrazo y gracias por aportar este punto de vista casi siempre ninguneado. Urge que recuperemos el movimiento obrero como parte sustancial del Proyecto.
pero que no habia que romper con Moyano? tiene un proyecto de derecha sindical, no nos olvidemos de su pasado con la CNU y JSP en Mar del Plata y varioas cositas mas de su pasado mejor no hablar, otra cosa es un acercamiento con el movimiento obrero y diria mas formar una agrupacion nacional kirchnerista en el movimiento obrero una pata sindical pero para que metemos a los Moyanos y los COVELIA SA, los piumato etc de la dirigencia sindical traidora
ydespues la pata radical o el kirchnerismo blanco que se parece al alfonsinismo si empezamos asi queriendo sacar y no incluir en una perspectiva mas transversal reordenando los melones del campo popular y sacando un poco mas todas las contradicciones que todavia tiene y son muchas el peronismo y el kirchnerismo esto lo va a ganar de nuevo la derecha rancia en el 2017 y el 2019
Desde mi visión, hay que discutir si el peronismo debe seguir siendo un «movimiento» como lo creó Perón o un verdadero partido político de centroizquierda que sea la contracara opositora a la extrema derecha que hoy nos gobierna. Porque esa idea del movimiento lleva consigo la presencia de personas de ultraderecha como Menem, Duhalde y sra, De la Sota, Mazza, etc que hoy acompañan a Macri como lo hicieron con Menem. Y con estos personajes va a ser difícil ponerse de acuerdo. Así y todo deben seguir vigentes las 20 verdades peronistas como base partidaria y separar bien las aguas, la centroizquierda y la centroderecha no pueden convivir en un mismo espacio, hay contradicciones ideológicas y metodológicas irreconciliables. De todos modos hay que dialogar con todos, porque como decía Perón «si querés llegar con los más buenitos, llegas solito» . Coincido en que Cristina, a la que admiro profundamente por su coraje, tenacidad y capacidad de conducción, ninguneó un poco a muchos Sindicatos. No acudió a la CGT. No los hizo sentir parte del gobierno nacional y popular. Debió haber solucionado el tema del Impuesto a las Ganancias 4 Categoría que tanto le reclamaron, que según ella afectaba sólo a 1.100.000 trabajadores. Perdimos por 700.000 votos. El Movimiento Obrero Organizado es la columna vertebral del Peronismo y de su protagonismo depende el futuro del Partido.
Claramente lo saben no soy Moyanista, mas allá de eso, o se une el movimiento obrero como columna vertebral de la lucha y resistencia de nuestro pueblo, o nos pasan por arriba.
Hago mía esta reflexión de mi estimado Cro. Leandro Vallejos Arce: «Excelente material de debate, si Moyano no sería Hugo, esta editorial con algunos ajustes marca un camino.»
y agrego la reflexión final de la CGT
«La unidad de los trabajadores como respuesta.»
La unidad es siempre el resultado, nunca el punto de partida. Es trabajosa, exige muchos sacrificios y resignaciones. Debemos alcanzarla con esmero, porque las bases sobre las que se asienta seguramente será fruto de la paciencia y el consenso.
Todos sabemos que, como hay multiplicidad de intereses, también existen diferentes variantes de unidad. Todos válidos, algunos antagónicos entre sí, otros no tanto; pero está en nuestra habilidad el transformar el antagonismo en contradicción.
El antagonismo es siempre uno contra otro, de pelea, donde el triunfo de uno supone la derrota del otro o su sumisión, o lo que es peor, el rencor y el enfrentamiento eterno.
Nosotros sabemos muy bien qué es esto, y a lo largo de la historia pagamos costos increíbles por conductas antagónicas que fueron aprovechadas por nuestros enemigos ideológicos para vencernos, y desprestigiarnos ante nuestras bases y la sociedad.
