FUERZAS ARMADAS. En qué punto las dejó el gobierno de Alberto Fernández
Una entrevista muy interesante, publicada por la revista DEF, de Mario Montoto (a) Pascualito, lobbysta en jefe de los fabricantes de armas de Estados Unidos e Israel. A mi entender, el entrevistado (al que, aclaro, no conozco) «bate la justa». Es un horror que el trabajoso proceso de reconstituir unas Fuerzas Armadas cuyo único norte sea la defensa numantina de la soberanía nacional de la Nación Argentina, sus gentes y riquezas, haya quedado trunco. Militares que puedan hacer el juramento de los patriotas: «Viva la Patria aunque yo perezca». Ser militar no es sólo un oficio, es o debería ser también una opción moral: la defender a la población de las acechanzas exteriores por todos los medios. Y no me jodan, ni «Patria si, colonia no» ni «Patria o Muerte, venceremos», fueron bravatas, pues a muchos sostener esas consignas les costó la vida.
Las claves para la Defensa que viene: “El principal problema es la existencia de una base militar británica en las Islas Malvinas”
Siguiendo la serie de entrevistas que ponen en debate la Defensa, dialogamos con Luciano Anzelini, director del Doctorado en Defensa de la UNDEF, acerca del presente y futuro del ámbito militar argentino.*
Reordenamiento salarial y reequipamiento en Defensa
-¿Cuál es el desafío para el Ministerio de Defensa en los próximos años? ¿Cuáles podrían ser las fortalezas y debilidades de la nueva gestión?
-El gobierno del presidente Milei tiene el desafío de consolidar los avances producidos en los últimos cuatro años en materia de defensa, a la vez que debería fijar algunas prioridades para relanzar definitivamente a un sector que, por diversas circunstancias, experimentó postergaciones desde 1983.
En cuanto a logros, esto significa:
- Profundizar el reequipamiento de las FF.AA., iniciado con la ejecución del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF), un objetivo largamente reclamado por el mundo político, militar y académico ligado a la defensa y concretado solo a partir de la gestión –primero como presidente del bloque de diputados nacionales del FPV-PJ y luego como ministro de Defensa– del ingeniero Agustín Rossi.
- Consolidar la regularización salarial para el personal militar retirado y en actividad que ha beneficiado a más de 160.000 familias.
- Continuar con el proceso de jerarquización profesional y reordenamiento salarial tendiente a la equiparación de los militares con las fuerzas de Seguridad.
Desde luego, el apuntalamiento de este camino requiere de un compromiso del Estado Nacional.
La defensa postergada: avances y deudas en un sector marginado durante décadas
-Con una mirada retrospectiva, ¿cómo ves el presente?
-Una mirada retrospectiva al periodo 2015-2019 nos muestra qué puede esperar el sector si nuevamente primase una lógica centrada en la restricción fiscal y presupuestaria. La potenciación del FONDEF requiere de una economía en crecimiento y con perfil industrializador, dada la centralidad que detentan para sus proyectos los ingresos corrientes del Estado y el papel de la industria nacional.
En cuanto a nuevas prioridades, y sobre la base de los avances registrados, es el momento de escrutar las experiencias internacionales de países que, con ordenamientos normativos y misiones militares similares a los nuestros, han eficientizado sus estructuras funcionales. El objetivo debe ser optimizar el empleo de los recursos puestos a disposición por el FONDEF, a los fines de mejorar los aspectos operacionales, quintaesencia de la organización militar. Ello contribuirá a tener unas FF.AA. más robustas, ágiles y en condiciones de seguir transitando el camino de recuperación de capacidades.
Subordinación militar, ¿una clave para la defensa que viene?
-¿Qué otros aspectos considerás importantes a destacar a la hora de pensar en los próximos cuatro años de la cartera?
