Saber / no saber en la dictadura

Compartí

En un blog llamado Panamá y no en el acostumbrado Revolución Tinta Limón, leo un interesante comentario de Martín Rodríguez sobre el libro "Los años 70 de la gente común" de Sebastián Carassai (siglo XXI). Ahí, de una manera efectista y un tanto tremebunda Martín lanza que "en la Argentina democrática la sangre derramada es una visa dorada", frase que no siento que me toque personalmente, porque tuve la suerte de no derramarla y tampoco busqué nunca capitalizar la derramada por otros.

Pero no quería referirme a eso, sino a una larga parrafada que me parece hace referencia a lo que antes decía de que nadie de los militares ni de los miilitantes podía ignorar que se estaba procediendo a una matanza, a un exterminio -el nuestro- que los juristas habrían de llamar más tarde genocidio.

Por lo que las acusaciones en ese sentido son, a mi entender, una terrible hipocresía.

Este es el párrafo de Martín Rodríguez que atrajo mi atención. Todavía no sé que hacer con él:

    

… en esos años se tramó algo que las historias épicas no nos explican: el pacto de silencio del pacto social. Lo que se sabía, lo que se aceptaba, lo que se callaba, lo que no se sabía tanto, y así, versiones que rodean una pregunta mayor: ¿qué se podía hacer si además eso que ocurría me convenía, me beneficiaba, me devolvía certezas mínimas para la vida? La dictadura vuelve a fojas cero una imagen de la civilización moderna: la gente está sola frente al Estado (que mata). Los mil runrunes que oímos de la «gente normal» son las mil formas de adaptación, de supervivencia, de complicidad con un Estado que se reconstruye desde su principio: desde la violencia. Desde toda la violencia que sea posible. Desde todas las formas de violencia que ni siquiera reconocen los límites legales que el mismo Estado fija. Pero oímos estas voces, estas versiones vidriosas de los años mitológicos, las oímos aún en el viento, las oímos en algo más que el perímetro de la clase media, las oímos también con igual fuerza llegar desde todas las clases, las oímos y también decimos «¡Pueblo Argentino, Salud!». Carassai busca en las voces de esos paisanos blancos un hilo posible, la entonación de una moral de fondo donde se dice todo: ¡sabíamos demasiado!, ¡no queríamos saber!, ¡no supimos!, ¡no supimos qué hacer con eso que quisimos que se haga!"
 


Compartí

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *