ESTADO ISLÁMICO, UNA CRIATURA. Por qué los EEUU siguen una estrategia incoherente a la hora de combatirlo
El historiador estadounidense Robert Freeman señala que si existe una palabra para describir la estrategia de Obama para combatir al Estado Islámico, es «incoherente» y que en el contexto de Oriente Medio es más: una estrategia delirante, incluso para los intereses estadounidenses.
La razón es que los EEUU no controlan la estrategia, dice Freeman. Recuerda que lo más importante que hay que entender es que el Estado Islámico fue creado por los EEUU y que el embrollo revela que la política estadounidense en Oriente Medio está controlada por Arabia Saudí e Israel para sus propios fines.
Arabia Saudí controla a EEUU vendiendo su petróleo en dólares. Si dejara de exigir sólo pagos en dólares, la demanda mundial de la moneda estadounidense se vendría abajo y con ella la capacidad de EEUU para financiar sus déficits presupuestarios y comerciales masivos. Sería el fin del imperio estadounidense en el mundo.
Israel, por su parte, controla los EEUU a través del dinero que necesitan recaudar sus candidatos políticos cada dos años. Israel utiliza su aporte de fondos a las campañas para obtener ventajas.
Freeman señala que los neoconservadores israelíes arrastraron a EEUU a la catastrófica guerra con Irak y que son los mismos que los están empujando ahora a destruir todos los rivales potenciales de Israel: Irak, Libia, Siria e Irán.
Concluye que hasta que los EEUU no se liberen de su dependencia de Arabia Saudí e Israel, sólo seguirán dejando destrucción y confusión a su paso, incluyendo la destrucción de su propio rol en los asuntos mundiales. (MM)
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Paso a paso: cómo EE.UU. creó al Estado Islámico
«Lo más importante que hay que entender sobre el Estado Islamico es que fue creado por EE.UU.», afirma el historiador Robert Freeman en el portal de noticias Common Dreams. Su creación pasó por tres etapas importantes, precisa.
La primera etapa de la creación del grupo Estado Islámico se produjo durante la guerra de Irak y el derrocamiento del gobierno secular de Sadam Husein. Según el autor, el régimen de Husein fue «corrupto, pero estabilizador»: durante su gobierno Al Qaeda no existía dentro de Irak, y el Estado Islámico tiene su origen precisamente en Al Qaeda.
Además, EE.UU. dejó el poder en Irak –la mitad de la población del país es sunita– en manos de un Gobierno chiíta. El hecho de que el Ejército iraquí y kurdo –los peshmerga– fueran derrotados por el Estado Islámico se debe a que los sunitas prefieren aliarse con sus correligionarios yihadistas a hacerlo con sus «adversarios religiosos» chiítas, afirma el historiador.
La tercera etapa de la formación del Estado Islámico tuvo lugar cuando «EE.UU. organizó a Arabia Saudita y Turquía para que financiaran y apoyaran a los rebeldes en Siria», quienes, según Freeman, ya eran un «proto-Estado Islámico». Arabia Saudita profesa principalmente el wahhabismo, una de la más «virulentas y agresivamente antioccidentales» versiones del Islam. Lo que explica que 15 de los 19 terroristas que secuestraron los aviones del 11 de septiembre de 2001 fueran sauditas, así como lo era el propio líder de Al Qaeda Osama bin Laden.
A su vez Turquía persigue sus propios intereses en la región, algo demostrado por el hecho de que este país «que ha financiado y promovido al Estado Islámico» no se haya unido a los actuales ataques aéreos realizados por EE.UU. y sus aliados contra posiciones del grupo yihadista en Siria. Tampoco le interesa a Turquía que sean fuertes los kurdos que combaten contra el Estado Islámico, ya que en caso de que se acabara formando un estado kurdo, «una parte suya sería hoy parte del territorio turco», explica Freeman.
Pese a haber creado al Estado Islámico, EE.UU. muestra sus fragilidades a la hora de combatirlo debido a la ausencia de una «estrategia coherente». En este sentido, los «rebeldes moderados» que EE.UU. entrenaba en Siria contra Assad ahora se niegan a luchar contra el Estado Islámico, algo que, según el autor, no es sorprendente, ya que estos rebeldes entregaban a los yihadistas armas suministradas por EE.UU., recuerda el autor.
«Las fuerzas más capaces de vencer al Estado Islámico» a corto plazo, concluye,son Rusia, Siria e Irán, pero EE.UU. prefiere ver como la situación de los terroristas se agrava antes que verlos «vencidos por los enemigos de EE.UU.», concluye.