-Varias cuestiones, todas ligadas entre sí. Primero, señalar que Argentina cuenta con FF.AA. subordinadas –no por obligación, sino por convicción– al gobierno constitucional. Los militares tienen sus ideas políticas, pero las instituciones castrenses no inciden en la política nacional. Este es un logro enorme, habitualmente subestimado por los estudiosos de la defensa. Ello nos coloca, en términos de calidad institucional, en un lugar de privilegio en América Latina. Tal como revela la literatura más prestigiosa a nivel internacional, existe una relación directa entre subordinación militar y desenvolvimiento eficiente, tanto en los conflictos bélicos, como en el desarrollo de misiones subsidiarias.
-¿Cuáles serían las otras cuestiones?
-En segundo lugar, nuestro país ha llevado adelante –a partir de 2006– un proceso de modernización en materia de planeamiento que constituye un verdadero modelo a nivel regional. Normativamente fijado por el Decreto 1729/07, el ciclo de planeamiento se inicia con el dictado de una Directiva de Política de Defensa Nacional (DPDN) por parte del Presidente y concluye, al cabo de un cuatrienio, con la aprobación de un Plan de Capacidades Militares (Plancamil).
Entre 2019 y 2023 se completó este ciclo de modo exitoso, lo que contrasta con los problemas que exhibió ese mismo proceso entre 2015 y 2019. Tomar nota de este contraste puede ayudar a la nueva gestión de Defensa a encaminar promisoriamente los años que tenemos por delante. Para ello, es indispensable que el ministro cuente con un equipo político y técnico, con conocimientos especializados, que pueda ejercitar competentemente las responsabilidades de la conducción.
No se trata de disponer de perfiles académicos con capacidad de abstracción y de reflexión sobre realidades geopolíticas distantes a la nuestra, sino de contar con cuadros civiles que conozcan el detalle de la gestión administrativa del Estado y con destrezas profesionales para ejercer la conducción política sobre organizaciones complejas como son las FF.AA.
Aviones de caza y submarinos
-Además de las cuestiones mencionadas, ¿qué agregarías?
-En tercer lugar–aunque parezca una obviedad– el principal problema de la defensa nacional es la existencia de una base militar británica en las Islas Malvinas. Esta cuestión –tratada con indolencia por ciertos analistas y dirigentes políticos– detenta una importancia fundamental en un mundo cada vez más pugnante, atravesado por la competencia estratégica entre Estados Unidos y China, y por la creciente importancia de los recursos naturales en el Atlántico Sur y su proyección antártica.
Un trato no jerarquizado de este asunto –como sucedió con el acuerdo Foradori-Duncan de 2016 y como quedó plasmado en la DPDN 2018– podría afectar seriamente las perspectivas de la defensa nacional.
-Los medios militares, ¿también podrían ser considerados dentro de estas cuestiones que vos delineas?
-Sí. Finalmente, nadie puede dudar que Argentina necesita –entre otros medios– submarinos, aviones caza y dispositivos de defensa antiaérea. Sin embargo, resulta clave señalar que los ejes ordenadores del proceso en curso de recuperación de capacidades militares deben continuar siendo el Plancamil 2023 y la Ley 27.565 del FONDEF.
De lo contrario, el resultado será nuevamente uno que ya conocemos: el desarrollo de procesos anómicos, dominados por decisiones intempestivas y atados a agendas que no tienen que ver con una mirada nacional de la defensa sino con imposiciones foráneas o intereses corporativos. La derivación de este tipo de comportamiento la podemos ver, por citar solo un ejemplo, en el improvisado proceso que culminó en 2017 con la adquisición de los aviones Super Etendard y la falta de previsión respecto del componente británico de sus asientos eyectores.
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*Luciano Anzelini es Doctor en Ciencias Sociales, Magíster en Estudios Internacionales y director académico del Doctorado en Defensa de la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF). Además, fue Director Nacional de Planeamiento y Estrategia del Ministerio de Defensa en los períodos 2010-2012 y 2019-2022.
PS: Horas después de publicada esta nota, El Cohete a la luna publico esta otra, de la que Anzelini es coautor, que probablemente le interese a los lectores de Pájaro rojo.