Moris, el dolor y la luz

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No creo que haya canciones que representen mejor lo que me pasaba por el corazón y la cabeza a los catorce, quince y dieciésis que algunas canciones de Moris. Como éstas que les pongo acá, de 30 minutos de vida, Esto va para atrás, En una tarde de sol (himno edípico si los hay) y De aquí a dónde iré (y es que estaba muy guacho entonces). Valoren que no les puse otras, que no les hinche con algunas acaso más conocidas y menos intimistas como Ayer nomás, El Oso, Pato trabaja en una carnicería, Muchacho del taller y la oficina y Mi querido amigo Pipo, canciones que aullaba en los calabozos de La Tablada, y que me valieron que Oscar Travi me bautizara como “El loco serenata”.
Quitenle los shalalalala, si quieren (son un viejazo). Cierren los ojos y piensen en aquellos tiempos cuando el Che acababa de morir y el universo se nos abría como un profundo agujero de luz.


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