CAPO. Adiós a Pipo Westerkamp, uno de los que le doblaron el brazo a la dictadura

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Gestionó y consiguió que viniera una misión de la CIDH en plena dictadura 

Murió y fue inhumado hoy el científico José Federico Westerkamp, cofundador del CELS

TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

José Federico «Pipo» Westerkamp, doctor en Física y Química de la UBA (1949) de 96 años, quien falleció ayer y fue inhumado hoy en el cementerio de la Chacarita, fue uno de los fundadores del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y protagonista -junto con Emilio Fermín Mignone y Augusto Conte Mc Donell- de la venida al país de un grupo de inspectores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en plena dictadura (1979), acontecimiento que dividió las aguas: a partir de entonces y gracias tambiién a la política de Derechos Humanos instrumentada por el presidente James Carter, la impunidad de los genocidas comenzó a resquebrajarse.

Westerkamp, físico y químico adelantado en la experimentación de fotones, microndas y rayos láser, se convirtió en militante a raíz del secuestro de su hijo Gustavo, quien estuvo detenido siete años, desde 1975, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional luego de ser detenido cuando se prestaba a la revisación médica para el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento Patricios. Su padre sería el compilador de todos los científicos presos y desaparecidos durante la dictadura.

Su intervención en la llegada de los inspectores de la CIDH fue decisiva gracias a los muchos contactos que Pipo -como lo llamaban amigos y familiares- tenía en los Estados Unidos, dónde había realizado trabajos post-doctorales en las universidades de Columbia y New York.

Fue detenido político en dos oportunidades. La primera de ellas, en 1981, cuando la Junta Militar quiso descabezar el CELS (del cual formó parte hasta el último día como suplente de la comisión directiva) y detuvo también a Emilio Mignone, Augusto Conte, Cristina Caiati, Carmen Lapacó, Boris Pasik y Alfredo Galetti. La segunda vez, por denunciar al juez federal de Rawson como “corrupto e ineficiente” por permitir apremios y malos tratos a los presos en la cárcel de esa ciudad chubutense.

Westerkamp también contribuyó a la formación de la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, siendo su casa el escenario de las primeras reuniones del organismo. Hasta que hizo las gestiones para adquirir la sede de la calle Riobamba casi Rivadavia.

Entre su larga lista de actividades en defensa de los derechos humanos figuran también la fundación del Movimiento por la Vida y por la Paz (Movip), del cual fue presidente hasta su muerte. A su vez, fue miembro honorífico de la organización sin fines de lucro Fundación Síntesis.
Westerkamp fue además un militante del cuidado del medio ambiente y un precursor en advertir acerca de los usos de la energía nuclear.

Estuvo casado con Angela Muruzábal -fallecida en enero de 2012- con la que tuvo tres hijos. Ese mismo año, la Legislatura porteña lo reconoció como Personalidad Destacada de la Ciencia y los Derechos Humanos.

A raíz de su fallecimiento, distintos organismos para los que prestó colaboración salieron a demostrar su pesar. “Lo recordaremos con profundo cariño y agradecimiento por su coraje e inestimable contribución a la lucha por los derechos humanos y la construcción del CELS”, se expresaron desde el Centro de Estudios Legales y Sociales.

El copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Miguel Monserrat, afirmó a Página/12 que Westerkamp fue “un valioso colaborador de la Asamblea cuando se llevaba adelante el duro enfrentamiento con las Fuerzas Armadas en nuestro país” y agregó: “Fue un intelectual que hizo su aporte a los derechos humanos para así enfrentar el clima de terror que se vivía en Argentina”, al tiempo que aseguró que le brindarán el debido homenaje próximamente.

Por su parte, la presidente de la Fundación Síntesis, Elena Chautemps, definió a Westerkamp como “un amante de la vida”.

“Nos acompañó desde 1996 como miembro honorífico junto a su esposa Angela, iba a cualquier acto que se realizara en las escuelas, en cualquier horario, siempre estaba dispuesto a defender al que necesitara ser defendido”, remarcó Chautemps.

Sus restos fueron velados en la iglesia de la Santa Cruz, ubicada en Urquiza y Estados Unidos.


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