DESPROPÓSITO. Macri quiere que Tacuari y otras calles paralelas sean peatonales… hasta Barracas

La peatonalización de la calle Tacuarí es «un caso trascendental»

Así lo calificó el propio Gobierno de la Ciudad que organizó una audiencia pública en la que apenas participaron 30 personas. De concretarse el proyecto, Perú y Bolívar correrán la misma suerte, reformulando San Telmo. El arquitecto Jorge Sábato, responsable del proyecto, minimiza las oposiciones que pueda provocar. 
Por Juan Salinas / Noticias Urbanas
La noticia me llegó a través del teléfono el 22 de noviembre. Una voz grabada me invitaba a inscribirme en un plazo perentorio de 48 horas si es que quería participar en la audiencia pública que habría de celebrarse el lunes primero de diciembre en el prácticamente abandonado Centro Cultural General San Martín para debatir y aprobar la peatonalización de la calle Tacuarí.
Quedé golpeado. Viví hasta los 18 años a una cuadra de la calle Tacuarí, y durante muchos años, desde los siete ocho hasta casi los 14 años, tomé en ella el colectivo 70 (la parada estaba junto a un colegio que entonces era de niñas y se llamaba Mariquita Sánchez de Thompson, y que hoy es mixto y ya no se llama Maríquita, ni Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo, como habían bautizado a la prócer, sino María Sánchez de Thompson) para ir al colegio Santa Catalina.

Después seguí cruzándola a diario para ir al colegio nacional Pueyrredón, y en la calle Tacuarí, más precisamente en el número 750, vivía mi mejor amigo de entonces, Enrique «Keny» Berroeta, que fue secuestrado y desaparecido en 1977, dos años después que su hermano menor, Oscar, «El Vasquito». 

Asfalto y notebooks. A comienzos de los años 70 viví en tres lugares distintos de la cuadra de la calle México entre Piedras y Tacuarí, y todavía hoy, por razones que no vienen a cuento (conservo aún un poco de la paranoia que me permitió sobrevivir al aciago 1976) transito la calle Tacuarí a diario. Hasta hace un año y medio, el tramo entre Garay y Martín García, dónde está Clarín, era una colección de bache y pozos insondables que arrojaba sombras sobre el noviazgo del grupo con Macri que el plan de entrega de notebooks a los alumnos de las escuelas secundarias públicas de la Ciudad confirmó. Entonces Tacuarí fue pavimentada y ahora es un billar.

La perspectiva de que hagan peatonal –más allá de la bicisenda de rigor– a Tacuarí ¡hasta Martín García! me resultó absurda: desde San Juan y hacia Barracas, la calle Tacuarí es muy útil para quienes no quieren verse obligados a tomar la autopista Arturo Frondizi, continuación de la Nueve de Julio (primera bajada en Avenida Suárez), y desde Garay hasta Martín García es muy ancha y cómoda. Nunca hay en ese trayecto descendente demasiados caminantes, y hay mucho menos ciclistas. 

Encuestas. Por razones de trabajo, no podía asistir a la audiencia que, me fijé en Google, ningún medio importante anunciaba con un mínimo de relevancia. Consulté a un funcionario de carrera del gobierno porteño que por lo general tiene «la precisa». Me dijo que las audiencias públicas son consideradas por el Ejecutivo macrista un mero trámite legal, algo así como un estampillado, pero que eso sí, aquel sistemáticamente encargaba encuestas que también convalidaban sus decisiones.

«No hacen trampa. Todo esta en la pregunta y a quien se la hacés. Si preguntan a gente que no del barrio (por San Telmo) o a los turistas si están de acuerdo con que se peatonalicen las calles de la ciudad vieja te van a decir que sí, pero cuando quisieron hacerlo en la calle Defensa, hubo una gran resistencia. Como cuando Macri quiso poner parquímetros, tuvieron que recular». 

