La tarjeta SUBE y la construcción de la Nación
Por Oscar Balestieri
En cada episodio de nuestra vida cotidiana, surgen las discusiones sobre el modelo de sociedad y país que deseamos construir. Por ejemplo, alrededor de la tarjeta SUBE, que fue puesta en marcha con mucho apoyo por parte del espectro oficialista y con tontuelas objeciones de la oposición.
A poco tiempo de andar, el ministro Randazzo informó que el contrato de control de la tarjeta había sido suspendido. Y comenzaron a surgir asuntos. Nos enteramos que el contrato de control era financiado por el Banco Mundial… ¿Hacía falta? Y que, a consecuencia de ello, se hizo una licitación internacional… bajo las condiciones del BM, que vuelve difícil lo fácil y complejo lo simple. Que obliga a los antecedentes de los consultores o contratistas, exhuberantes etc…. además de alimentar a una burocracia internacional parasitaria, que viaja, se aloja y cunbre sus necesidades y sofisticados gustos a nuestra costa.
Sin profundizar mucho, no creo que fuera necesario contratar a una empresa inglesa, con antecedentes de haber supervisado una tarjeta similar en Londres. Los argentinos bien podemos desarrollar sistemas similares a mucho menor costo. Basta recordar el contrato con Siemens por los pasaportes y DNI, tema que fue solucionado por el gobierno a un costo muy pero muy inferior y ejecutado con suma eficiencia, hasta tal punto que algo que era un problema, ha dejado de serlo, es un simple trámite, con costos razonables, con opciones de urgencias, etc. Con lo que se desarmaron canales de corrupción en la gestión de documentos que todos conocíamos.
Afortunadamente, el denunciante del contrato fue el Gobierno, y el control quedó en manos de organismos del Estado. Aún así, vale la pena mencionar lo que comienza a aflorar: Antecedentes falsos, consultores que pasan del Estado a empresas privadas sin escalas (en los '90 vimos numerosos casos, por ejemplo al presidente del Banco Hipotecario Nacional seguir como presidente del Banco Hipotecario privatizado. Y presidentes o directores de empresas del Estado, que sin pausa alguna aparecían dirigiendo la empresa privatizada… con obvios acuerdos preferenciales, trafico de información o cosas todavía peores) relaciones entre personas de los dos lados del mostrador, todo tipo de infidencias que hacen pensar en una adjudicación cuestionable.
El Banco Mundial, que debería supervisar estas contrataciones, aparece como parte del problema y no de la solución. No sólo por exigir condiciones que favorecen a actores extranjeros, sino también por dar cobertura legal a una adjudicación objetable a simple vista.
A medida que pasa el tiempo, los montos a pagar a consultores extranjeros sorprenden por su cuantía.
Aparece un consultor que acusa a sus socios locales de no pagarle… Y esto recién empieza.
Para salir del sainete televisivo, es bueno apuntar más arriba: el rol de control del Estado ¿Puede privatizarse?
¿Cuáles son las experiencias al respecto? Por ejemplo, respecto del control del espectro radioeléctrico. Que, por suerte, también fue dado de baja por el gobierno.
¿Necesitamos créditos del Banco Mundial para algo? ¿Para qué? ¿Cuál es el costo real de estos créditos?
No solo el costo monetario, sino también el costo de la dependencia ideológica, muy similar a la planteada por el FMI, ya que todo crédito del BM, trae condiciones muy duras para obtenerlo, para gestionarlo, para pagarlo… aunque los intereses al comienzo parezcan buenos.
La destrucción del Estado, de sus reservas técnicas comenzó con la dictadura en 1976 y fue especialmente intensa en la década menemista. La capacidad técnica, la memoria técnica, fue desmantelada y reemplazada por la contratación de consultoras. Que nacieron y crecieron con contratos con el Estado. Absorbiendo su savia como liquenes.
La recuperación de la capacidad de proyectar, dirigir y supervisar obras y servicios, se está reconstruyendo, aunque demasiado lentamente. Acaso porque afecta intereses de centenares de millones anuales, acaso porque cuestiona uno de los pilares del pensamiento liberal sostenido por los países centrales, que venden conocimiento y consultorías ligados a créditos, financiamientos e inversiones.
La liberación nacional también se construye desde la capacidad técnica, desde la construcción del conocimiento, de la memoria técnica. Desde la formación universitaria.
Mucho se ha avanzado pero queda un largo camino por recorrer.Los funcionarios del Estado, desde el portero al ministro, tienen un rol crucial en la construcción de la Nación. Y las universidades deben ser las creadoras de la materia prima para construir el conocimiento y la gestión que necesitamos para eso.
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