Si somos inteligentes, podemos transformar ese antagonismo letal en una contradicción virtuosa. Vamos a tener nuestra tesis y nuestra antítesis, pero encontraremos la síntesis superadora, en la que las posiciones se reencuentran para marchar juntos.
Esto es la unidad; no es la derrota de nadie, sino el triunfo de todos.
Es lo que debemos hacer, por nuestro interés, por nuestras bases, por nosotros mismos y, sobre todo, porque nuestros adversarios están seguros de que no lo haremos. En eso, en que no hagamos la unidad, ellos basan sus planes de triunfo, que no sería más que nuestra triste y estrepitosa derrota.
COMUNICADO DE LA CGT (completo)
«EMERGENCIA ESTADISTICA Y PACTO SOCIAL»
La situación actual del país, las perspectivas de su evolución en el corto y mediano plazo y los posibles cursos de acción, son cuestiones que debemos abordar a la luz de la realidad, marcada no solo por lo que para las nuevas autoridades constituye la “herencia” del gobierno anterior, sino por las medidas que vienen implementando desde su asunción.
Es evidente que quienes menos tienen, buscan en nuestras organizaciones la fuerza de la solidaridad que les dé voz a los sin voz. Por mucho tiempo se pretendió mantener en un estado de “limbo” a problemas que no solo estaban a la vista, sino que de manera negligente se negaban para no encarar sus soluciones; como en otros ciclos históricos quienes gobernaron tejieron un sueño de perpetuidad, a expensas de los más humildes que solo reciben promesas y migajas de una riqueza que ellos ayudaron a cimentar.
Los problemas que aquejan a los más humildes están signados por el desorden de una ficción económica supuestamente exitosa pero su manejo digitado, deliberadamente, en favor del grupo de los poderosos acarrea los males sociales de la inequidad, la injusticia y la ausencia de futuro.
Una breve síntesis de los datos económico-sociales lo demuestra con total claridad:
El escenario socio-económico
La inflación en los últimos años ha tenido un crecimiento de más del 90% (27% en el año 2013, 35% en 2014 y 29% en 2015). La parte más importante de ese porcentual fue producto del aumento en los alimentos y gastos de vivienda, seguido por el transporte en todas sus variantes. Como se ve, todos esos elementos son de consumo primario de una familia y, por lo tanto, quienes más sufrieron ese impacto son los menos pudientes. Si bien se intentaron, más como efecto mediático que como resultado efectivo, medidas como el Programa de Precios Cuidados, solo se mantuvo para cierto sector de alimentos y concentrado en grandes urbes. La mayor parte del país (el interior profundo) quedó exceptuado de este régimen de control de precios. La clase política dirigente es responsable por la mala implementación y la clase empresarial es culpable por su afán de lucro aun a expensas de quienes menos poseen.
Son estos mismos empresarios que reclaman reglas de juego claras los que saquean de los beneficios del trabajo digno al 38% de los empleados que están en situación irregular, es decir son los esclavos del “trabajo en negro”. Si bien es el Estado, con su poder de policía, quien tiene la función de garantizar la regularización de los trabajadores y la sanción de los empleadores, son estos últimos quienes, en el momento de dar empleo a un obrero, deciden evadir sus obligaciones y condenar a sus empleados a la exclusión de la atención de una obra social para su salud y la de su familia, la de aportar al Sistema de Seguridad Social y el de dejarlos sin coberturas en caso de enfermedades y accidentes del trabajo. Otra vez el afán de lucro puede más que la sensatez. No es poco que cuatro de cada diez argentinos que logran tener empleo queden fuera de la ley. No por propia decisión. Sus urgencias los condenan a aceptarlo.
Del total de la Población Económicamente Activa (PEA), poco más del 8% está desempleada y otro tanto posee un empleo precario o trabaja menos horas de la que dispone para hacerlo. Es decir que ese 16% debe sumarse al de trabajo en negro para concluir que el 50% de los trabajadores en la Argentina está en esa situación a la que, de una vez por todas, hay que solucionar: o es desempleado; o posee un trabajo precario; o trabaja menos de lo que está dispuesto a hacerlo o es un trabajador irregular. La mitad exacta de la PEA, que es la que produce el Producto Bruto Interno con el que el país debiera crecer, la famosa plusvalía que va a parar a los bolsillos de la clase más rica.
