Diputado nacional confirmó el asesinato a sangre fría de de tres militantes de la JUP cordobesa

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Diputado Ernesto Martínez: «Me dí cuenta que era una cosa montada; una persecución sin disparos ni tiros»

Katy García / PRENSARED

El diputado nacional Ernesto Martínez declaró que el 2 de junio de 1976 cuando estaba en la vereda del ex supermercado «Tiburoncito» vio pasar a gran velocidad un Fiat conducido por una persona seguido por dos patrulleros del Comando Radioeléctrico.»Pensé que llevaban gente a un descampado», recordó.

En la séptima audiencia del proceso que se les sigue a tres policías por los asesinatos de Ana María Villanueva, Jorge Diez y Carlos Oliva, declaró el viernes el actual diputado nacional por el Frente Cívico, y ex militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), Ernesto «el Pollo» Martínez.

El Tribunal lo citó a testimoniar habida cuenta de que el testigo Ricardo Scalet afirmó que en una conversación mantenida días después de ocurrida la masacre le había contado que vio pasar por la avenida Rafael Núñez un operativo de seguimiento a esa hora y que luego apareció publicado, sin consignar los nombres, en el desaparecido diario Córdoba.

«El 2 de junio, alrededor de las 11, en un día soleado de perfecta visibilidad, me encuentro en la vereda del ex supermercado Tiburoncito de la avenida Núñez. Vivía por la zona y había ido a comprar. Escucho el ruido de sirenas y motores a alta velocidad. Adelante iba un Fiat cuadrado -después supe que era un 128 – manejado por una sola persona. Atrás, a un metro, lo seguía un patrullero con todas las sirenas encendidas, en una suerte de seguimiento. Unos 100 metros más atrás, iba otro patrullero», recordó.

Sobre la escena descripta dijo: «me di cuenta que era una cosa montada; una persecución sin disparos, ni tiros. Pensé en ese momento que seguramente llevaban gente buscando un descampado», señaló.

Y añadió que además esa forma de traslado «infundía temor a los que lo veían y transmitían de alguna manera la idea de que acá perseguimos nosotros, nos abrimos paso como sea, Y lejos de llamar la atención, llamaba a la indiferencia», lamentó.

Habrían pasado unos 15 a 20 días de lo ocurrido cuando se encontró con Scalet en la plazoleta de la Compañía, contó Martínez

«En el invierno de 1976, por la mañana, fui a la facultad y lo encontré de manera casual. Ya no teníamos ningún tipo de participación. Estaba sentado en la esquina de Obispo Trejo y Caseros. Me acerco, y me dice: «han caído dos personas de militancia activa y orgánica y se han producido una serie de caídas, una tras otra».
Le aconsejó que tuviera cuidado porque su número de teléfono podría estar en algún cuaderno y además le contó que «mataron a Anita y seguramente me dijo de las otras personas, que habían sido fusiladas en la zona del actual estadio Kempes», explicó.
El testigo, que también es abogado atestiguó que del grupo solo conoció a Ana Villanueva, en la facultad de abogacía, mientras militaban en la JUP con el objetivo de ganar el Centro de Estudiantes.
Contextualizó política e históricamente esos años. En ese sentido manifestó que durante el traspaso de gobierno, en 1973, y Lanusse partía en helicóptero, muchos cantaban «se van, se van, nunca volverán».Pero no fue así, manifestó.
Luego explicó que tras el derrocamiento de Salvador Allende y los miles de detenidos y muertos desparramados en el Estadio Nacional de Santiago, en 1974 en Argentina se sucedían las persecuciones por parte de la derecha peronista y de organizaciones parapoliciales como la Triple A y los Comando Libertadores de América. Por eso, como militantes mantenían en reserva los datos personales y familiares.
Ante las reiteradas preguntas de la defensa afirmó que la JUP nunca fue una organización armada y que pertenecía al brazo político de Montoneros.
«No lo era en el ´74 y ´75, y después se produce un desbande generalizado». En 1976, todo se venía deshilachando, muchos se iban, se escondían», afirmó.
Dijo que nunca vio a un militante armado pero en cambio vio a «un profesor de derecho político, de origen militar, que daba clases con una pistola».
Subrayó que a ese profesor lo volvió a ver en un acto institucional en la torre de la Justicia Federal, pero obvió dar el nombre cuando le fue solicitado por el fiscal Gonella.
A Scalet lo conoció en 1975, mientras militaban en la misma agrupación universitaria. Cuando vio que se venía una «matanza indiscriminada» dejó de militar activamente.
Uno de los abogados de la defensa quiso saber porqué no lo contó antes. Y respondió que en su vida había visto a «muchos payasos que se tiran de perseguidos políticos» y mucho «vedetismo».
En esa línea y como una manera de demostrar su compromiso ilustró que en 1984 participó como abogado defensor junto a Mariano Rodríguez en la causa por asociación ilícita que se le seguía a Fermín de los Santos, sobreviviente de La Perla que también debía declarar ante la Conadep.
Calificó de juicios «amañados» a estos procesos que terminaron con «amenazas al abogado Rodríguez, nos revocaron el mandato, y De Los Santos cooptado por sus ex captores». y se volvió a Neuquén», afirmó.
El fiscal profundizó sobre este tema que será motivo de juicio más adelante y siguiendo una reciente normativa que aconseja remitirse a la declaración realizada cada vez que sea necesario.
Martínez reconoció, empero, la labor de los organismos de derechos humanos en la lucha por alcanzar justicia y criticó a los que en su propio provecho sobreactúan la persecución.
La próxima audiencia continuará con la declaración de Graciela Geuna a través de videoconferencia la que se concretaría entre el 9 y el 12 de marzo.
Por otra parte se informó que ya están a disposición de las partes los oficios librados al Archivo Provincial de la Memoria y aún está pendiente la respuesta sobre los registros televisivos de canal 12.


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