Ambicioso. Me puse a revisar las noticias publicadas. El 13 de mayo del año pasado, al anunciar el comienzo de las obras que peatonalizaron Suipacha (la continuación de Tacuarí hacia el N.E.), La Razón  que la obra se continuaría “por Tacuarí hasta San Juan”, y que “en total, 24 cuadras serán exclusivas para peatones”. El 24 de diciembre, nuevamente La Razón informó que aquellas obras habían concluido y reafirmaba que, a la vista de los buenos resultados que para los comerciantes había dado tal proceder en la calle Reconquista, la peatonalización seguiría con la calle Esmeralda, y que de Rivadavia hacia el sur, “el plan es mucho más ambicioso y busca que Suipacha y su continuación por Tacuarí sean peatonales hasta Constitución”. Por si no hubiera quedado claro, insistía: “El plan del Gobierno porteño no se queda ahí. A futuro también busca hacer peatonal Tacuarí hasta llegar a la avenida San Juan, otras 13 cuadras”.

Rumbo al sur. Me llamó la atención que las noticias referidas a la calle Tacuarí aparecieran casi exclusivamente en La Razón, un diario de distribución gratuita del grupo Clarín, pero no en el diario fundado por Roberto Noble. Parecía una estrategia comunicacional. Como publicar algo en el Boletín Oficial del Estado para sostener la ficción de que todos estamos enterados. Esa sospecha se robusteció cuando el pasado 21 de octubre nuevamente La Razón publicó una nota titulada inequívocamente «Tacuarí será la próxima calle exclusiva para peatones», aunque enseguida aclaraba que se trataba de «cuatro cuadras entre Avenida de Mayo y Belgrano, que se sumarán a las 12 de Suipacha». En el cuerpo de la nota se informaba que al presentar en público el programa «Prioridad peatón», el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín había adelantado que otras cuatro calles céntricas «se convertirán en peatonales: Tacuarí, Bolívar, Perú y 25 de Mayo». Las tres primeras surcan San Telmo. Tacuarí y Bolivar en el mismo sentido, hacia el Suroeste.

«El caso de Tacuarí será de los más trascendentales (sic). Está contemplado que en 2012, entre Avenida de Mayo y Belgrano, ya no podrán pasar los vehículos. Así, 16 cuadras de corrido -sumando el tramo de Suipacha que ya es peatonal- estarán sólo habilitadas para el tránsito peatonal. Habrá excepciones para autos de residentes, patrulleros, bomberos, camiones de basura y ambulancias», explicaba. Y un poco más adelante reafirmaba que sólo se permitiría «el acceso a residentes». 

Hasta Martín García. Por fin, una semana después, el 28 de octubre pasado, el Gobierno porteño anunció en la web la convocatoria a la audiencia pública. «Se evaluará la peatonalización de la calle Tacuarí», fue el título. «Entre Avenida de Mayo y Avenida Martín García», la bajada. Para que no cupieran dudas, se ofrecían los datos del «Proyecto Prioridad Peatón, a realizarse en la calle Tacuarí entre Avenida de Mayo y Avenida Martín García. Resolución N° 361-APRA-11, Expediente N° 1.061.856/2010».

Si confiamos en Google, la noticia no fue publicada por los diarios, sólo por algunos boletines electrónicos –Alerta militante, El Sol de San Telmo, Eterna Buenos Aires, etc.– que destacaron que la audiencia sería conducida por el biólogo Javier Corcuera, presidente de la Agencia de Protección Ambiental. A ella nos dirigimos, pues, para enterarnos de que había pasado en ella. Pero resultó que no había sido Corcuera quien había presidido la reunión, sino un subordinado, el director Arturo Navarro. Pedimos hablar con él, pero fue imposible. En su nombre los voceros de la agencia informaron que la reunión había sido «amigable» y bastante recoleta, pues solo habían acudido «unas treinta personas» y que los motivos de debate se habían centrado sobre todo en aspectos de de seguridad y en el traslado de las paradas de los colectivos a la avenida Nueve de Julio y la calle Lima. Dichos voceros puntualizaron que estos temas no le concernían directamente a la agencia, sino al Ministerio de Desarrollo Urbano. 

No le digas «peatonal». El responsable del plan «Prioridad Peatón» de dicha cartera es el arquitecto Jorge Sábato, subsecretario de Proyectos de Urbanización, Arquitectura e Infraestructura y vecino de San Telmo: vive en Perú entre Chile e Independencia, es decir sobre la frontera con Montserrat (que ya nadie respeta: casi todos los que viven y trabajan hacia el norte, hasta la pirámide mayo, creen estar haciéndolo en San Telmo, que «viste» más que Montserrat).

