A propósito de las elecciones en la CTA

Compartí

Generación Política Sur 

Este 23 de septiembre la Central de Trabajadores de la Argentina celebrará una nueva elección nacional. Desde su creación principios de la década del 90 (incluso antes de su reconocimiento como central sindical nacional en 1997) la CTA se constituyó en uno de los principales bastiones de resistencia contra las políticas de ajuste, privatización y  flexibilización laboral, poniendo a la vez en cuestión el modelo sindical argentino. Este modelo se inscribe en más de un siglo de historia organizacional de los trabajadores y es la expresión del poder de los asalariados formales frente al capital. Caracterizado por el monopolio de la representación sectorial, la centralización del control de los sindicatos en la cúpula y una fuerte influencia sindical en la negociación salarial, garantiza una relación de fuerzas más inclinada hacia el trabajo que en ningún otro país de la región y más que en muchos desarrollados. Sin embargo, el actual modelo presenta grietas importantes que la CTA señala con razón: poca democracia interna, escasa o nula atención a los trabajadores informales y necesidad de mayor transparencia en el manejo y la ejecución de los recursos,

En la actualidad, a casi veinte años del «documento de Burzaco», y a quince de su primera experiencia electiva -donde 151 mil trabajadores votaron en todo el país la conducción nacional de manera directa y secreta- la CTA se prepara para un nuevo proceso electoral en el que sus propios afiliados deberán definir de qué manera la Central va a encarar el doble desafío de defender los intereses de los trabajadores y transformar desde adentro el modelo sindical.

Durante la actual gestión de Hugo Yasky, (2006-2010), la CTA logró aumentar fuertemente su presencia institucional, y al consolidar una silla en el Consejo del Salario y otros órganos tripartitos, se fortaleció a nivel sectorial y provincial. Al mismo tiempo, invocando la «unidad política en la acción», la CTA realizó varias medidas de fuerza junto a la CGT. Estas conquistas y las estrategias de articulación política con los trabajadores organizados en la CGT tienen un estrecho vínculo con la forma en que la CTA se relacionó con el proceso abierto por el kirchnerismo en 2003. Es en este contexto que  toma fuerza y sentido la decisión de Hugo Yasky de apoyar las políticas del gobierno nacional que beneficien claramente a los trabajadores desde una posición de autonomía, antes de utilizar el camino fácil de enfrentar a un gobierno que ha intentando avanzar en la democratización de la matriz socioeconómica incluso al costo de tensionar los límites de lo que la sociedad y, quizás, su propio armado político, está en condiciones de tolerar.

La línea adoptada por la gestión de Yasky da cuenta de un importante grado de madurez organizacional en la CTA. La importancia otorgada a la cohesión de la organización –esto es, a dirimir los conflictos internos sin llegar a la ruptura- ha sido un hito no menor en esa trayectoria. El punto central, no obstante, ha sido la convicción de hacer de la CTA una central sindical (y no un partido político) que se siente de igual a igual con la CGT y de dar el debate y la lucha dónde importa a una central: en la articulación de las negociaciones colectivas y la representación a nivel de planta.

Por todo esto, desde Generación Política Sur, creemos que la CTA se ha ganado por derecho propio un lugar fundamental en el sistema político e institucional argentino. La experiencia de la CTA densifica no sólo la organización de los trabajadores sino todo el espacio político popular. La unidad de acción con la CGT, la construcción de entramados políticos a largo plazo con otros actores, la dinamización de la representación de muchos gremios, dándoles una proyección sobre el conjunto de la sociedad, son sólo algunos ejemplos de cómo la CTA aporta un conjunto de prácticas que tornan mucho más compleja, más rica y más fuerte a la organización sindical. Esta inserción de la CTA en clivajes más amplios, se consolida bajo la conducción de Hugo Yasky, quien ha mostrado en su gestión no solamente la capacidad para articular los intereses particulares de los gremios encuadrados en la central con los intereses comunes de todos los sectores populares argentinos, sino también la capacidad política, poco frecuente en la dirigencia en general, de interpretar los cambios de época y sus desafíos.  Por estos motivos, que la CTA consolide este camino es importante no sólo para sus afiliados y los sindicatos que la constituyen, sino para el conjunto del campo popular de nuestro país.


Compartí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *