Lo envía la Gremial de Prensa. Es una conversación tan interesante como pertinente. Y entre otras muchas cosas le poné los puntos sobre las íes a algún ex montonero devenido jerarca de Clarín, del que dice que cometeaba ya a comienzos de los ’80, cuando escribía sobre temas sindicales y ahora perora haciéndose buches con la palabra ética. Igual, sigo pensando que el periodismo no es una profesión liberal, sino un oficio. Debajo un breve y muy interesante comunicado de La Gremial sobre el 7-D. JS
Reproducimos un reportaje a nuestro compañero Néstor Restivo, periodista que trabajó 26 años en Clarín, publicado en el blog Puede Colaborar del periodista Gerardo Yomal.
Testimonio de Néstor Réstivo, periodista que trabajó 26 años en Clarín
Néstor Restivo es periodista desde hace más de 30 años, muchos de los cuales los trabajó en el diario Clarín. Desde hace casi una década trabaja en diversos programas de Radio Nacional. También ha colaborado o trabajado, y lo sigue haciendo, en numerosos medios. Tiene actividad gremial, docente y es además licenciado en Historia por la UBA y autor de varios libros. Lo consultamos sobre su experiencia sobre todo en el grupo multimedia y sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audivisual.
¿Qué pensás que pasará de aquí al 7 de diciembre? ¿Qué hará Clarín?
Ni idea. Supongo que además de la estrategia legal (pretender que el 7 de diciembre empieza el plazo para desprenderse de los excedentes de propiedad que tiene y ajustarse a la ley, y no que esa fecha es la de final de plazo) tendrá varias cartas bajo la manga, en particular empiojar todo lo que pueda la estabilidad del gobierno, como viene haciendo desde hace rato. Y desde luego el gobierno también sabrá qué hacer, y estudiará alternativas, frente a eso, también tendrá sus cartas. Obviamente ninguno lo va a anunciar antes. A veces fantaseo con la idea de que el grupo quiera hacer algo parecido a lo de RCTV en Venezuela, que se «exilió» en Miami tras la no renovación del contrato que decidió el gobierno de Hugo Chávez y transmitió desde allí vía satelital. Y con la historia gorila de una parte de la otra orilla rioplatense (no de todos los uruguayos, por supuesto), pienso en la actual estrella del canal –ya sabés a quién me refiero, que me parece está un poco psicópata- transmitiendo desde el exilio en Montevideo… O pienso en un llamado a oyentes y lectores a rodear edificios en solidaridad. En todo caso no tengo dudas que es capaz de hacer cosas mucho peores. Del otro lado, ¿cómo harán respetar una ley? ¿enviando a la fuerza pública? ¿bajando la palanca para que no transmita? ¿licitando de facto algunas propiedades del grupo? La vedad no tengo idea, lo que me parece debe entenderse es que la ley está de uno de los lados, y que el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial ya fueron lo suficientemente claros al respecto. Ojalá lo entienda el conjunto de la sociedad.
¿Qué opinas de la Ley de Servicios Audiovisuales?
