El divorcio Hebe-Bayer, por Gabriel Fernández

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Muchos años antes de ser gerente periodístico de Télam, Gabriel Fernández fue la cabeza del Diario de las Madres, el órgano de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Sergio Schocklender -claro, respaldado por Hebe- cerró ese buen periódico que no le rendía pleitesía de un día para otro. Hoy, después de ensalzarlo y zalamearlo durante muchos años, Hebe acusa a Bayer de gorila y lo trata de cobarde por haberse ido al exilio bajo amenazas de la Triple A. Siempre le pedí a Gabriel que escribiera sobre su experiencia al frente del Diario de las Madres, pero siempre se negó. Ahora veo que, aunque todavía dándole muchas vueltas al asunto, comenzó a verbalizar sus sentimientos  y pareceres.    

Caloi Evita, Biolcatti, Bayer y otros asuntos a la deriva

Me quedé pensando anoche

Por Gabriel Fernández  / La Señal

Me quedé pensando anoche, y me levanté temprano, hoy. El vapor que surge del mate dibuja pensamientos variados y al voleo, como suele suceder en el irregular cerebro de los seres humanos. Preparé un punteo para el Editorial sobre Internacionales y se me ocurrió, hace minutos nomás, contarle lector por dónde deriva el barco de las ideas difuminadas.

La muerte de Caloi nos pegó ¿no?; el clima rante de su obra acompañó las actividades diarias durante años. No sólo el gran Clemente, aunque también Clemente: vale evocar el aura callejero, futbolero, sutil, de esas obras a página completa. ¿Se acuerdan de los jugadores entrando a la cancha con sillas, y un hincha le dice al otro «zas, vamos a tener un partido conversado»?

Al toque nomás, emerge una línea de humo –yo digo que es del mate, pero ya me parece que viene del cigarrillo- que recuerda: si Gimnasia gana y Quilmes resigna puntos, por ahí se nos da; y si no, otro año en la B (mecachendié, diría algún personaje de Caloi). Y luego, claro, me digo por lo bajo menos mal que ellos vienen de capa caída.

Enseguida se suceden acontecimientos azarosos. Tengo que ir al baño, y siguiendo las reglas cósmicas, suena el teléfono, todos los teléfonos. Tras varias llamadas perdidas por razones evidentes, la voz de un pibe dice «te llamo de la radio, a ver si podés salir al aire para hablar de Biolcatti». Si como no.

Recuerdo la nota sobre Evita a raíz de aquellas declaraciones del ruralista. Y voy entrando, por una vía inesperada, al tema que me llevó a escribir estas líneas. Pero antes, más ideas flotantes en el barco a la deriva: el teléfono celular es obviamente inhalámbrico, pero ¿no sería un exceso llevarlo al baño? Me respondo: si llevo el mate, un diario y un libro ¿porqué no llevar el teléfono? Y como a tantas cosas, no encuentro respuesta.

Tampoco hallo certezas, sigue la deriva, al insulto de la gente en la cancha a los más pibes, esos que tienen ocho partidos en primera y son tratados como veteranos que deben saber todo. Ironizo: en primera… bue. Recuerdo aquél artículo de no sé quién en algún lugar: la autoestima no garantiza el éxito. Es para pasar el rato más contento, nomás. Y dejo, ya tranquilo, que el autosarcasmo tenga su lugar.

Mi amigo Manuel Suárez decía que entre la ironía y el sarcasmo hay una distancia, pero en concreto no la encuentro. Sostenía que la primera le correspondía a ellos, digamos a Beatriz Sarlo para no ir muy lejos, y el segundo a nosotros. Algo así como los muchachos homosexuales de la unidad básica, que prefieren llamarse putos, en lugar de gays, como los de la farándula. No estoy tan seguro, pero Manuel escribía buenos cuentos.

Era hincha de Central, un club muy popular en Rosario, pero con demasiada buena prensa a nivel nacional, lo que siempre me hizo sospechar. Claro que contar en el equipo con Fontanarrosa es demasiado. Llegado ese punto, me sitúo: tengo que hablar de internacionales más tarde y de Biolcatti en un rato. Y empezar a preparar el programa de la noche. Basta de andar pensando al garete.

Entonces voy al punto, como un cinco que corta y abre, clara la mirada, alta la cabeza, precisa la entrega. Aunque yo jugaba de ocho. Y digo para los adentros: esa excelente nota de la Rolling Stone (parece mentira) sobre Jorge Lanata, puso blanco sobre negro una verdad profunda: a los idiotas les encanta reírse de todos las ironías –digamos- sobre kirchneristas y peronistas.

Alguna vez Alejandro Dolina indicó que hasta la llegada de estos creadores que voy nombrando, el humor político en la Argentina consistió en reírse de los peronistas. No era otra cosa. Como los chistes sobre náufragos. Porque hacemos cosas de negros, porque nos dan una lapicera y la usamos para rascarnos, porque compramos un elemento de alta tecnología y no lo entendemos.

