CARESTÍA Y ALIMENTOS IMPORTADOS. ¿Qué culpa tiene el tomate?
El cacareo que provocó las declaraciones de funcionarios del gobierno sobre importación de tomates, merece algunos comentarios:
En nuestro país se importan diversos alimentos siempre. Bananas de Brasil y Ecuador. Café de Colombia, Brasil y otros países.
Frutas tropicales. Tomates de Paraguay. Cerdo de Brasil. Y para entrar en disparates: ¡Naranjas de Israel!¡Pollos de Hungría! (¿se acuerdan de Mazzorin?), fideos de Itañlia, aceite de oliva de España e Italia, bebidas alcohólicas de todo el mundo…
El la oscura década de los '90 la importación indiscriminada fue la norma, en muchos casos de alimentos con precios de dumping.
En un país real, la Argentina, hay una cantidad de alimentos (que no hacen al grueso de los consumos habituales) que se importan, en la medida que sea un consumo de alimentos que no producimos y marginal, no puede preocuparnos.
Pero teniendo en cuenta la amplia latitud de nuestro país (desde el trópico de capricornio hasta el paralelo 55 de tierra del fuego), tenemos la posibilidad de producir una gran cantidad de los alimentos requeridos, también es necesario recordar que somos gran exportador de alimentos.
Claro que falta planificar informar y organizar tanto la producción como la logística y el consumo.
Cualquiera que haya viajado un poco, recordará encontrar en mar del plata, salta o corrientes tomates tirados al borde de las quintas porque no se colocaron en el mercado o el precio no era redituable, por no hablar de la producción de frutas tropicales en Formosa, Salta, Jujuy (bananas, café, mangos, papayas, etc.) que son aplastadas por productos importados.
Si a esta visión le agregamos el Mercosur, con Bolivia (¿recuerdan las bananas Bolita?), Brasil, Paraguay y Uruguay, tenemos un abastecimiento de alimentos que cubre todas las necesidades.
El avance de las instalaciones de frío y cultivos bajo plástico, han ampliado de tal manera la provisión de alimentos que hoy es posible encontrar manzanas prácticamente todo el año, y en la mayoría de los productos, en pocas décadas se ha ampliado tanto la oferta como la amplitud del año en que se disponen.
Para no citar fuentes ajenas, en mi juventud (los años setenta) las frutillas eran carísimas y se conseguían unos quince días al año. El tomate se conseguía los tres meses del verano y el resto del año… a las latas y frascos de conserva. Las manzanas llegaban en marzo y en un par de meses desaparecían.
Siempre los productos primicia, son mas caros, esto es igual en todo el mundo, por eso las ventajas de la Argentina, para exportar en contraestación al hemisferio norte.
Cuando se producen los desajustes, como el caso de tomates ¡a cuarenta pesos el kilo! como tituló Clarín, queda en evidencia que el mercado no sirve para ordenar la economía. Que hace falta:
*organizar la producción
*difusión de metas, lugares, objetivos .
*organizar y controlar la logística de los alimentos.
*cuando todo esto falle, poner las importantes herramientas que cuenta el estado para corregir faltas y desvíos.
También es conveniente crear sitios de frío, para que sea mas accesible este servicio, para dar continuidad a la cadena de frío a los pequeños y medianos productores.
Quizá se pueda pensar en precios sostén, para que las oscilaciones de los precios producto de la falta de planificación no signifique la ruina y en consecuencia salida del mercado de los pequeños productores.
La amplitud de latitud y de climas, agreguemos las alturas y llanuras, los climas secos y húmedos, pueden permitir a nuestro pueblo un abastecimiento en cantidad calidad y precio, de sus alimentos principales.
La existencia de un mercado interno solido, es la base de una política exportadora, que lleve nuestros alimentos al mundo, dejando los beneficios en manos de los productores y no como hoy en mano de los grandes exportadores.