No soy un experto en la materia, pero desde la recuperación democrática se peleó por una nueva ley de Medios. Hasta 1995 fui dirigente del gremio de prensa (que lamentablemente en estos años de debate de la ley estuvo ausente, como lo estuvo en conflictos del gremio, en la lucha de tantos trabajadores estos años) y eso se debatía ya desde los ’80. Y en la última etapa, antes de la sanción de la Ley, innumerable cantidad de organizaciones vinieron discutiéndola en foros, agrupaciones, encuentros, medios, en todo el país, dando forma a uno de los proyectos que salió con más legitimidad del Congreso, pese a tanto bombardeo en contra de aquellos que lógicamente tienen sus intereses comerciales afectados y atacan para defenderlos. La organización desde la que hago ese recorrido por una comunicación más democrática, desde hace tres años, es la agrupación La Gremial de Prensa. Sólo un ciego puede pretender que esta ley, aun siendo perfectible como toda norma, no es democrática, construida por años en la base y llevada al Congreso por un gobierno que tuvo la voluntad que otros no. Pero claro, hegemonía es eso, ¿no?, hacerle creer a un conjunto que los intereses de unos (en este caso un puñado de familias que alcanza con los dedos de las manos para contarlos) son los de todos, y mentar la libertad de expresión, la libertad de prensa, en fin, todo lo que hacen siempre las grandes patronales de la comunicación en la Argentina (la SIP o entidades así), cómplices de cuanta ilegalidad haya habido en nuestro país. No sólo en nuestro país, ni es sólo Clarín, es importante aclarar esto, porque a veces se ve a ese grupo como el único «malo» de la película. No me gusta cargar las tintas contra un solo grupo. Es una conducta igual en todos los países con esta estructura de medios, que por suerte somos muchos lo que queremos cambiar, y ahora con la Ley en la mano, insisto que perfectible como toda Ley, pero un notable avance democrático. Por ella habrá que luchar mucho para que no la dinamite una minoría.
¿Clarín miente?
Yo no creo en la objetividad, ni en la neutralidad, ni en nada que se le parezca. El periodismo apenas si refleja una recontramilésima parte de una partícula de la realidad. Y siempre desde un punto de vista subjetivo, del comunicador que dice o escribe algo o del patrón que fija una línea editorial. Lo otro no existe. Eso no es necesariamente decir mentiras, pero cuanto menos no es decir «verdades». En un hecho puntual acaso sea posible decir la verdad, esa en todo caso es la misión del periodismo: acercarse a ella lo más posible. Pero en el metro siguiente ya empieza la interpretación, las «verdades» a medias, los puntos de vista sesgados en función del interés del medio, etc. Y desde luego, también hay mentiras lisas y llanas en los medios.
Pero en tu caso puntual, ¿viste «mentiras» en el diario?
A ver, en los últimos dos años que estuve, ya con la pelea abierta contra el gobierno, un tiempo insufrible para mí, prácticamente dejé de firmar. Además habían inventado una excusa (una amenaza de juicio de un senador italoargentino del partido de Berlusconi, sobre quien yo había escrito una crónica) para que no firmara. Yo, chocho. Ya me avergonzaba realmente estar en esa redacción como para aparecer firmando, y encima no lo que yo quería sino lo que me «editaban». Pero aun así era mi trabajo, y debía escribir notas. Una vez hubo una «noticia», por llamarla de algún modo, de un diario venezolano, El Universal, donde se «informaba» que Venezuela era el país más violento de América Latina. Clarín ya entonces le daba con un caño a Chávez, a Rafael Correa (me tocó cubrir todo el proceso de ascenso de Correa, pero luego las coberturas sobre su gobierno sólo tenían que ver con sus supuestos «ataques» a la prensa, y me corrieron del tema porque yo ya no les servía para eso), siempre tirando tiros por elevación contra el kirchnerismo. Bien, me pidieron que buscara datos para una infografía comparativa y lo que encontré fue que según la OEA, Naciones Unidas, en fin, organizaciones «serias», en todo caso no chavistas, Venezuela estaba mal en el ránking pero no era el peor caso. Jamaica, Honduras, El Salvador, Colombia, tenían peores estadísticas. ¿Qué hicieron en el diario? Igual pusieron a Venezuela al tope de la lista de los «feos, sucios y malos». Lo insólito fue que pusieron como fuente «diario El Nacional», furiosamente antichavista, y luego seguían los demás países -que en realidad si uno es honesto debían ir antes- con fuente OEA, etc. O sea, «desdoblaron» las fuentes a piacere. ¿Esa manipulación no es mentir? Desde luego hubo el correspondiente recuadro sobre la inseguridad en la Argentina. Otra más, cuando pasó el tsunami en Japón me pidieron una nota sobre los efectos en la economía mundial, que es el tema con que más trabajaba. En la nota reproduje un párrafo de The Economist donde decía cuáles eran los 10 países que crecían más en ese momento y sostenían la expansión mundial en medio de una crisis global centrada en Europa y EE.UU. En el pelotón de esos 10, según The Economist, un medio muy conservador y para nada K, más bien antiK, estaba Argentina y así lo consigné. Bien, al otro día los lectores de Clarín leyeron los otros 9 países, pero no el nuestro. Más que mentira eso era censura. En todo caso, estas dos muestras son absolutamente nimias al lado de verdaderos operativos que, no sólo Clarín, como digo, porque los medios jamás son objetivos, se hacen con total impunidad.