Y cosas asi; recuerdo el chiste que en La Plata los idiotas contaban sobre nosotros, los triperos. Años después lo escuché, en Capital, sobre los peronistas, y me acordé del Negro. Es de un humor sencillo, despojado: -¿Sabés cómo les dicen a los de Gimnasia? –No,
¿Cómo? –Gorriones. -¿Porqué? –Muchos, negros y ordinarios.

Qué risa.

Entonces recuerdo a Biolcatti, pero también a la kiosquera, al taxista, a la señora de acá a la vuelta, al pariente lejano. «Acá tenemos a los piqueteros, y ellos la tienen a Ella», «conozco uno que es honesto», «como dicen los K…», «de género, como dice Ella», o los increíblemente autoacusatorios comentarios debajo de los artículos en internet : «vivimos en krisis», «¡fuera korruptos!», «yo no voté a la Kretina».

Y sigue la deriva, aunque tal vez con un timón incorporado fuera de borda. Por ejemplo: qué diferentes han sido mis debates sobre el peronismo con Osvaldo Bayer. Trabajamos muchos años en el diario de las Madres, y polemizamos fuerte, duro, parejo, sobre el asunto. El resultado parcial de esas discusiones anda por ahí, en internet.

Cualquiera que desee refrescarlos agarra y pone Osvaldo Bayer + Gabriel Fernández + peronismo en google y encuentra lo que digo.

La diferencia entre aquellos marmotas y Osvaldo es enorme. Mientras los primeros son biolcattis de baja intensidad, con un gorilismo acendrado y basado en la necesidad urgente de diferenciarse de la sociedad que los contiene, el historiador es honrado, inteligente y perspicaz. A tal punto que se mostraba preocupado, en aquellos años, por el toque irracional en el antiperonismo de Hebe.

Tan honrado resultó Bayer que en su libro sobre Severino Di Giovanni incluye críticas letales de los mismos anarquistas obreros al proceder individual del héroe. En un libro destinado a recoger y difundir la vida y el pensamiento de Di Giovanni, el autor se siente obligado a insertar los documentos obtenidos, sin modificarlos, que cuestionan su propia tesis.

Arreglo el mate y recuerdo que ese libro, precisamente, me lo regaló María del Rosario Cerruti, una Madre coherente y valiente. Inclinada al pensamiento anarquista, amiga del peronismo peleador, adversaria hasta las lágrimas de la hipocresía de un tal Shoklender que nunca tuvo nada de anarquista, de peronista ni de luchador.

En aquél Diario de las Madres le realicé a Osvaldo una extensa entrevista dividida en cuatro partes. Se soltó y habló de la vida, el fútbol, las pasiones, la historia y la política. Lástima que al igual que los materiales generados durante más de 15 años en ese medio, no se pueden ver porque su colección está oculta, o destruida, y ha sido levantada de internet.

Nos perdimos así conservar para pensar textos de Alipio Paoletti, Vicente Zito Lema, Eduardo Luis Duhalde, entre tantos. Claro, un día SS resolvió que la veintena de periodistas que hacíamos ese diario no éramos de su agrado, y Hebe resolvió aniquilar la redacción. Una pena.

Abro los mails. Recibo un comunicado de la Asociación en el que ironiza sobre Osvaldo, calificándolo de monito, y acusándolo de gorila. El documento señala que cuando había que quedarse a pelear, el historiador, se fue.

Como no podía ser de otra manera, antes de seguir estas líneas abro los diarios y observo. Encuentro un artículo en el cual Osvaldo, ese adversario leal, realza la figura de las queridas Madres neuquinas. El texto viene bien, hasta que en sus párrafos finales encuentro un esbozo de disculpas emitido por el autor. Lo leo detenidamente.

Me avergüenzo un poco: Osvaldo se ha sentido en la necesidad de explicar porqué se tuvo que piantar en el año 75, tras la persecución desatada en su contra por sus libros y su película (¿sabían que en la misma trabajó un joven Néstor Kirchner? Detalle, nomás). Y evoco en un haz a los numerosos amigos y compañeros que se tomaron el olivo por aquél entonces.

Perro mundo. Ahora resulta que estos ñatos tienen que andar por ahí diciendo que en realidad era posible que los mataran y piden perdón por no haberse quedado a morir.

A tantos, les quiero agradecer la pelea allá lejos y la formación, acá cerca.

Decido que igual el mundo no es tan perro, y que cada cual tendrá su lugar. El mate es rico, contiene una yerba cooperativa que, por menos precio, ofrece igual tiempo de estacionamiento que las «selección especial», carísimas, lo cual ahorra también, acidez. Y me dedico a buscar una buena película en internet.

Pero la puta madre: ahora resulta que con este asunto de las corporaciones censurando la emisión de productos, no quedó película en pie para ver en you tube. Y me lo vienen a hacer a mí, que me la paso haciendo televisión, radio y notas para la web. Bueno, pero me voy a poner esta nota en las páginas y listo, una pequeña venganza. ¿Osvaldo usará internet?

Quién sabe. Estos alemanes son tan raros.


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