CORONAVIRUS: La pandemia reveló a los europeos que no son ricos. El caso de España.
Tratamiento contra el COVID-19: Los europeos descubren que no tendrán las mismas oportunidades que los ciudadanos de China

(MONTSERRAT MESTRE).- Durante décadas casi todo el mundo estuvo convencido que los ciudadanos de la Unión Europea vivían en el mejor de los lugares posibles de este planeta, y que era un «club de países ricos» al que todos querían pertenecer. Mucho antes del austericidio made in Germany, se podía advertir que si bien la fachada exterior era reluciente, por dentro el edificio mostraba grietas peligrosas. Y no hablemos ya de liderazgos competentes, debe hacer un cuarto de siglo que los países de la Unión Europea no tienen dirigentes capacitados y mucho menos para lidiar con emergencias, acostumbrados como están a creer que todo es una cuestión de tener más o menos dinero.


Así hemos llegado al día en que un virus ha soplado la casa, como si fuera el lobo del cuento de Los tres cerditos, (una fábula europea de hace siglos, por cierto), y la casa se derrumbó. Naciones y gobiernos europeos, descubren ahora asombrados algo que sí sabían los dirigentes de la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial, que cuando no hay suministros disponibles, el dinero no sirve de nada. Y esta pandemia es más global que la II Guerra Mundial, no habrá países «neutrales». También lo sabían los españoles que vivieron la Guerra Civil, esos abuelos que hoy se nos están muriendo masivamente porque enferman por el coronovairus y «no hay que hacer esfuerzos terapéuticos». China no hizo eso con sus mayores, no los abandonó a su suerte. Pero aquí nos importan poco las lecciones del pasado. Recientemente el gobierno español compró 9.000 test para COVID-19 a una empresa no autorizada. Un historiador comentó: «como la República en la guerra civil, comprando armas de segunda mano».
El establishment europeo y los medios corporativos -y los alternativos también, que aquí no gusta la autocrítica a nadie- en un ejercicio de mezquindad y obcecación en no reconocer los méritos del que consideraban inferior, se resisten a creer que China haya hecho mejor las cosas en la contención del brote y tenga tan pocos muertos. Las pocas bajas seguramente se deben a los tratamientos que aplicó, una experiencia despreciada en los países occidentales que siguen el lema «cada maestro con su librito», incluso entre ellos y ante un virus que no hace esas diferencias. Esto ocurre al mismo tiempo que los gobernantes europeos se pelean por los suministros médicos de China y no son pocos los que llaman por teléfono directamente al presidente Xi Jinping, en una versión adulta del «¡a mi primero , señorita!».


En Revuelta Global podrán leer la traducción del protocolo de la Comisión Nacional de Salud de China para el tratamiento de la neumonía por coronavirus, pero antes presten atención a las directivas que hay para el tratamiento de los pacientes en España, publicadas por la prensa. Aquí van algunas perlas: «priorizar la atención a los que más se puedan beneficiar, en términos de años de vida salvados». La clasificación para «priorizar» los esfuerzos terapéuticos en los centros hospitalarios (si se tiene la lotería de acceder a alguno) es la siguiente: 1) mayor prioridad, pacientes de 12 a 40 años; 2) en segunda posición se debe atender a los enfermos de 41 a 60 años; 3) en tercer lugar van los pacientes de 61 a 74 años, 4) en último lugar, los pacientes mayores de 75 años, y los que tienen patologías previas. Una curiosa clasificación de edades que da para muchos interrogantes. Además, en los «esfuerzos terapéuticos» occidentales el arsenal es mínimo comparado con los protocolos chinos. También se instruye al personal sanitario en documentos oficiales, cómo responder a quien solicite asistencia: «no se debe decir al paciente ‘no hay camas’ sino ‘estará mejor en casa’ «. De todos modos, eso tendrá será si la persona consigue que alguien responda a los teléfonos habilitados para la emergencia, que están siempre ocupados.
Los españoles no se sorprenden, «por algo estábamos en la lista de PIGS, junto a Italia», comenta resignada la gente con capacidad de autocrítica. Pero en Francia, Bélgica y Holanda está pasando lo mismo y Suiza se prepara para un escenario similar. El virus, como el lobo, sopló y sopló, y la fantasía de riqueza y poder de los europeos, derribó.