¿Bajan línea o son los propios periodistas?
Hay de todo, de hecho las anécdotas que conté se cocinan entre los editores. Es tanta la presión de los patrones, en esta coyuntura insoportable de guerra con el gobierno, que ya los editores lo hacen por sí solos, sin que «de arriba» les bajen línea. Cuando ellos veían por ejemplo algo de la SIP contra Chávez, ya lo pautaban para publicar, total ganaban tiempo antes de que viniera una orden de arriba para que la publicaran… Pero también había bajadas directas de líneas, imágenes bochornosas que no había visto en mi vida. No me gusta mencionar a colegas, ni lo haré, pero por ejemplo vi a un periodista de Negocios que escribía sus notas contra el gobierno con uno de los accionistas, Héctor Aranda, al lado, dictándole. Jamás había visto la profesión tan por el piso. Aranda bajando de la redacción y dictando notas, qué vergüenza, no sé cómo un colega pueda tolerar eso. O los corre-ve-y-dile de la gerencia bajando con lo que tenían que escribir los periodistas, algo patético. Recuerdo a otro colega que en su vida había hablado de derechos humanos y en su vida había cuestionado a una sola empresa argentina de evasión de impuestos (se estima que la evasión en nuestro país es del 50% promedio), más bien siempre fue demasiado «amigo» de las empresas privadas. Pero cuando saltó el escándalo Shocklender, se llenó la boca en un video del diario insultando a las Madres de Plaza de Mayo (debe haber sido la primera vez en su vida que las nombraba), en un verdadero acto de caradurez. Otro, de bien arriba en la redacción, que en sus editoriales da clases de moral pública y para publicar en los ’80 sus columnas gremiales recibía sobres con dinero de los sindicatos. Una vez, me contó ese querido colega y maestro que fue Oscar Raúl Cardoso, le tocó reemplazarlo para una entrevista para la columna sindical de la semana, y cuando terminó de entrevistar a un sindicalista, un «gordo», éste le ofreció dinero. El Gordo se quedó helado, pero el otro le dijo que era «lo de siempre»… Quiero decir, los patrones de los grandes medios no hace falta que diga lo que son. Pero algunos periodistas… Eso se daba y se da mucho, gente «más papista que el Papa» y veletas para todo servicio. En la sección Medios del diario quizá sea donde se llega al sótano de esa miserabilidad. Por supuesto no sólo en Clarín, ni en sólo en empresas periodísticas, ni siquiera sólo en empresas.
¿Qué pasa con eso de ser «leal» al medio en que uno trabaja? ¿de «ponerse la camiseta»?