En diálogo con NU, Sábato negó lo que hasta entonces parecía evidente: que Tacuarí fuera a ser convertida en una calle peatonal. «No es peatonal. No estamos peatonalizando. Estamos haciendo ‘prioridad peatón’ que es otra cosa. Es como Reconquista, como Suipacha, como (el pasaje) Carabelas». Y como el cronista le dice que esas calles se han vuelto peatonales, dice que no. «Que no pasen los colectivos no quiere decir que sea peatonal, pasan coches. Lo que hacemos es revertir, invertir la proporción usual que es el 70 por ciento del espacio para los vehículos y el 30 por ciento para los peatones. Hacemos que sea de 70 por ciento para los peatones y 30 por ciento para los vehículos». Toda un malabar semántico puesto que, admite a continuación, no está previsto el paso por ese 30 por ciento de otros autos que no sean de los de los residentes del lugar, ambulancias, patrulleros, autobombas, etc.


Los transeúntes atropellan a los autos. Sábato dice que las nombradas «no son calles de paso (en rigor, Tacuarí todavía lo es, pero el plan es que deje de serlo) sino de convivencia». ¿De qué?, pregunta el cronista, que no lo escuchó bien.

«De convivencia. Las llamamos así porque los peatones conviven con los coches, que transitan por el 30 por ciento de la calle». El arquitecto insiste en que peatonales son Florida y Lavalle, distinción que desde la perspectiva de los automovilistas es insignificante. «El hecho de que pasen algún coche, aunque sólo sean los de los residentes rumbo al garage, más el ensanche de veredas que hacemos y su ocupación por las mesas y sillas de los bares, hacen que la venta ambulante de los manteros se desaliente», destaca.

El arquitecto dice, además, que «peatonalizar una calle implica tener que pasar por la Legislatura. En cambio invertir las proporciones entre las superficies destinadas a las personas y a los vehículos no lo requiere».

A diferencia de lo que se hizo en Reconquista, aqrega, no está previsto que Tacuari se enrase (que es lo que es más caro). Tampoco se quitará la carpeta asfáltica. Si se prevén bicisendas, ensanchamiento de veredas y arbolado. Y dársenas para vans frente a los hoteles. Un poco como se hizo en la calle Estados Unidos entre Tacuarí y Perú, explica, tramo que conservó el adoquinado que Tacuarí hace rato que perdió. 

El trámite. Consciente de que la calle Tacuari tiene distinta fisonomía y características en sus diferentes tramos, Sábato dice que cuando se termine el que llega a Belgrano, «procuraremos consensuar con vecinos y comerciantes como sigue la obra», pero se congratuló de que la audiencia pública se haya hecho para «toda Tacuarí. hasta Garay» (sic) y detalló que después se hará el tramo que va «desde Belgrano a Independencia», luego el de de Independencia a San Juan y por fin el que va desde San Juan a Garay».

Consciente que a partir de la audiencia tiene la sartén por el mango, ni siquiera tuvo en cuenta la posibilidad de que dichas obras puedan no hacerse. Pero ni siquiera mencionó el trayecto Garay-Martín García, que parece haber quedado suspendido sine die.

Cuando se le menciona la exigua concurrencia que tuvo la audiencia pública, y la posibilidad de que se convoque a otra complementaria, Sábato dijo «Por Tacuarí, no. Ya cumplí con el trámite administrativo. Si fue poca gente no es mi culpa».

«Por ahí los vecinos no se enteraron, no lo sé. No digo que haya estado bien publicitada, pero igual  fueron más de treinta personas, treinta son las que hablaron, y que hubo dos que se opusieron con mucha vehemencia, pero la gran mayoría estuvo de acuerdo. Hay audiencias que te putean en arameo, pero ésta fue en general muy positiva».

La posibilidad de que haya resistencia a la (perdón) peatonalización de Tacuarí no parece preocuparle mucho a Sábato. «Toda obra pública provoca rumores de que hay gente que va a oponerse, etc. Con esa filosofía no hubiéramos hecho nada. Tenemos más de doscientas obras realizadas y en todas hubo algún despelote. Son las reglas del juego. Vamos administrando las crisis en un espacio que es el más complicado que tiene la ciudad, el espacio público. Y por lo general tenemos éxito. ¡Nos votó el 64 por ciento!».

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