Estos datos se reflejan en el total de la población argentina con un índice de pobreza cercano al 28%. Más de 12 millones de personas no consiguen los ingresos mensuales indispensables para concretar una canasta básica de alimentos y servicios que les permitan salir de esa situación. Un 5% está en una situación peor. Son indigentes que suman más de 2 millones de personas que no logran los alimentos indispensables para cubrir los nutrientes necesarios para vivir y crecer. La mitad de ambos porcentajes son niños y adolescentes. Es una realidad que no solo tiene consecuencias inmediatas en quienes la padecen, sino que constituye una trágica hipoteca del futuro de la Nación, ya que la pobreza se asocia inevitablemente a inconvenientes en la salud, la educación, la vivienda y la socialización.
En definitiva, de lo que se trata es de rediscutir la distribución de la riqueza en la Argentina. Los últimos informes del Observatorio Social de la CGT muestran de manera patente cómo el 70% del Producto Bruto Interno de nuestro país sigue yendo a parar a las clases propietarias de la tierra, la renta y el capital. Los dueños de la fuerza laboral, los trabajadores, solo participamos en un 30%. Es decir que el modelo de concentración de riqueza no solo se ha mantenido, sino que se ha profundizado en modo inequitativo, quedando en manos de los inversores, a expensas de quienes la producen con la fuerza de su trabajo. Es necesaria su corrección, para lograr un modelo de país en el que la Justicia Social se haga “realidad efectiva”.
Ese diagnóstico económico-social, conocido de sobra y padecido a ojos vista por los argentinos, ¿qué respuesta halla de parte de las nuevas autoridades?
Es posible llegar a un acuerdo
El nuevo gobierno se ha manifestado interesado en llamar a un “Pacto Social”. De sus propias declaraciones y actitudes, surge con claridad que se trata de uno de características muy distintas al que nos hicimos la idea. Buscando un modelo ya llevado adelante por Perón, donde no fueron ajenos los conflictos gremiales y tuvieron incluso gran intensidad. Pero en todas esas ocasiones, el Estado arbitraba, no se desentendía de esa función básica, y al arbitrar en los conflictos, su Norte era el interés de la clase trabajadora y, en especial, de los sectores más humildes. No se dejaban las soluciones libradas al mercado o a promesas de derrame de la riqueza, sino que la política giraba alrededor de una expresión que ya dejó de ser patrimonio exclusivo peronista: la Justicia Social.
Si realmente lo que se busca es un genuino Pacto Social, siempre nos encontrará abiertos a la discusión franca y superadora, claro que sin agendas restrictivas que pretendan, conculcar nuestros legítimos derechos.
¿Qué vemos hasta ahora? En los escasos 30 días de ejercer el poder, vimos que los problemas del sector agrícola-ganadero y, por extensión, de la agroindustria encontraron respuesta casi inmediata, al igual que los sectores industriales independientes del complejo rural. Simultáneamente, una devaluación violenta produjo una transferencia de recursos causando un deterioro mayúsculo en los ingresos de los trabajadores.
Como si esto fuera poco, una explosión de precios en todos los rubros que componen el consumo popular obligó a las autoridades a usar mecanismos y lenguaje propios del anterior gobierno, como el de “Precios Cuidados”.
Esta “saga” de malas noticias continúa para los trabajadores argentinos, con los anuncios de fuertes ajustes en las tarifas de servicios públicos, a pesar de que los cortes de energía son una constante; cancelación de contratos laborales… en una palabra, el Estado ajusta, transfiere ingentes recursos al agro y la industria, devalúa y favorece el descontrol de precios, y a los trabajadores ni siquiera se nos convoca para conocer nuestra opinión. En cambio, no se priva de decirnos que seamos “cuidadosos” con nuestras demandas salariales porque peligra el empleo y que las mejoras tienen que estar sujetas a la productividad mientras que el ausentismo es uno de los principales males del proceso productivo.