Una burrada. Tengo militancia gremial en prensa desde que empecé en la profesión, casi desde que empecé a estudiar periodismo en 1979. Y tengo eso que llaman conciencia de clase. Yo no tengo problemas en dar las gracias a quien da, o me da, trabajo, siempre que se entienda que esa persona o patrón también debe darle las gracias a los trabajadores que amasaron su propia fortuna. El trabajo no es una dádiva, alguien lo da porque gana con eso, y a costa de los trabajadores. Y en todo caso ser agradecido no es vender la conciencia, el honor, la vergüenza. ¿Qué es eso de ponerse la camiseta? ¿de una empresa? ¿de una empresa periodística, con toda la responsabilidad que esas empresas tuvieron en las desgracias argentinas? Hay algo peor todavía, aquel que dice «no morder la mano del amo». Una vez, un viejo amigo, Rubén Calmels, con quien había compartido algún tiempo de trabajo en The Buenos Aires Herald desde 1980, entró a trabajar a La Nación ya en democracia y enseguida fue electo delegado por los compañeros de Administración. En una de las primeras medidas de fuerza desde 1983, él estaba repartiendo volantes en la puerta del diario de los Mitre y un olfa pasó y le dijo eso, lo de no morder la mano de quien te de comer. Y Rubén le contestó lo tan obvio, aunque lamentablemente para no todos: que él ni era un perro ni tenía amos. Y yo hubiera agregado lo que te decía antes. No me dan de comer a mí. O si reconocemos eso, en todo caso yo y todos los trabajadores le damos de comer (y varios platos más) al patrón. A ver, no es odio de clase ni revanchismo ni nada (éso es lo que yo creo que hoy tienen, sí, los que buscan desestabilizar al gobierno de Cristina), es poner las cosas en su lugar, en el lugar que debe ocupar cada uno. Y en Clarín muchos quieren ocupar un lugar patético que deberían ocupar, en todo caso, los patrones, dando la cara, diciendo lo que piensan sin esconderse en «independencia» (¿de qué?, no lo dicen), diciendo desde donde hablan, cuáles son sus intereses económicos, etc. Muchos en el diario, decenas de trabajadores de prensa, vivimos eso, y cuando pudimos irnos, casi todos con un arreglo económico legal, nos fuimos. Muchísimas firmas importantes del diario de los últimos años se fueron y se siguen yendo, el clima se fue haciendo irrespirable. Por otro lado en mi opinión el nivel de los diarios es muy mediocre. Es un campo de batalla, más que una labor periodística, instructiva, comunicadora. Además en el caso del grupo, como todas las grandes empresas del gremio en general, está en un período de achique impresionante, por la crisis de los medios gráficos (a lo que en Argentina se suma la pelea con el gobierno) Por todo eso es que mucha gente se ha ido de la empresa. Algunos ni siquiera soportaron tener que esperar una indemnización y se fueron sin más, como el recordado y querido Claudio Díaz.
¿Cuál es la responsabilidad de uno frente al medio en que trabaja?
Mi responsabilidad para con el diario, como ahora -desde hace ya casi diez años- con Radio Nacional, o con los muchos medios con que he trabajado, pasa por mi laburo, por mi honestidad, por la calidad de mis trabajos que cada uno sabrá juzgar. Pero no con la venta de mi conciencia al patrón. Hay muchos columnistas que jamás levantaron una crítica a la dictadura o al menemismo o a la Alianza y ahora todo lo ven horrible, incluidas las medidas que, con errores o aciertos, se toman para atender las herencias malditas de esos gobiernos que todavía el actual está pagando, y que cuando fueron tomadas, casi nadie abría la boca. Está claro que se acomodan a la línea del diario, como antes también lo hacían quizá para silenciar lo que pensaban. Yo trabajé décadas en Clarín, aprendí mucho ahí, si bien había trabajado en otros medios antes fue mi trabajo más importante y estoy agradecido a mucha gente del diario, periodistas o no, en los términos que dije anteriormente. Tengo todavía muchos amigos ahí. Y siempre fui respetuoso de mis colegas, de mis jefes y aun de la empresa, en tanto respetara las condiciones del pacto laboral. Eso no me privó de ser en algún momento delegado, ser dirigente del gremio (en Clarín mismo lo que más recuerdo de esa etapa fue cuando le paramos, junto a otros diarios, la solicitada golpista a favor de la liberación de Videla), hacerle dos juicios (lo hicimos en forma colectiva) por mal pago de horas extras y del aguinaldo mientras trabajaba ahí, salirle de testigo a compañeros despedidos. No me creo ni héroe de nada por eso, en todo caso hubo compañeros muy valerosos como Pablo Llanto, como Ana Ale, como Claudio Díaz, o los cientos que lucharon en el 2000 para tener una comisión interna y fueron despedidos, o los que ahora al fin al menos lograron tener una comisión para paritarias. Y otros que en lo profesional mantienen un criterio propio, digno, aunque en las secciones calientes del diario ya es imposible. Pero hay una dignidad de trabajador de prensa, una ética de trabajo que trabaje en un medio privado o uno público o donde sea, no pienso abandonar. Cuando la línea del diario giró en función de la pelea con el gobierno, la verdad no tenía más nada que hacer ahí y empecé a pensar en irme. Apenas lo insinué, amablemente me fueron invitando a salir, cada vez en forma más insistente, hasta que llegamos a un arreglo.
