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Psiquiatría: La defección de Pino Solanas y Proyecto Sur

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A propósito de la entrevista de Fontevecchia a Pino Solanas (cliquear acá). 

Por Teodoro Boot (especial para PájaroRojo)

Eso de que para mover multitudes haya que morirse, que Pino se lo vaya a contar a Perón, o a Fidel, o a Chavez. Incluso a  Mussolini. Si alguien no puede mover multitudes estando vivo, no podrá moverlas muerto.

Respecto al discurso de Perón el 1º de mayo de 1974, es evidente que Pino se refiere al que pronunció ante la Asamblea Legislativa, que fue extraordinario. Discurso que ha sido vuelto a publicar últimamente por el Congreso y luego por Sudamericana, en una edición de Oscar Castelucci, con el título «El modelo argentino».


A pesar de que no crea serlo, Pino es un opositor caníbal, y eso en el reportaje se nota de movida. De acuerdo a la trayectoria y formación de Pino, su posición frente al gobierno, no en la izquierda de un proceso (no digamos de liberación, que es mucho decir, pero si al menos de reconstrucción nacional), sino en el ala izquierda del establishment, sólo puede explicarse por razones emocionales, por no decir psiquiátricas.

Es cierto que el destino de los hombres es hacernos viejos sin volvernos mejores, pero deberíamos cuidar de no ponernos tontos. Lo digo, por ejemplo, por su absurda reivindicación del presidente Arturo Illia, olvidando no sólo su complicidad con la propscripción del peronismo, sino porque mencionar a Illia como buen presidente inmediatamente después de despotricar por el asesinato de Mariano Ferreyra y porque Cristina se hace la tonta con el manifestante asesinado por la policía de Formosa, olvidándose de Mussi, Retamar y Mendez (obreros peronistas asesinados por la policía durante su gobierno en una manifestación) en un hombre de la edad de Pino indica un grado de hipocresía o de desvarío realmente grave.

Illia trató de anular los contratos petroleros firmados por su tocayo Frondizi y en parte fue echado por eso (en parte también por la ley de medicamentos, que Ginés García consiguió impulsar ya durante el interinato de Eduardo Duhalde, y mucho por su intención de legalizar el peronismo). Estaba muy bien anular los contratos de Frondizi, pero, primero, a Illia lo terminaron echando sin pena ni gloria y de un modo infamante, y la anulación de los contratois quedó prácticamente en nada, en una renegociación. Y, segundo, que así como no se puede juzgar a un gobierno única o centralmente por la defensa de los derechos humanos, tampoco se lo puede juzgar única y centralmente por su política petrolera.

A propósito, Frondizi, que fue el iniciador de la destrucción del sistema ferroviario,  ganó las elecciones gracias al apoyo de Perón y no por eso a Pino se le ocurrió alguna vez decir que el General era un traidor a la patria.

Cuando dije «a la izquierda del establishment» no me refiero a lo que Pino dice sino a lo que hace. Verbigracia, la 125, el 82 por ciento movil sin fuentes de financiamiento ni discusión en serio del sistema previsional, uso de reservas, ley de servicios audiovisuales, papel prensa, presupuesto, etc. La adscripción  de Proyecto Sur al Grupo A es una auténtica confesión de parte. El Grupo A es claramente un rejunte reaccionario y antinacional, empeñado en destruir lo bueno del kirchnerismo y afianzar lo malo. Y Proyecto Sur es ahí una minoría cuya única utilidad es sumar para conseguir quorum, careciendo de suficiente fuerza para sacar del Grupo A más que ventajitas circunstanciales para su bloque (como la presidencia de la Comisón de Energía, que en la actual correlación de fuerzas apenas si le sirve para conseguir un par de contratitos y para que Pino se crea Mosconi), no para el proyecto político que Proyecto Sur dice sostener.

O Pino está tarumba o cayó en la trampa de Fontevecchia. ¿En qué puede basarse para decir que para el kirchnerismo «el tercer Perón» es un traidor a sí mismo? ¿En lo que dice J.P. Feinmann o los progresistas que se sumaron al kirchnerismo? ¿Quién del Gobierno dijo alguna vez eso o siquiera algo parecido? ¿Quién de alguno de los gupos significativos del kirchnerismo? ¿Quién de la CGT? Porque convengamos que Moyano es más consustancial al kirchnerismo que J.P. Feinmann.

La historia política de los Kirchner desmiente esa suposición: Néstor y Cristina se fueron de la «tendencia», del montonerismo, en el verano de 1974, como tantos, golpeados por el alevoso asesinato de Rucci y en defensa del General. Más allá de críticas e incomprensiones y algunas disidencias y broncas, la ruptura  de Montoneros que comenzó en el 73 y cristalizó en enero del 74 tenía como motivo, propósito y fundamento el apoyo a Perón y a su proyecto. Así, al bulto, en trazo grueso, porque lo que uno apoya o cuestiona es la orientación general de un proceso, no sus detalles. Por los detalles se pelea de otra forma, se construye poder y masa crítica, se actúa y opera en la realidad, en los hechos, en los distintos espacios, acordando, negociando y confrontando. Pero siempre dentro de un mismo proyecto, nos acomode o conforme más o menos.

