EXTERMINIO. Un oficial furioso dio detalles de cómo se asesinaba a los desaparecidos en Campo de Mayo

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Lo describió en 1991 el teniente coronel Stigliano, de 48 años, muerto 15 meses después.

Documento interno del Ejército revela detalles de cómo se asesinaron prisioneros en Campo de Mayo

  • Memoria Verdad y Justicia - Télam
    Horacio Mendizábal. Stigliano tendió la emboscada que le costó la vida. Antes de morir, el jefe montonero arrojó una grabnada que hirió a Stigliano en una mano.
Un documento interno del Ejército recientemente encontrado revela cómo fueron asesinados en Campo de Mayo los detenidos-desaparecidos que participaron en la llamada contraofensiva montonera.
Se trata del pedido de retiro anticipado que formuló el 17 de octubre de 1991 el teniente coronel artillero Eduardo Francisco Stigliano, dos veces herido en el curso de la llamada «guerra antisubversiva», quien alegó sufrir «una especie de neurosis con síndrome violento (…) un impulso irrefrenable de venganza hacia quienes lo llevaron a esta situación, ‘combatientes de escritorio’, que mientras nos ordenaban asesinar, se preocupaban por el mantenimiento de sus prebendas y de los mal llamados botines de guerra”.
Stigliano murió en Paraná exactamente 15 meses después, el 17 de enero de 1993.
«Como jefe del SOE (Sección de Operaciones Especiales) se me impuso órdenes que violaban la Constitución, las leyes y los reglamentos militares, toda vez que se identificaron con las prácticas más aberrantes que se puedan concebir», fue la amarga conclusión de Stigliano quien a comienzos del golpe y siendo capitán estuvo destado en la comisaría de Escobar dónde reinaba el torvo subcomisario Luis Abelado Patti.

Posteriormente, Stigliano fue interventor en dicha comisaría y en 1980 tendió la emboscada en la que fueron acribillados los montoneros Armando Croatto (ex diputado nacional) y Horacio Mendizábal, alías «Hernán» o «El Lauchón», miembro de la conducción nacional de la organización.

Antes de morir, Mendizábal lanzó una granada una de cuyas esquirlas atravesó la mano de Stigliano, quien ya había sido herido de bala el 26 de marzo de 1976, dos días después del golpe-civico militar.

Esa información, como la mayoría de la vuelta a publicar ayer y la de que Stigliano habría participado al frente de una Sección de Operaciones Especiales (SOE) del secuestro en Río de Janeiro en marzo de 1980 de Horacio Domingo Campliglia (a) «Petrus» -otro miembro de la conducción montonera- y Mónica Susana Pinus de Binstock, fueron publicadas en junio pasado por el periodista Ricardo Ragendorfer en el diario Tiempo Argentino. 

Página 12 informó hoy que la Dirección Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa halló, en su trabajo de reconstrucción para aportar pruebas en causas que investigan delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, un documento en el que un militar cuenta detalles de cómo recibía las instrucciones para asesinar a personas en cautiverio.

Se trata de un reclamo administrativo ante el Ejército escrito por el fallecido represor Eduardo Francisco Stigliano, que constituye una prueba fundamental en el juicio que investiga el asesinato y la desaparición de quienes participaron de la denominada Contraofensiva.

El texto hallado, que saca a la luz hoy el diario Página/12, reafirma que en Campo de Mayo se concentró el accionar represivo sobre los militantes de la organización Montoneros que regresaron al país entre 1979 y 1980, y que allí funcionaba otro grupo de tareas denominado SOE (Sección de Operaciones Especiales de la guarnición de Campo de Mayo).

«Las prácticas concretas que afectan al suscripto (…) están referidas virtualmente al método ordenado para la ejecución física de los subversivos prisioneros, los cuales sin ningún tipo de juicio de defensa, se me ordenaba matarlos a través de los distintos médicos a mis órdenes con inyecciones mortales de la droga Ketalar», señala el represor Stigliano en ese escrito, según reproduce en su edición de hoy el diario Página/12.

En este sentido, agrega que, «luego, los cuerpos eran envueltos en nylon y preparados para ser arrojados de los aviones Fiat G 22 o helicópteros al Río de la Plata», y detalla que «dichas máquinas partían en horarios nocturnos desde el batallón de aviación del ejército seiscientos uno (601)».

«Las ejecuciones o asesinatos llevados a cabo por este método fueron cincuenta y tres, siendo cuatro de ellos extranjeros. Otro método de ejecución fue el fusilamiento ordenado por el comandante de Institutos Militares con la presencia de los directores de las distintas escuelas de armas y otros institutos para que dichos oficiales superiores adquieran una responsabilidad comprometedora al avalar con su presencia esta práctica aberrante», indica el documento hallado por el Ministerio de Defensa.

Los aberrantes detalles que aporta este escrito, un reclamo administrativo planteado por el Stigliano, constituyen pruebas fundamentales en el marco de la causa que busca establecer las responsabilidades del accionar represivo sobre quienes participaron de la denominada Contraofensiva montonera.

En el 2007, el juez Ariel Lijo condenó a una decena de represores del Batallón 601 en el marco de una causa que puso la mira en el accionar de esta repartición en el marco de la represión de dicha Contraofensiva.

En tanto, el expediente que ahora tiene a su cargo la jueza Alicia Vence abarca a 85 víctimas e intenta abordar de manera integral la represión de la Contraofensiva que -según se pudo determinar- fue llevada adelante en el Batallón de Inteligencia 601 y en la Sección de Operaciones Especiales del Comando de Institutos Militares.


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