Sin lugar a dudas no parece que estas sean las mejores bases o principios para un verdadero Pacto Social, en el que la justicia y la equidad sean los factores que permitan alcanzarlo e implementarlo.
Debe saber el actual gobierno, que los trabajadores y sus organizaciones pueden ser sus mejores aliados en un genuino proceso de desarrollo y crecimiento porque si buscamos genuinamente un Pacto Social, debemos hablar de salarios dignos, sus posibles incrementos, condiciones laborales e inversión en lugar de decretar la “emergencia estadística”, raro término que esconde una verdad de hierro: pretenden que negociemos nuestro futuro con los ojos vendados.
Por eso la CGT debe hablar de todos los temas mencionados y de las medidas que permitan recuperar nuestro poder de compra, pero también sobre cómo se va a disminuir el trabajo en negro y el desempleo juvenil; cómo eliminaremos los “contratos basura” y la precariedad laboral; como será nuestra participación en las ganancias empresariales, para que el concepto de “productividad” tenga sentido y eliminar tanto el impuesto al trabajo (mal llamado “Ganancias”) como el IVA aplicado a los productos de la canasta básica.
La unidad de los trabajadores como respuesta.
La unidad es siempre el resultado, nunca el punto de partida. Es trabajosa, exige muchos sacrificios y resignaciones. Debemos alcanzarla con esmero, porque las bases sobre las que se asienta seguramente será fruto de la paciencia y el consenso.
Todos sabemos que, como hay multiplicidad de intereses, también existen diferentes variantes de unidad. Todos válidos, algunos antagónicos entre sí, otros no tanto; pero está en nuestra habilidad el transformar el antagonismo en contradicción.
El antagonismo es siempre uno contra otro, de pelea, donde el triunfo de uno supone la derrota del otro o su sumisión, o lo que es peor, el rencor y el enfrentamiento eterno.
Nosotros sabemos muy bien qué es esto, y a lo largo de la historia pagamos costos increíbles por conductas antagónicas que fueron aprovechadas por nuestros enemigos ideológicos para vencernos, y desprestigiarnos ante nuestras bases y la sociedad.
Si somos inteligentes, podemos transformar ese antagonismo letal en una contradicción virtuosa. Vamos a tener nuestra tesis y nuestra antítesis, pero encontraremos la síntesis superadora, en la que las posiciones se reencuentran para marchar juntos.
Esto es la unidad; no es la derrota de nadie, sino el triunfo de todos.
Es lo que debemos hacer, por nuestro interés, por nuestras bases, por nosotros mismos y, sobre todo, porque nuestros adversarios están seguros de que no lo haremos. En eso, en que no hagamos la unidad, ellos basan sus planes de triunfo, que no sería más que nuestra triste y estrepitosa derrota.
Buenos Aires, Enero 2016
HUGO MOYANO
Secretario General
estamos hablando de incorporar al movimiento obrero joven que está convencido de apoyar a cristina. lo que subiste es en todo caso una muestra más de porqué ésos chicos no quieren militar en política, porque si en vez de un mensaje cristinista les subís una proclama de moyano… esteeee. una pregunta, vos lo posteaste para sumar?
