MASSA ni siquiera obtuvo una victoria pírrica

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Código Penal: para Artepolítica es un triunfo pírrico de Massa: para mí ni siquiera eso

A Massa le alzan la mano por una pelea que libró contra nadie en ninguna parte

El sábado, refiriéndome a la cruzada de Massa contra un borrador, yo decía:
«Lo que todo esto revela es que Massa está urgido por el tiempo. Tiene que hacerse visible. Tiene que lograr una pata peronista, porque los votos que les come a Lilita y a Binner no le alcanzan. No puede decir abiertamente qué haría en el gobierno salvo cuando se lo dice al oído a la Mesa de Enlace. El apoyo de Duhalde y Barrionuevo puede no alcanzarle. Los meses van pasando. El Papa no lo recibe. Y, como dice Pagni, «la hipótesis de un derrumbe de la señora de Kirchner se ha debilitado». El otro gran problema de Massa es que en el mejor de sus escenarios, con estas pavadas que propone no podría encarar el problema estructural del delito, tan solo hacerlo desaparecer de las primeras planas con la ayuda temporaria del Circulo Rojo».

Ayer  en Artepolítica hablaba de

 

El triunfo pírrico de Massa

Massa puede haber quemado demasiados barcos antes de tiempo. En primer lugar, el embate desenfrenado contra lo que es apenas un borrador de un eventual proyecto de ley, muestra un grado elevado de desesperación por figurar en los primeros planos mediáticos. El triunfo en la provincia de Buenos Aires en las elecciones legislativas de octubre pasado duró lo que tardó en conocerse el fallo de la Corte Suprema a favor de la Ley de Medios.
Después, aparecieron problemas económicos reales, frente a lo cual el massismo quedó nuevamente desdibujado. En lo que va del año, dentro y fuera del peronismo, un ramillete de dirigentes con los mismos o con más pergaminos que Massa, dieron a conocer sus intenciones de ser candidatos presidenciales para el 2015, lo que terminó de atemorizar al ex intendente de Tigre con la pesadilla de ser uno más del pelotón.
Así, lo que parece haber sucedido es comprensible, dentro de una lógica política ultra pragmática: ante el peligro de desdibujamiento, Massa tomó el primer atajo que se le presentó para volver a escena. Pero con una característica que probablemente lo acompañe de acá en más, en forma de estigma: no tiene ninguna referencia ideológica o programática clara. Y no se trata de los consabidos esquemas de “izquierdas y derechas”, sino de la muy publicitada “institucionalidad” y “diálogo político”, elementos discursivos que habían sido esgrimidos durante toda la campaña electoral por el propio Massa. Es más, fueron, según decía, las razones que lo habían llevado a irse del Frente para la Victoria…
¿Qué queda ahora de ese lenguaje prolijo y ameno, de esas “formas” que lo cubrían todo, del planteo de “mantener lo bueno y modificar lo malo”? Es casi increíble, pero la inconsistencia programática del masismo es tal que, a pesar de haber barrido a De Narváez en las elecciones, terminó asumiendo su agenda. (Completo acá)

Ahora sigo yo: el artículo de Fede Vázquez está en línea con lo que yo decía. Pero él dice que es una victoria pírrica. Para mí ni siquiera eso. Yo lo leo como un síntoma. De su necesidad de reaparecer después de haberse eclipsado. Y del Círculo Rojo de levantarle la mano por una pelea que no se peleó.

