Por Jorge Leiva, abogado.
Días atrás se debatió aquí profunda e intensamente sobre la JP “Lealtad”, a la que se calificó como la más importante ruptura que se produjera dentro de la organización Montoneros. No vamos a poner en tela de juicio, al menos por ahora, la magnitud de tal disidencia, hubo varias y alguna tiene que ser la más significativa.
En especial llamó la atención, debido al nivel de reflexión que exhibe, el aporte realizado por Teodoro Boot titulado “La lealtad una disidencia montonera (3). Comentarios a los comentarios a la nota de Alejandro Peyrou”.
No obstante la calidad de las intervenciones relatadas, podemos señalar que no se ha reparado en los discursos de Perón que precedieron a la escisión comentada, y que además de la influencia que tuvieron en una parte importante del conglomerado que se nucleaba bajo las banderas montoneras –en especial en los agrupamientos juveniles de tradición peronista que lo engrosaban–, pueden servir para explicar –al menos en parte– las motivaciones que tuvieron los “leales” para romper con la cúpula de la organización.
De tal manera, apenas producido el regreso de Perón, con los trágicos hechos ocurridos en Ezeiza el 20 de Junio de 1973 incluidos, el viejo líder dirigió un mensaje transmitidos por cadena nacional el 21 de Junio, oportunidad en la que expresó:
“Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes… Somos lo que las veinte verdades dicen… Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro movimiento o tomar lo que el Pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un Pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una férrea voluntad de vencer.”
Días después, el 30 de Julio de 1973, en la CGT, el creador del peronismo marcó algunos límites. Dijo:
“Es indudable que en todos los movimientos revolucionarios existen tres clases de enfoques, de un lado, el de los apresurados, que creen que todo anda despacio, que nada se hace porque no se rompen cosas ni se mata gente. Otro sector está formado por los retardatarios, esos no quieren que se haga nada, y entonces hacen todo lo posible para que la revolución no se realice. Entre estos dos extremos perniciosos existe un enfoque que es el del equilibrio y que conforma la acción de una política… Eso es la revolución, los cambios realizados en su medida y armoniosamente, para que no llegue a resultar que el remedio sea peor que la enfermedad.”
Al final de ese discurso, el viejo caudillo señaló:
“Por eso, a toda esa muchachada apresurada –a la que no critico porque está apresurada, Dios nos libre si los muchachos no estuvieran apresurados– hay que decirle como le decían los griegos creadores de la revolución: “Todo en su medida y armoniosamente”. Así llegaremos.”
Lamentablemente de éste segundo discurso, hoy solo se recuerda la frase “en su medida y armoniosamente”.
Tres días después, el 2 de Agosto, dirigiéndose a los Gobernadores reunidos en la quinta presidencia de Olivos, el General Perón define:
“Nosotros somos un movimiento de izquierda. Pero la izquierda que propugnamos es una izquierda justicialista por sobre todas las cosas… que quiere realizar una comunidad dentro de la cual cada argentino tenga la posibilidad de realizarse no más allá… Lo que hagamos en su medida y armoniosamente será lo constructivo. Lo que quisiéramos hacer violenta, apresurada o retardatariamente, no es el camino que debemos elegir.”
Al menos advertido no se le escapa que el General sostiene que el camino de liberación emprendido debía continuarse, por eso fustiga a los “que no quieren que la revolución se realice” (los retardatarios), pero también critica a los que creen “que todo anda despacio” (los apresurados), va de suyo, concretamente, que las cosas debía realizarse, y se debían afrontar y superar las dificultades y vicisitudes que se presenten “en su medida y armoniosamente”.
Pero fundamentalmente, surge de los discursos que Perón no excluye ni descarta a nadie, ni a los “apresurados” ni a los “retardatarios”, cada uno sabía cual era el mote que le correspondía a cada quien, aunque para la “muchachada apresurada” quizás el tirón de orejas fue un poco más fuerte.
El mensaje de Perón llegó a amplias capas de sociedad argentina, a punto tal que en 1974, el conjunto “El Trío” (integrado por Pocho Lapouble, Ricardo Lew y Adalberto Cevasco) excelentes cultores del jazz fusión editó un disco cuyo título precisamente era “todo en su medida y armoniosamente”.
Estos pensamiento calaron profundamente en el conjunto de las bases peronistas, y consecuentemente dentro de la militancia de la Juventud Peronista (Regionales) en sus distintas variantes o “frentes” (barriales, gremiales, estudiantiles, villeros y Agrupación Evita), y en particular entre los que provenían de tradición peronista.