¿Cómo ves hoy a la profesión?
Muy mal. El momento de nuestra profesión es muy triste, y la profesionalidad se deterioró tanto que está por el piso. Pero como te decía antes, no es mi campo de estudio «los medios» o «la profesión», nunca hice periodismo sobre el periodismo, ni siquiera leo mucho al respecto, a veces me parecen debates aburridos, aunque respeto mucho a los colegas que lo hacen porque, cuando lo hacen con honestidad, alumbran muchas cosas que el oyente, el lector, el televidente desconoce del «rol de los medios». Por mi parte sólo cuento con mi experiencia, con lo que vi.
La Gremial de Prensa
Informa
El pasado martes 2 de octubre se llevó a cabo un plenario de La Coalición por una Radiodifusión Democrática con la participación de organizaciones sociales, sindicales, universidades, asociaciones civiles, políticas y de la cultura. Por La Gremial de Prensa participaron Ariel Solito, Néstor Restivo e Irene Haimovichi, quien habló en nombre de la agrupación. «En la historia de La Coalición hay un gran ausente: el sindicato de prensa de Buenos Aires. Esta ausencia hace necesaria una acción de difusión y debate de la ley de medios dirigida a los trabajadores de prensa de la ciudad de buenos aires, que es dónde están radicadas las empresas mas grandes de comunicación del país, incluyendo el monopolio.» Dijo Haimovichi. «Paradójicamente es entre los periodistas donde hay mayor desinformación sobre el significado real de la desinversión y sobre la apertura de puestos de trabajo que la aplicación de la ley implica para el sector.» En este marco La Gremial de Prensa convoca a los trabajadores de los medios y a las agrupaciones que los representan a participar activamente de las acciones que se llevarán a cabo con vistas al 7D y a la plena aplicación de la ley 26522.
RESOLUCIONES DEL PLENARIO
DE LA COALICION POR UNA COMUNICACION DEMOCRATICA
DEL 2 DE OCTUBRE DE 2012
· Apoyar por aclamación la gestión del Diputado Martín Sabbatella como Presidente de la AFSCA.
· El 7 de diciembre vencen los plazos de adecuación para todos los grupos monopólicos. Avanzar en la aplicación total de la Ley 26522 y comenzar el debate por la sostenibilidad.
· Hasta el 7 de diciembre: Plan de Acción Federal para ganar el espacio público para lograr el esclarecimiento de la sociedad sobre las implicancias del 7D.
· Movilización Federal a la ciudad de Buenos Aires con festival cultural y social.
· La Coalición, pasa a denominarse desde hoy «por una Comunicación Democrática» moción aprobada por aclamación unánime.
· Impulsar gestiones en todo el país con todos los sectores de la sociedad civil, de la política, del sindicalismo, de las organizaciones sociales, de derechos humanos, pymes, cooperativas, pueblos originarios para ampliar el marco de apoyo a la aplicabilidad de la Ley.
BUENOS AIRES, 2 DE OCTUBRE DE 2012