No existe Movimiento Nacional sin el Movimiento Obrero Organizado!!! Miles de militantes y dirigentes defendimos a Nestor con la 125 , lo acompañamos cuando perdio en Pcia, de Bs.As.por culpa de Sanbatella , que algunos seudo progres lo quieren instalar como un heroe, hoy estamos preparados para luchar como lo estuvimos siempre, mantuvimos nuestra critica, cuando los aplaudidores , que en ves de realizar una autocritica que siempre es buena, en fin esperemos comprendan algunos compañeros que somos dirigentes y militantes gremiales orgullosos de serlo de ser laburantes, de representar a nuestros compañeros, a nuestros pares demostrando dia a dia , defendiendo los derechos de los trabajadores, apoyando al verdadero movimiento Nacional, que fue es y sera el Peronismo, una pena que lo que construyo Nestor se perdio, una pena abrazos tendremos que estar juntos y sino los que siempre estuvimos luchando lo seguiremos haciendo !!Como lo hicimos, contra la dictadura, contra el neoliberalismos, contra las medidas anti laburantes de la alianza, apoyamos a Nestor, Apoyamos a Cristina pese a sus Criticas y alejamiento de los gremios que jamas apoyo, creyendo que una agrupacion podria remplazar la movilizacion obrera , se equivoco esperemos entienda, que no existe mov, nacional sin los trabajadores organizados. Abrazo militante, con rspeto es mi opinion !!
Creo que se cometió mucho destrato en la relación con el MOO -incluso con tipos que no cruzaron el Rubicón como Caló- desde 2011 pero también es cierto que Plaini (tipo valioso como Schmidt) hasta 2013 tenía mandato y otros tipos como Facundo Moyano los pusiste ahí y a los diez días te votaba a favor de sostener el contubernio de RENATRE entre Venegas y la Mesa de Enlace. Y un presidente que llega por el 54 % esa no te la va dejar pasar.
si un sindicalista rompe con el Movimiento Nacional por un par de cargos, y se pasa con armas y bagajes al enemigo, y desde ahí contribuye a la derrota, eso significa que a ese sindicalista es mejor perderlo que encontrarlo.
Gabriel, que buena línea de analisis.Creo, que es una línea que deberías charlar vos directamente con la presidenta.ES un tema de debate que debría ser tratado por las conducciones en foro en universitario. Es un gran tema que vos lo tenés clarisimo y podrías tratarlo con algún dirigente campora de los más lucidos.
El dirigente de FOETRA plantea una cuestion importantisima que podría permitir reflexionar a la dirigencia valiosisima que aporta la campora, Advierte un problema y abre una clara vía d solución. Aporta muchisimo a la reflexión que muchas veces en medio del conflicto tiene menos lugar.
Muy buena nota y -como todas las reflexiones que aportan los compañeros que no se posicionan como francotiradores impolutos- teñida con el lugar que se ocupa. Moyano ciertamente no se compara con Ongaro, y el Ongaro que extraño, ciertamente tampoco fue el último Ongaro, como tampoco el Pedraza que lidero la huelga nacional de abril de 1979 se parece al que levanto los ferrocarriles con Menem ni al que le guiño el ojo a los asesinos del pibe Ferreyra. Siempre nos hemos quedado con el Peron que mas nos gusta, el Néstor que más nos gusta y ahora con la Cristina que más nos gusta. En el Peronismo siempre descafeinamos a nuestros referentes, para poder sostener las políticas que nos expresan. Creo que si no fuera por esta manganeta, muchos de nosotros estaríamos haciendo la huerta en la colonia hippie de San Marcos Sierra.
En fin, creo que el compañero tiene razón en lo esencial, pero no me gusta abonar a la destrucción de un referente como Cristina. Se tarda cuarenta años en construir uno (o que aparezca por casualidad uno) y hay que cuidar un poquito más lo que se tiene, porque en definitiva, se perdió por 700.000 votos, que es menos que el número de desocupados que va a dejar este fierito vivarachón y sus amigos antes de las elecciones de medio término. Al enemigo ni justicia. Que le pidan moderación a mengueche, yo soy hincha de la barra que se agazape en un rincón del congreso y mordiendo un cuero diga a todo que no. Los de afuera son de palo…charlar se charla adentro, No me vengan con chamuye, que hasta a Perón le hicieron interna en Mendoza, Santa Fe y Córdoba en aquel 1973. Los mezquinos son mezquinos, los miserables, miserables y los traidores traidores.