D-2 / MENDOZA. Una prueba concluyente de que el Mal existe

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Ayer escuché que Lanata le dedicó gran parte de su programa a abogar por el reequipamiento de las policías provinciales, sobre todo la de Mendoza. Hay que ser sorete. 

Las sevicias habituales en ese antro alcanzaron cumbres de perversidad y sadismo 

Contundente testimonio del montonero Fernando Rule: la D-2 de Mendoza fue el peor de los infiernos

TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

Mendoza.- El testimonio de Fernando Rulé fue el hecho saliente de hoy en el marco de una nueva audiencia del cuarto juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en esta provincia. Los dichos de Rulé, músico y militante sindical de ATE, fueron contundentes al describir la D-2 como un infierno dónde las torturas y violaciones sexuales fueron sistemáticas.”Asumo mi responsabilidad política: no era un jefe, ni pertenecía a la parte militar, pero tampoco era un perejil”, dijo Rulé sobre su calidad de miembro de la base de Montoneros. Dijo haber sido secuestrado un mes y medio antes del golpe, el 9 de febrero de 1976, en medio de una redada en la que, recordó, en el término de dos días “fuimos detenidos 11 compañeros”. Acaso ello, que lo hayan blanqueado, le haya salvado la vida.
Rule dijo que sus secuestradores lo llevaron encapuchado desde el domicilio que compartía con su compañera de entonces, Silvia Ontiveros, y un hijo de ésta, que entonces tenía 4 años. Primero estuvo en el D-2 y luego fue trasladado al penal de la calle Boulogne Sur Mer en Mendoza, y su derrotero siguió en la cárcel de La Plata y luego a la ya demolida cárcel de Caseros, hasta que fue liberado en 1983.

Relató como eran sometidos constantemente a golpes, malos tratos, vejaciones, y torturas. “Una vez arrastraron a un preso de los pelos… ¡pero del pubis! Los represores lo contaban, se jactaban de ello”.

Contó que el grupo de mujeres que habían sido detenidas con su grupo “fueron todas salvajemente violadas”, entre ellas su pareja. En una oportunidad en que la estaban sometiendo, “me acercaron vendado y me pusieron la mano entre los genitales del violador y los de mi mujer, y me quisieron obligar a participar”, relató, y se quebró exclamando: “¡Qué perversidad y sadismo!”.

Mencionó seguidamente el caso de un militante de base de apellido Pringles, asesinado a fines de 1975 y cuyo cadáver fue arrojado en Canota. “El capitán Carranza se jactaba de haberlo asesinado”, denunció.

Rulé mencionó a los ex magistrados que hoy están en el banquillo de los acusados. “Me llevaron ante el juez Carrizo y le dije que fui torturado. Y como respuesta me recriminó: ‘Usted va a declarar lo que yo le pregunte. A ver, carajo, si no va a perder el pellejo'”. También relató que en La Plata una vez lo fue a ver el juez Guzzo y otra vez Garguire, pero lo peor le sucedió con Guillermo Max Petra Recabarren que en ese momento oficiaba como su defensor oficial.

“Ninguno de los funcionarios (judiciales) -agregó- me trató tan mal como él que era mi defensor oficial, y me quería sacar información. Me trató a los gritos, y yo en ese mismo tenor le respondí ‘¿Usted viene a defenderme o a verduguearme?'”.

Incriminó al aviador Fernando De Rosas, quien aun no está imputado. “Fue él quien nos secuestró y el que dirigió las primeras sesiones de torturas”, denunció. “Había un plan donde los militares eran los ejecutores y decidieron construir un aparato del terror para entregar al país a manos extranjeras. Todo fue parte de un gran plan de traidores a la Patria. Los jueces, fiscales y algunos empleados eran contestes, no sé si conscientes, porque para ellos lo más importante era el sueldo”, analizó el testigo.

En diálogo con Télam, Rule dijo que su testimonio es “una experiencia militante, una experiencia humana fundamental. La verdad, por más dolorosa que sea, siempre es buena, al fin y al cabo ordena las cosas. Tengo la sensación de haber colaborado con un granito de arena a la escritura de la historia argentina”.

En relación al periodista (subdirector del diario Los Andes) y escritor Antonio Di Benedetto, al que hizo alusión en su testimonio por haber compartido parte del cautiverio y las sesiones de ultrajes a los que fueron sometidos, Rulé dijo que “Di Benedetto fue un gran hombre, un gran escritor, que políticamente entendía poco lo que estaba pasando”.

“Pobre, se le derrumbó la estantería cuando él cayó preso. No podía creer que personas que él respetaba lo dejaran tirado. Yo era jovencito, y él en ese entonces tenía 54 años. Sufrió muchísimo”, contó.

Sobre este ejercicio de la memoria, aseguró: “Revivirlas es doloroso, por ahí uno flaquea, porque hay cosas que son jodidas, pero me parece sano. Verlas, recordarlas, no olvidarlas para intentar que no vuelvan a suceder, cuesta, pero nos hace bien”.

Sobre la diferencia entre la justicia cómplice de aquellos tiempos con esta que los está juzgando, Rulé afirmó: “Es uno de los síntomas de hasta dónde hemos llegado en el cammino de la democracia, de la independencia. Falta mucho, pero empezamos a ser un país muy en serio”.

Previamente había declarado Nélida Virginia Correa sobre la dramática experiencia vivida en su detención y cautiverio durante la dictadura militar, con la carga emocional extra de que esta fue su primera declaración en el marco de un juicio oral.

El debate pasó a un cuarto intermedio hasta mañana, a las 9, donde Rodolfo Molinas declarará por videoconferencia desde Santa Fe.

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