Nosotros no somos esto
Me gustaron muchos estos post de Artepolítica. Me intriga el título del segundo, que no entiendo.
Somos esto
(por Mendieta)
¿Es verdad? No sabemos. Pero perfectamente podría serlo. ¿Podemos esperar a que se investigue para decir algo? ¿Mientras tanto qué hacemos? No. No podemos. Porque si esperamos perdemos ¿Qué perdemos? Perdemos autoridad. Autoridad para opinar, autoridad para convencer, autoridad frente a nosotros mismos.
Entonces juguemos a que todo es verdad. Banquemos la parada.
Y digamos:
No es lo mismo. No es lo mismo un hecho de corrupción realizado bajo el amparo de un gobierno liberal o conservador que de uno popular. Por supuesto que no nos referimos a una valoración moral de los supuestos delincuentes, si no al impacto que el mismo tiene sobre la sociedad.
Y no es lo mismo porque no se espera -no esperamos- lo mismo de un gobierno cuyo norte y máximo valor es la generación de ganancias, el lucro, la glorificación del éxito personal a costa de otros; que de otro que asienta su sentido de existencia en el crecimiento para la inclusión, la defensa de los más humildes, la búsqueda de una sociedad más justa.
Como en términos individuales, uno no es lo que es sino esa rara mezcla entre lo que uno desea ser y lo que los demás piensan que sos. La conformación de una identidad -personal, colectiva, política- nunca es enteramente autónoma: no somos libres para ser. Somos con otros.
Y en este sentido, poco importa si los hechos denunciados por Lanata son verdaderos o falsos. Eso importa, claro que importa, para el Poder Judicial y para una cosa que gustamos en llamar, a falta de un nombre mejor, justicia.
Porque así como para evaluar las acciones políticas de un gobierno no debemos mensurar la categoría moral de sus ejecutores (si la medida «es buena», con el relativismo ideológico que tal condición tiene, «es buena» más allá de que quien la tome sea «malo»), sí resulta absolutamente cierto que el impacto político de un hecho delictual hecho a la sombra de los gobernantes tiene un impacto político y moral. Y lo que a mí me preocupa es el impacto político y moral que tiene sobre los seguidores de este gobierno.
Porque acá hay que sacarse algunas caretas. Y que se indignen por un choreo los tipos que moralmente consideran que vale todo con tal de «triunfar en la vida», francamente me importa poco y nada. Acá no hay ni un atisbo de consenso con tipos que se indignan con esto al amparo de la envidia, que bien les gustaría a ellos «fugar» un par de palos de euros.
Pero que se queden absortos y descreídos y desamparados y titubeantes las millones de personas y los miles de militantes políticos que sí acompañan a este gobierno, sí me importa. Y mucho. Porque soy uno de ellos.
Vamos, digamosló con todas las letras: ¿qué carajo tiene que ver con nosotros un tipo como Fariña? ¿Cuál es la unión que nos une a personajes de la ostentación, del lujo vulgar, de esa estética tan noventista? Nada. Absolutamente nada. No los merecemos. Nosotros no somos eso ni lo queremos ser. Nosotros somos lo que somos con los pobres, con los desempleados, con los que sufren, con los que se rompen el culo entrando a una fábrica a las 5 de la mañana, con las madres que dejan a sus hijos solos para ir a laburar. Eso somos.
Somos los que queremos dar la batalla para desmantelar el macabro mecanismo de que la plata ganada con sudor argentino se la llevan -muchos, muchos- a los paraísos fiscales. Porque el desafío para seguir creciendo es conseguir que la inviertan en producir. Y en la pelea especulación versus producción el rol de Estado es central. Y para eso el Estado debe tener poder. Poder que se diluye si queda en medio de actos así.Las paradojas. Las paradojas donde los denunciantes y los denunciados tienen mucho más en común que lo que los diferencia. Bolivia y Versacce. Ferraris y Audis. Puertomaderismo y Estragamous.
En cambio, de este lado, acá donde bancamos a este gobierno precisamente por las cosas que esa clase de gente detesta, tenemos el derecho y la obligación de no hacernos los boludos. Y de exigir respuestas. Y pedimos respuestas políticas además de las judiciales. Y las pedimos porque no vamos a permitir que negreen nuestros sueños. Nuestros ideales. Y vamos a defender lo hecho y, sobre todo, lo que falta -lo muchísimo que falta- por hacer.
Y no vamos a dejar que unos tilingos nos lleven puestos. Porque somos esto y estamos acá para siempre.
Palabras urgentes para Iliana Calabró
(por Nicolás Tereschuk)
Once días después de que Juan Domingo Perón se impusiera con casi el 62 por ciento de los votos en las elecciones de 1973 se terminaba de imprimir este libro. «Dependencia y Autonomía: formas de dependencia y estrategias de liberación». El segundo libro del politólogo Guillermo O’Donnell, «uno de los intelectuales más brillantes que la Argentina exportó al mundo«, en coautoría con Delfina Linck.
