España. Camino a la III República

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Del Triangle, de Barcelona. Traducción de Montserrat Mestre.

Camino a la  III República

Por Jaume Reixach 

EL TRIANGLE tiene el honor de contar con un plantel de magníficos periodistas. Uno de ellos es nuestro delegado en Madrid, Rafael Gómez Parra, que nos envia unas jugosas crónicas de actualidad de la capital del Reino.

Semanas atrás, con motivo de la apertura de la presente legislatura, comentaba la desconcertante  escena vivida en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, con casi todos los diputados de pie aplaudiendo largamente al rey Juan Carlos I, en desagravio por el viacrucis que pasa la familia borbónica a causa del estallido del escándalo de Urdangarin. Ya, entonces,Gómez Parra advertia que este acto de odiosa sumisión a la monarquía tendría un efecto bumerang contra los representantes electos del pueblo español.

Dicho y hecho. El rey Juan Carlos I acaba de cometer el resbalón més  grave de la su vida pública. Aunque al salir del hospital, haya pedido disculpas por su safari a Botswana, el descrédito de la institución monárquica es un clamor imparable. La cacería de elefantes, mientras la economía española se desangra y la cola de desempleados llega a límites intolerables, es la gota que ha hecho derramar el  vaso de la paciencia colectiva.

A partir de ahora, la bandera tricolor republicana comenzará a estar cada vez más presente en las calles y en los balcones de pueblos, barrios y ciudades. Auguro que la ira que se está gestando en  la sociedad española se expresará con el resurgimiento del ideal republicano, como catarsis liberadora ante el estrepitoso hundimiento de las estructuras del Estado postfranquista.

Con su  descerebrada excursión a Botswana, Juan Carlos I se ha hecho el harakiri y deja en una delicadísima posición  al heredero de la corona, el príncipe Felipe. Si los Borbones quieren continuar al frente del Estado español, el rey debería abdicar rápidamente en su hijo. Pero la familia real es una olla de grillos: Juan Carlos I convive  con su  amante sueca, la reina va a su aire y defiende a capa y espada a su hija Cristina –implicada en los negociados de su marido, Iñaki Urdangarin–, mientres la hermana grande, Elena, aun tiene esperanzas de que su hijo Froilán –el del tiro en el pie – pueda ser algun dia rey de España, si antes no se modifica, via referéndum, la sacrosanta Constitución.

La III República no llegará como un acto de madurez democrática de la sociedad española. La III República llegará  por los  errores imperdonables de una família desestructurada que el dictador Francisco Franco nos dejó en el testamento.


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