Cuando Perón dio la orden de votar a Frondizi, hubo un millón de votos en blanco. Votos de peronistas recalcitrantes que desobedecieron una orden explícita de Perón y no por eso dejaron de ser peronistas ni de reconocer a Perón como su jefe. No sé qué habrá votado entonces Pino, pero lo haya hecho por Frondizi o en blanco (de acuerdo a la postura de César Marcos,  quien más tarde sería su mentor) de ningún modo habrá considerado que Perón traicionaba a la patria, aun cuando la disidencia era de semejante calibre. Ni que la traicionaban Cooke y Jauretche (que impulsaron el voto a Frondizi) o  Marcos y Lagomarsino, abanderados del voto en blanco.

Extrapolo, miro hacia atrás y me digo: con esta postura, entre el 46 y el 55 Pino no habría estado ni en el Moc, ni en el Frente Obrero. Ni siquiera con Nahuel Moreno. Más bien, habría estado con la Unión Democratica, como una suerte de ala izquierdista de Norteamérico Ghioldi. ¿O acaso no revista en el Grupo A?

Es ciertísimo que Néstor Kirchner no es Perón, pero ¿En qué sentido no lo es? No lo es en la nacionalización de los recursos nacionales, la nacionalización del comercio exterior, los depósitor bancarios, los ferrocarriles, en el desarrollo de empresas públicas previamente existentes, como YPF, y en la creación de otras, como Agua y Energía. Oh, ¡Pero Perón no nacionalizó la Cade! Traidor, traidor, dijeron varios cuando no lo acusaron de tartufo o gatopardista, porque no hacía TODO lo que ellos creían que era necesario. Y así cayó Perón, por sus errores y debilidades, sí, pero fundamentalmente por la acción de los enemigos del país y las complicidades de tantos izquierdistas o nacionalistas a la violeta que muy pronto habrían de arrepentirse de su estupidez.

¿En que se parecen Perón y Kirchner? Por ejemplo, en la utilización de la obra pública como motor de la economía e instrumento de nivelación y de justicia social, porque sólo aquél que ha tenido siempre una casa y vivido en calle asfaltada, con colectivo cerca, y escuela y hospital y servicios varios, puede darse el lujo de ignorar lo que una vivienda propia, aunque modesta, en un barrio modesto, significa para una persona. Es como un documento de identidad, la condición básica de la ciudadanía.

Y se ha invertido mucha plata en eso, que tal vez debiera haberse destinado a inversiones más estratégicas. De igual manera, el sonsonete de siempre fue que el peronismo no desarrollò la industria pesada (como si alguien hubiera podido o pretendido hacerlo en su lugar). No, no desarrolló la industria pesada sino la liviana, porque para el peronismo el instrumento central del desarrollo y la equidad es el mercado interno. Por eso hay que aumentar sueldos, por eso hay que redistribuir más equitativamente. Y eso, claro, dispara la inflación: porque a mayor demanda, es fija que aumentan los precios.

El mismo Pino apunta varias cosas «positivas» del kirchnerismo, algunas, que lo hacen superar a los tiempos peronistas, quizá porque los tiempos ahora son otros, quizá porque hay mayor sensibilidad no sólo en los dirigentes sino en los cuadros y militantes para dar valor a derechos anteriormente ninguneados.

Pero estaba hablaba de precios. Y acá, de paso, entramos en el Indec. Fue un gran moco del gobierno, aunque no por lo que sostienen la oposición y los grandes medios. Y Pino ¿se volvió realmente tonto? ¿Así que está mal trampear con los índices de precios? Si es así ¿para quién está mal, concretamente? En principio, para los tenedores de bonos de deuda actualizables de acuerdo a la inflación. Para esos está MUY mal. ¿Pero tiene mucho bonos Proyecto Sur? ¿O mi tía Leonor? ¿O el diariero de la esquina?

No ¿verdad? ¿Y entonces? ¿Por qué tanto escándalo porque se trampeén los índices, si las cosas no aumentan de precio de acuerdo a lo que diga en Indec? ¿Qué le molesta a Proyecto Sur? ¿Que esos datos erróneos sirvan para tergiversar los índices de probreza o indigencia? Es una cagada, porque los datos erróneos puede inducir a políticas erróneas, pero un tipo no es más pobre ni más rico por lo que digan los índices del Indec.

La enorme macana de trampear con esos datos es el deterioro de la credibilidad en la palabra pública, y eso es grave y más grave aún porque obedece a una concepción de la política y de la comunicación existente, posiblemente hasta hegemónica, en el kirchnerismo.

Pero el hecho de que el kirchnerismo haya hecho todo para pagar menos deudas, Pino debería agradecerlo como ciudadano, y como militante político, debería advertir sobre los riesgos que esa práctica supone tanto para la credibilidad de la palabra pública como para la elaboración de políticas, por ejemplo, antiinflacionarias. Esas son las críticas que hacen muchos kirchneristas, pero no Proyecto Sur, cuyas críticas al Indec sintonizan excesivamente con las del Grupo A, los grandes medios, la UIA y los tenedores de bonos. La UIA dije. ¿Cuál es el enemigo para Proyecto Sur? ¿Guillermo Moreno o Méndez? ¿El ministro Tomada, con sus errores, aciertos  y omisiones, o Cristiano Ratazzi? Hasta donde se ve y se escucha, Proyecto Sur está siempre más del lado de Ratazzi que del de Tomada. Y son estas cosas y no las palabras y las intenciones las que definen la naturaleza de una fuerza política.