«Es evidente que tenemos por delante un arduo y complejo camino: el del tránsito hacia el socialismo», dicen los autores. Esbozan «la forma histórica concreta de socialismo» que les parece «posible y deseable a partir de la situación por la que atraviesa la Argentina».
«1. Los medios de producción agraria e industrial y la mayor parte de las actividades de prestación de servicios y de comercialización son de propiedad social. Son administrados directamente por sus trabajadores, quienes pagan a la sociedad una renta por el uso del capital social corporizado en sus unidades de producción. La comunidad de trabajadores toma sus decisiones en forma democrática -vale decir, con voto igual para cada uno y por mayoría-, en un proceso que asegura la libre presentación de puntos de vista sometidos a su decisión final. Esa comunidad gobierna su actividad, sujeta a pautas y prioridades determinadas por los planes nacionales, regionales y sectoriales a los cuales vamos a hacer referencia más adelante».«No se trata, como en el caso del socialismo burocrático, de una capa dirigente que actúa ‘en nombre’ de un conjunto que sigue en gran medida inerte. La real unión de los dominados permite la máxima acumulación posible de poder real para respaldar un proyecto de liberación».«8. En otro orden de cosas, la eliminación de la propiedad privada de las principales unidades productivas sería uno de los instrumentos en una política social que lleve a cabo una drástica redistribución del ingreso».«9. La redistribución de ingresos, aparte de los trabajadores, también debe beneficiar en esta etapa al mismo Estado (incluyendo aquí, y muy expresamente, los gobiernos provinciales y municipales)».«10. La transferencia a propiedad social de las grandes unidades productivas y la progresiva revisión de la composición global de la oferta irían eliminando buena parte de la publicidad con que hoy nos agrede. Pero, además, nos parece importante que se eliminen o disminuyan drásticamente las ‘series’ televisivas que tanto y tan eficazmente contribuyen a las actuales pautas de consumo y al condicionamiento ideológico de la población»:«Naturalmente, el lanzamiento de este proceso implicaría un importante realineamiento de fuerzas políticas, tanto en lo que se refiere a votantes cuanto a partidos políticos. Aunque es indudable que no todos los votos recibidos por el Frente Justicialistas de Liberación buscaron promover este proceso, no se requiere excesivo optimismo para suponer que muchos de los votantes indefinidos a este respecto podrían ser canalizados mediante una presentación clara del sentido del intento y por medio de los pasos inmediatos a dar en el sentido de comenzar la redistribución de recursos internos».«La Argentina se halla hoy ante la certidumbre de una gran promesa y de un grave riesgo. El riesgo emerge de que, como hemos visto con algún detalle, si no se desatan los ‘nudos’ en los que se funda nuestra dependencia, la forma concreta que esta ha asumido en nuestra compleja y diversificada sociedad continuará ejerciendo fuertes presiones hacia la restitución y consolidación de un Estado burocrático, autoritario y represor».«…la militancia popular y una acertada conducción permitieron un resultado electoral que ha dado el control del aparato gubernamental a los representantes del movimiento popular mayoritario. Por otra parte, el claro sentido de la militancia popular no ha podido ser desviado ni manipulado; las aspiraciones de autonomía y socialización son hoy más intensas y difundidas que nunca».«La asimetría en el control de recursos de violencia física continuará, y tendría poco sentido intentar disminuirla, aunque sólo sea porque ello acentuaría nuestra dependencia en otras dimensiones e implicaría consagrar internamente valores incompatibles con el proyecto; pero tanto los dominantes como los terceros actores que estos podrían movilizar vicariamente tendrían que computar en su propio cálculo el inmenso costo en que incurrirían al agredir, o amenazar agredir, a una nación puesta en marcha. (…) Esto, por otra parte, expresa la promesa de una nación que no es ni será un capitalismo imperial pero que ha logrado acumular internamente los recursos como para hacer realmente posible el proyecto de autonomía y socialización que queda esbozado. De esto se trata, y sería lamentable tener que pasar por mil vicisitudes y pagar otra vez un altísmo precio para que pueda volverse a hablar con algún fundamento de la posibilidad concreta de comenzar el camino hacia un socialismo como el que hemos tratado de delinear».
Es un libro que acierta y que se equivoca. Que habla con el lenguaje de la época. Que nombra con palabras del momento cosas que luego se dirían de otra forma. Y cosas que no se dirían (casi) nunca más. Que escribe en forma vertiginosa lo que se consideraba impostergable. Que sueña. Que cree. Que quiere creer. Que decide creer. Porque los adultos decidimos creer ¿verdad?