Comenzó entre los adherentes e integrantes de la JP Regionales el intercambio informal de ideas acerca de que posición adoptar, frente al nuevo cuadro de situación definido por el anciano General, y, como bien dijo Boot, gracias a la proverbial anarquía e indisciplina propias del peronismo, el debate se generalizó.
Enseguida apareció la idea de responder el planteo hecho por Perón, modificando el “cantito” popularizado durante la campaña electoral que culminó con Cámpora en el gobierno, que decía “Vamos a hacer la patria peronista / vamos a hacerla montonera y socialista”, reemplazándolo por: “Vamos a hacer la patria combatiente / en su medida y armoniosamente.”
Consigna que además de simpática, implicaba una respuesta política concreta a la propuesta del conductor del Movimiento, y es obvio que el objetivo que tenía la consigna era significar que no se renegaba del programa de liberación plebiscitado el 11 de Marzo, pero las cosas se iban a hacer como lo proponía el creador, Perón.
Significaba entonces que se acataba la conducción de Perón, lo cual resultaba lógico porque por que si se decía ser peronista, de acuerdo a las más puras tradiciones del movimiento, había que subordinarse a las instrucciones del Líder. Pero al mismo tiempo se expresaba la convicción de que no se abandonaban las banderas y que no se hallaban representadas por la burocracia partidaria y gremial de entonces.
En definitiva, con esa consigna se le decía a Perón, nosotros levantamos el pie del acelerador por que Usted lo pide, pero seguimos pensando y queriendo lo mismo que se votó el 11 de Marzo.
La creación de “cantitos” y consignas fue profusa durante la campaña electoral del verano de 1973, dando lugar a manifestaciones festivas y risueñas, pero con alto contenido político, surgidas espontáneamente desde las bases peronistas, y que fueron pacíficamente aceptados, tanto por la dirección de la campaña como por los jefes montoneros que tuvieron importante injerencia en el proselitismo electoral.
Consignas tales como: “Con Cámpora y Solano, ganamos por afano”, “Cámpora leal al sillón del General”, “Cámpora es el Tío, Perón es el Papá”, fueron ampliamente coreadas en las manifestaciones realizadas durante la campaña, incluso se hicieron pintadas con ellas, y sus creadores son perfectos desconocidos.
El estado de debate y las posiciones que se proponían adoptar frente a la nueva situación política, seguramente llegó a oídos de la dirigencia montonera, dado que fue “charlado” en las reuniones formales de las agrupaciones, y los responsables de los frentes debían “subir” la información a la Conducción Nacional.
Al realizarse la concentración de las columnas de la JP previo al desfile frente a la CGT, desde diversos grupos que integraban las columnas juveniles que pasarían ante el Líder, se empezó a corear la nueva consigna (“Vamos a hacer la patria combatiente, en su medida y armoniosamente”), pero fue rápidamente tapada por los cantos de los que se alineaban con los jefes montoneros, que gritaban: “Peron-Evita, la patria socialista” y “Conducción, conducción, montoneros y Perón”.
Las posiciones quedaron claras y evidentes, la conducción de la Organización no aceptaba el menor atisbo de intento de apartarse del disciplinamiento, que se empezaba a imponer en forma acelerada hacia el interior de los distintos frentes o encuadramientos, y para muchos comenzó a resultar obvio que los jefes montoneros no querían aceptar siquiera que se diga que, aún dentro de la Juventud Peronista, el conductor era Perón, paradójicamente, el fundador del peronismo.
Por supuesto que muchos jóvenes, y los no tan jóvenes también – éstos últimos quizás aún más -, advirtieron ésta flagrante situación, y comenzaron los disensos, resquemores y cuestionamientos, profundizándose el estado de debate.
Podrá resultar llamativo, pero el “cantito” “Vamos a hacer la patria combatiente, en su medida y armoniosamente”, siguió siendo coreado por los identificados con la proteica JP Lealtad una vez que se produjo la ruptura con la conducción de la organización.
FUENTES:
* Los discursos de Perón se tomaron de “Perón. Mensajes de Junio a Octubre 1973”. Presidencia de la Nación. Secretaría de Prensa y Difusión. Enero de 1975.
* Testimonios de Carlos Aballay, Alberto Tremanti, Rubén Valdéz, militantes de la UES y JP Regionales en 1973.