¿Hace falta decir que el borrador del anteproyecto no es de autoría de Cristina ni del kirchnerismo, sino de una comisión de integración plural en la que el oficialismo ni siquiera tiene mayoría? Que yo sepa ni Cristina ni ningnún miembro del gabinete se pronunció a favor de ninguna de las modificaciones del CP. Es más: apostaría a que Cristina no lo va a hacer. La iniciativa de Cristina es convocar a una comisión para que elabore un anteproyecto. Nunca se dijo que el anteproyecto sea vinculante ni que Cristina estuviera comprometida a impulsarlo a libro cerrado. No escuché que la presidenta defienda la elevación de las penas de tal delito o bajar las penas de tal otro, así como tampoco la escuché defender la despenalización de la reincidencia. De hecho ni Cristina ni ningún miembro de primera línea del gobierno sse pronunciaron a favor ni en contra del anteprotecto. Entonces el debate se está dando sobre bases falsas. Creo que es un error atribuir al kirchnerismo el contenido de las reformas y ese error está inducido por Massa y por los medios que necesitan promoverlo.  La necesidad radica en que no se produjo el estallido social que el Círculo Rojo propiciaba para fin de año. Y se frenó la corrida cambiaria. Necesitan mostrarse ganadores en algo.

La otra confusión promovida por la derecha consiste en que Massa discute contra un borrador que todavía no se sabe qué dice y que probablemente sea una versión anterior a la última que elaboró la comisión. Entonces ¿ante qué rival ganó Massa?

Lo que ganó Massa es visibilidad y lo hizo a expensas no del oficialismo sino de la oposición. Se corrió a la derecha y entonces los otros opositores se apelotonaron a la derecha, por miedo a aparecer como dialoguistas. Lo que pinta eso es a un conjunto de dirigentes que va en pos de un mismo sector del electorado, que se opone a todo sin saber a qué. No es un electorado que esté en disputa para el kirchnerismo, porque se trata de un electorado que está en contra de antemano. Si se enteraran de que Cristina promueve un proyecto que eleva las penas, saldrían a denunciar a un gobierno represivo. Si Cristina promoviera la pena de muerte, dirían que lo hace para perseguir opositores. Y si despenalizara la tenencia de marihuana para consumo personal, dirían que es un gobierno de narcotraficantes. Esa es la lógica de la oposición. 

«No hay que debatir el CP porque no es el momento». No había que estatizar los fondos de pensión porque no era el momento. No hubo que promulgar una ley de medios porque no era el momento. No había que promover el matrimonio igualitario porque no era el momento. No era tampoco el momento del fútbol para todos, ni para la estatización de aerolíneas ni para la expropiación de YPF. En este sentido, el alineamiento «anti» de la oposición es más de lo mismo, en pos de el mismo electorado. Le sirve para que La Nación o Perfil saquen el domingo una encuesta que diga que el 78% de la población está de acuerdo con Massa (aunque si esta encuesta fuera real, ese 78% estaría de acuerdo contra un proyecto que nadie del gobierno impulsó).

Se oponen a algo que Cristina nunca propuso, pero necesitan dar a entender que lo propuso Cristina, para autoadjudicarse el triunfo en una batalla que nunca se dio. Apuesto doble contra sencillo a que Cristina no suscribirá un proyecto que elimine la reincidencia. Y me arriesgo a anticipar algo más: cuando no lo suscriba, porque no lo va a hacer, los medios que patrocinan a Massa van a decir que el gobierno «retrocedió» con un proyecto que nunca sostuvo.

Cuando la derecha plantea estos escenarios de confrontación es porque no tiene un programa político mejor que esta patraña. Pero si incluso Massa lograra encolumnar tras de sí a grandes sectores que quieren una disminución del delito, su negativa a debatir el CP «porque no es el momento», o incluso una presunta elevación de las penas en  el futuro, defraudaría la expectativa generada de disminuir los índices de delitos. Sería un efecto Blumberg agravado por su responsabilidad política.


Sostengo que si el gobierno sigue logrando planchar la corrida cambiaria, si mantiene el nivel de las reservas, si sostiene el nivel de empleo y, sobre todo, si arregla la paritaria docente y logra que las otras paritarias se resuelvan con una conflictividad de baja intensidad, el tema del CP se diluye en pocos días. Si el gobierno no tiene éxito en estos asuntos, sí decisivos, la derrota política del gobierno no va a venir del lado de Massa, sino de su falta de capacidad para consolidad la alianza social que le da sustento y legitimidad.

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