En el reportaje que le hizo Fontevecchia, Pino reconoce «méritos» del gobierno, pero pareciera que lo meritorio es lo natural, lo consustancial, lo obligatorio de un Gobierno, ya que no le adjudica a éstos méritos la misma importancia que a sus errores, omisiones y casos puntuales de corrupción. Está bien, dice Pino, lo que está bien lo apoyamos, pero nos oponemos ferreamente a lo que se hace mal y aún hasta lo que no se hace (que naturalmente, es infinito).

¿Cuál es el punto de análisis? ¿Desde qué ángulo se miran las cosas? ¿Acaso el gobierno hace cosas meritorias en asuntos sin importancia, secundarios, y se manda todos los mocos en las centrales? ¿Es ese el análisis que hace Proyecto Sur? No se nota, porque no se explicita un proyecto alternativo. Quiero decir, suena fenómeno decir que uno apoya lo bueno pero que critica y se opone porque hay mucho bueno que no se hace y hay mucho que se hace mal ¿pero existe un mínimo análisis serio en los militantes de Proyecto Sur que indique que todo lo que no se hizo o o se hizo mal podría haberse llevado a cabo sin tener que optar por dejar de hacer lo bueno que se hizo?

No lo hay. En el discurso de Proyecto Sur no existe diferenciación ni hay problemas interrelacionados, estrategias y prioridades, enemigos principales y secundarios. Como no es lo que queremos, y lo que queremos a menudo no es flan o helado sino flan y helado, cuando es flan o helado, se trata de una traición: está todo mal, hay que acabar con este gobierno mediocre que no nos puede dar flan y helado. Olvidando el pequeño detalle de que lo más probable es que nos quedemos sin flan y sin helado.

En lo personal, coincido con muchas de las críticas que Proyecto Sur le hace al kirchnerismo, y agregaría otras, o haría mayor hincapié en algunos temas que Proyecto Sur trata muy por encima. El problema es que lo hago desde una valoración muy diferente del proceso que arrancó en el 2003, al que le falta tanto que al mirar el país de hoy me parece estar viendo una aldea medieval comparado con el país de mi juventud, ese que con más o menos énfasis, tanto contribuimos a destruir. Pero si estoy viendo una aldea medieval no puedo culpar de ello a este gobierno, que arrancó hace siete años, después de casi 50 años de demolición sistemática de la nación. Es éste (porque, lamentablemente. no se puede hablar del tercer gobierno de Perón, cruzado por los conflictos internos de arrastre, sometido a la acción destructora del imperio y segado demasiado pronto con la muerte del General) el primer gobierno que intenta torcer el rumbo global impuesto por Libertadora. Intenta, por supuesto. Y que lo intente no quiere decir que lo haya conseguido o lo vaya a conseguir. Pero si no lo consigue, resignémonos al fin de las ilusiones nacionales, porque cada vez que tenemos que volver a empezar, arrancamos de más atrás.

Y este es a mi juicio, a juicio de alguien de mi generación, el crimen imperdonable de Proyecto Sur, que en vez de ubicarse como alternativa y fuerza de presión de un proyecto de reconstrucción nacional, en su práctica cotidiana y su monserga habitual acaba ubicándose en las antípodas y  sirviendo a los enemigos del país.

Hay algo de demencia y bastante de megalomanía en el desvarío político de Proyecto Sur, en su ausencia de proyecto de poder, en su vocación de testimoniar generalidades, siempre bienvenidas por Federico Pinedo y Mariano Grondona, hombres de criterio amplio si los hay. Por ejemplo, es francamente incomprensible la decisión de Solanas de no disputar la jefatura de gobierno de la ciudad, vale decir, de no habérselo propuesto luego de las últimas elecciones iniciando entonces la creación de un amplio frente de izquierda o progresista, para el que, claro, iba a tener que contar con el kirchnerismo porteño. Y eso sí que no: antes de sumar al kirchnerismo y de acabar aportando involuntariamente votos al proyecto presidencial kirchnerista, más vale entregarle la ciudad a Macri y presentarse a las elecciones presidenciales para sacar con suerte un 8 por ciento de los votos (acepto apuestas).

¿Esto qué es? ¿Una política de izquierda o de derecha?

Qué lástima, que inmensa posibilidad perdida, porque tenemos que recuperar los recursos, nacionalizar el subsuelo, reconstruir las empresas nacionales, acabar con el saqueo, diseñar una estrategia de desarrollo sustantable,  pero ante la defección de Proyecto Sur no habrá más remedio que hacerlo desde dentro del kirchnerismo. Y es muy arduo y peregrino ejercer esa clase de oposición o apoyo crítico desde dentro del oficialismo.


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