Acerca del concepto de genocidio
Me escribe un viejo compañero. Dice que le incomoda el uso abusivo que se hace de la palabra genocidio. Me interesa el tema porque yo siento lo mismo. Es una palabra muy grande, muy terrible, y al igual que los verdaderos creyentes con la palabra «Dios» considero que no debe ser usada en vano, que no hay que gastarla. De hecho, yo no la uso para describir lo que sucedió en Argentina a partir de mediados de los años 70. Digo «exterminio». Una vez hice un comentario al respecto en estas mismas páginas y por poco me linchan. Así que esta vez me mantendré prescindente. Pero, aún así, le daré espacio a este compañero, cuya vida es un ejemplo de lucha y cuyo nombre reservo porque me escribió a mi, no para que se publique.
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Niños armenios. La regla fue eliminarlos, aquí, «adoptarlos» |
Dice este compañero que no se le escapa que la posición del gobierno que ambos apoyamos, «por lo menos en lo que hace a la estrategia seguida en los juicios a represores, pasa por afirmar que en la Argentina, durante la última dictadura, hubo un genocidio», y que, por supuesto, no quiere entorpecer el juzgamiento y condena de los horribles. Pero aun así agrega que «a mí me parece que es (la de que en Argentina hubo un genocidio) una afirmación bastante discutible».
Y sigue diciendo:
«Yo me conformo con afirmar que fueron crímenes de lesa humanidad, cosa mucho más clara y que basta para que sean imprescriptibles. Pero la convención de las Naciones Unidas sobre genocidio se refiere a etnias, razas y grupos nacionales o religiosos. Eso excluye a una persecución por motivos políticos como la que hubo acá. En los verdaderos genocidios -como el Holocausto, el de Armenia o el de Ruanda- se busca extinguir una estirpe, para lo cual se asesina a las mujeres y a los niños en primer lugar. Acá mataban a los padres y robaban a los bebés para hacerlos suyos, que es todo lo contrario. Para mí son patéticos los esfuerzos que hacen algunos compañeros por hacer pasar la represión argentina como represión de un ‘grupo nacional’. Además, con esos argumentos despolitizan la historia. La gente desaparecida y asesinada lo fue en primer lugar por su militancia política. Habrá habido algunas víctimas que no tuvieron nada que ver, pero ésos fueron accidentes. En general fue una represión racionalmente orientada y su racionalidad la hace más siniestra. Para reconocer eso no hay ninguna necesidad de catalogarla como renocidio. Son crímenes de lesa humanidad y punto. La culpabilidad de los verdugos no es menor por eso».