Lanata o la muerte del periodismo
Subí esta nota del ex radicha palermitano Schmidt (a quien no tengo el gusto) porque a pesar de que esta vez tampoco vi el programa de Lanata, me pareció interesante. Unos minutos después me encontré con una seguidilla, una pequeña andanada de notas de chochamus más nac&pop como el ingeniero Sbariggi, Gerardo Fernández y Lucas Carrasco. Si se quedan con ganas, acá tienen acceso a las tres.
Lanata o la muerte del periodismo
El último chiste del periodista clown
En su desembarco en Canal 13, Jorge Lanata apuesta otra vez por la ironía Express y la sintonía gruesa con el resentimiento medio argentino hacia la clase política. ¿Había forma de que lo hiciera mejor?
En la primera emisión, la lija le toco a Amado Boudou, cuyo torpe y reciente desempeño publico le dejo servido el periodismo inmobiliario, el genero con el que mas afina y que le permite clavarle una sonda al corazón resentido del argentino que, al ver como vive un político, las piscinas y solariums de sus torres de sus torres, puede desatar una guerra intima que lo enfrente radicalmente al representante que pelea el voto arriesgando el prestigio, libertad y salud, y lo asocie románticamente con su payaso libertador, el showman periodístico.
Si el periodismo esta hecho de urgencia, irresponsabilidad y palpito, Lanata lo vuelve disciplina olímpica. A los pocos minutos de emisión, concluye que el vicepresidente sencillamente “es un boludo”, como si hablara solo en el mingitorio de una YPF. Un plato, la verdad. Pero pasa, pasa: a menor autoestima de una audiencia, mayor es el éxito de un bufón. Prueben con amigos idiotas, mírenlos reír.
En Periodismo Para Todos, Lanata monologa, actúa, agravia, pregunta y, por supuesto, ironiza, y todo lo hace mal, pero mucho y mucho tiempo, y eso es lo que lo hace famoso, la insistencia. Nótese que todo el set de comunicadores nacidos y criados en el pantanal de la década del 90 y a la sombra del gigantismo toracico de Lanata (Tenenbaum, Zlotogwiazda, Montenegro, Sietecase) cree que siempre debe ironizar en secuencia con momentos informativos y moralistas, y tutear, por supuesto, a los televidentes, y decir “impresionante, oh, que impresionante”, para enlazar el obvio malestar social permanente (nadie cree ser feliz). Pero así y todo, aun siendo imitadores, preguntan mejor, o son más sutiles, o tienen más información. Al hacerlo peor que todos, Lanata, paradojalmente, corona. Su enorme desvergüenza, pintar de amarillo un diario, hacer stand-up en el Maipo, regalar tierra de Anillaco en una revista, hablar de lo que no sabe con impunidad, se sostuvo siempre con la hipnosis del vivo directo, el carisma de su antropomorfia (candidato para el circo ambulante), y ahora, en PPT, por el equipo de reidores rentados que subrayan el fin de cada noti-gag.
Lanata aporta desde la tele, desde la oposición, simetría al histrionismo constante de la presidenta Cristina Kirchner, a su belicosidad injusta con cuatros de copas de la prensa: el Gordo fusila a los que llevan la valija a los ministros y se vale de lo que hay y, llegado el caso (que llega pronto), de lo que no hay, para concluir que alguien es un chorro o un boludo, o un chorro y un boludo. Es cierto que Lanata no tiene la obligación de ayudar a que la Argentina sea un lugar mas vivible, o a mejorar las condiciones o los niveles de la conversación publica, pero tampoco esta obligado a usar la inmensa oportunidad que tiene de llegar a muchos solo para extender el dominio de sus prejuicios.
No puede Lanata, se vio el primer domingo –y se vera todos los que queden- , hacer periodismo sin hacer, al mismo tiempo, humor, en ese estilo burlón, kirchnerista; pero no puede hacer solamente humor político y llevarlo lejos y alto, porque entonces se perdería de moralizar y predicar, su droga, su paliativo neurótico. Uno de sus mandamientos duros es: “No cambiaras tu punto de vista”. Así, criminalizo el domingo 15 a uno de sus mejores contemporáneos, Víctor Hugo Morales, con un archivo que prueba su cambio en la valoración de los Kirchner. No importa la profundidad del cambio, sino el crimen de haber dicho A en su momento y B en otro, comportamiento que es síntoma de salud mental y vitalidad cultural.
Para el relax, ahhh, cuando ya no hay broma, cuando ya no hay mano en la lata ni contradicciones, llega el reportaje profundo sobre sensaciones –esta vez, con Mario Pergolini-, uno de los géneros mas estimados, mas distinguidos, porque parece que, mientras se lo practica, se esta haciendo algo grave y profundamente lírico, pero que, sin embargo, esta hecho para el puro regocijo del entrevistador que saca chapa ante las masas de hacer preguntas humanas, comprometidas, sobre los múltiples pliegues del alma del entrevistado famoso – “tu padre, por que nunca hablas de tu padre” -, que a cambio de la gauchada, de prestarse, libera carga y sale limpio y santo ante la multitud de la tele. Es puro como si. No se concreta la verdad en tamaña intimidad en HD, sino todo lo contrario, los mitos se fortifican. Nos vamos a la pausa conservadores y con nada nuevo en el bolso. La política es cruel, con crecimiento cero, restricción en el consumo y mal pronostico para las vacaciones, el “clima” empeorara y la estrategia de lapidación permanente que, como contraofensiva lógica, el Grupo Clarín despliega sobre el gobierno tendrá éxito, parcial o total; si no, si todo sigue bien, como nos conviene a todos, pues tendrá Lanata que irse de Canal 13, en fade, como ya se fue de tantos lados.