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INFLEXIONES. El asesinato de José Ignacio Rucci, según Juan Gasparini

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Rucci estaba íntimamente vinculado a los pistoleros de la CNU que dispararon en Ezeiza contra las columnas de la Jotapé. Mi hipótesis sobre lo que pasó, al final. JS 

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A los 38 años del asesinato de Rucci: ¿quienes y por qué lo mataron?*

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La demonización del hombre equivocado

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     Rucci en un acto de la CNU. El que habla es Raúl Viglizzo, hoy prófugo.

Exceptuado a Luis Fernando Beraza, biógrafo de José Ignacio Rucci, cuatro otros autores le endilgan a Juan Julio Lino Roque, haber tenido alguna relación con la muerte del Secretario general de la CGT el 25 de septiembre de 1973. El dato lo consignó en 1986 Eugenio Méndez, (N. del E. autor de «Confesiones de un montonero», dicen que pariente de Bussi: me inició juicio porque lo traté de «furriel de los servicios») abogado y periodista, transcriptor de  inverosímiles delaciones de un ficticio guerrillero, texto desprovisto de credibilidad.

En el 2000, Miguel Bonasso lo insinuó por una descripción del atentado que le hiciera Roqué en una cena, anécdota que no lo inculpa. José Amorín, en 2005 (en “Montoneros, la buena historia”) coloca a Roqué resolviendo en solitario ordenar la operación, aunque no le consta su eventual incursión en forma directa. Solo Ceferino Reato en “Operación Traviata” (2008) es taxativo e instala a Roqué barriendo a Rucci con un fusil, y describe  hasta lo que (él, Reato, pensaba que Roqué) pensaba al disparar.

Los Montoneros no suscribieron nada, arrojando un manto de silencio.

La familia de Roqué por boca de su hija mayor, María Inés, quien filmó un documental (“Papa Iván”) sobre la odisea de su padre registrado en You Tube, niega saber si estuvo envuelto en el hecho. Los sobrevivientes de la ESMA no oyeron a los represores que le dieran caza a Roqué en mayo de 1977, y quemaran sus restos en los pastizales del predio, motivar el ensañamiento dando crédito a que hubiera liquidado a Rucci. La revista Somos, vocera del establishment militar en la guerra sucia, descartó ponerla entre las exacciones que le encajaron al notorio rebelde en la edición que lo aupó en portada.

Juan Julio Roqué (1940) fue un típico fruto de los levantamientos populares que abonaron el brote de la guerrilla urbana al fin de la década del 60 (“cordobazo”, “rosariazo”, “viborazo”, “tucumanazo”, “mendozazo” y “rocazo”). Licenciado en Ciencias de la Educación en la universidad nacional de Córdoba, rector y profesor de un colegio secundario, pasó a la clandestinidad en junio de 1971. A principios de 1973 fue encarcelado por el general Alejandro Agustín Lanusse, quien cerró el ciclo de la dictadura 1966-1973. Compartió la penitenciaria de Villa Devoto con su segunda pareja, la Rata Gabriela Yofre. Liberado al advenir el gobierno popular de Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, el 25 de mayo de 1973, resultó, a la postre, uno de los jefes maximos de los Montoneros, Oficial Superior a cargo de la Secretaria Nacional de Prensa.

Roqué encabezó la marcha de unos 3 millones de argentinos, que acudieron a Ezeiza a recibir a Perón el 20 de junio de 1973, quien retornaba del exilio en Madrid. El septuagenario caudillo los hizo infundadamente instigadores de la masacre, aunque hubieran sido los agredidos de la jornada, ofrendando la inmensa mayoría de los 13 muertos y 365 heridos, consignados en los cables oficiales.

Los Montoneros, preservando a sus jefes, mandaron a siete oficiales mayores, el segundo escalón en la graduación guerrillera, para vengar la matanza de Ezeiza, germen de las Tres A, que se preparaban para empezar a firmar sus extravíos terroristas en noviembre de 1973 (681 crímenes censados por la Justicia). Los comandaba Eduardo Tomás Miguel Molinete, el “Gallego Guillermo”, apuntalado por Horacio Antonio Arrué, “Pablo Cristiano”, y Marcelo Daniel Kurlat, “Monra”. A los otros cuatro, se les han perdido las huellas. Acribillaron a Rucci en Buenos Aires, cuyo móvil podría interpretarse que fue el de “tirarle un fiambre a Perón”, para presionarlo a torcer el rumbo, quién incentivó la escalada contra ellos en lugar de apaciguarla.

Gabriela Rata Yofre desapareció en la ESMA el 25 de octubre de 1976, postrando a Juan Julio Roqué en la viudez, quién el 29 de mayo de 1977, en un chalet de Haedo,  Buenos Aires, prefirió envenenarse antes de que lo agarraran vivo los esbirros de la ESMA. Desangrándose, ahí llevaron a expirar a Kurlat, apresado herido el 10 de diciembre de 1976. A Arrué lo masacraron en la tortura, el 20 de septiembre de 1976, en Campo de Mayo.  El cuerpo exánime de Molinete apareció en una casa de Villa Cabrera, Córdoba, tras un feroz enfrentamiento con el Ejército, el 9 de marzo de 1977.

  • PS al 25 de septiembre de 2022. Un ex alto dirigente de Montoneros explicó a quien escribe que la Conducción Nacional de la organización que él integraba fue sorprendida por la acción ejecutada por un comando cuyos miembros provenían mayoritariamente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en momentos en que éstas estaban fusionándose con los Montoneros originales (que ya antes habían absorbido a Descamisados). La explicación que yo deduzco que ese comando obró así amparándose en el hecho de que a raíz de la matanza de Ezeiza el infausto 20 de junio de ese año, Montoneros había condenado, solemne pero retóricamente a muerte a José López Rega, Jorge Osinde, Alberto Brito Lima, Norma Kennedy y a Rucci. En fin, que el asesinato de Rucci a días de que Perón ganase las elecciones que lo llevarían a la Presidencia de la Nación, fue la más trágico, inoportuno e irreversible que pueda concebirse. Tengo para mi, siendo benévolo, que sus ejecutores estaban fascinados por la segunda parte de El Padrino, que se había estrenado recientemente, y en particular de esta escena. Créase o no, había quienes creían que la muerte de Rucci, uno de los dos puntales que tenía Perón para sostener el Pacto Social (el otro era Gelbard) lo obligaría a concederle más espacio a la organización.

 

 


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