Reflexiones sobre el 7-D

Compartí

10 AÑOS DE GOBIERNO POPULAR

LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO. REFLEXIONES SOBRE EL «7D».
Por Diego Fernández, desde Paraná
Opino como militante peronista que apoya las políticas llevadas adelante por el gobierno nacional de Néstor y Cristina, y las entiende como la expresión cabal del peronismo en esta etapa. Considero necesario aclarar esto, porque la que expreso es una opinión crítica respecto de políticas de nuestro gobierno y para que quede claro que no lo hago «desde afuera», a modo de espectador o periodista crítico. Lo que escribo y circulo lo hago porque antes lo hice en los ámbitos de militancia en los cuales participo y estoy encuadrado, y son planteos hechos a tiempo en el desarrollo de los acontecimientos, no vertidos ahora con el resultado puesto y a modo de pase de factura al estilo del reaccionario «yo te avisé». No se trata, entonces, de una actitud desleal ni oportunista sino de una reflexión crítica y un aporte, imprescindible en la práctica militante.
En su momento, en ámbitos colectivos de militancia, planteé que consideraba un error político del gobierno la estrategia elaborada en torno del mentado «7D». Pienso que la misma, y su error, encierran o condensan una de las principales contradicciones del peronismo en esta etapa, es decir, del kirchnerismo: pretender enfrentar los poderes instituidos en nuestra sociedad sin desarrollar el poder necesario para ello. Por lo tanto, se plantean conflictos y escenarios que no están a la altura de la capacidad política popular para imponernos en el enfrentamiento. Se plantean consignas carentes de sustancia real en términos de materialidad concreta (fuerza) para sostenerlas en la dinámica social en sí.
Como ningún otro en 40 años de historia política reciente, este gobierno planteó objetivos políticos a enfrentar en términos de obstáculos a vencer para avanzar en la construcción de una sociedad justa y democrática. El monopolio mediático en el nombre de Clarín es uno de esos objetivos a combatir, definido en esos términos por el gobierno.
Pienso que ni siquiera el gobierno del Tío definió con nombre y apellido las corporaciones enemigas del Pueblo y la Nación como este gobierno.
También pienso que, a diferencia del gobierno de Cámpora, este gobierno no ha construido la fuerza necesaria para los combates que propone.
Nuestro gobierno cumple en breve, 10 años. El mismo tiempo que tuvo al General al frente de la experiencia de mayor transformación política, social, económica y cultural que vivió ningún país de Sudamérica en toda su historia. El mismo tiempo que transcurrió desde el cierre de la experiencia histórica de la Resistencia Peronista con el frustrado retorno del «avión negro», en el ’64, y el regreso del peronismo al poder en el ’73. Con una diferencia abismal de contexto: ambos procesos fueron marcados por una intensa actividad de masas. Néstor asume marcado por la debilidad orgánica de las fuerzas populares en el país y la región.
Ahora, aún en ese contexto favorable (de sustitución de importaciones y emergencia de la clase obrera), Perón interviene sobre la correlación de fuerzas cambiando el curso que traía, en la dirección de su estrategia: disuelve el Partido Laborista, crea el Partido Peronista y desde el Estado organiza los sindicatos desde la inscripción a la política de gobierno. En ese marco estructura una organización político social que, impulsada desde el Estado, se implanta desde la última vecinal o unidad básica a la Fundación Evita, desde el último peón rural o comisión interna de fábrica a la CGT, desde el último estudiante secundario a la UTN, desde el carbón y tiza a la Secretaría de Comunicaciones… Perón no sólo fue una experiencia de gobierno, acciones, o políticas de gobierno de corte popular. Esto alcanzó para que lo reconociera el laburante como un líder, pero a la vez para terminar en Martín García. Perón también fue una experiencia de organización popular. Nada de aquello estaba dado ni venía para darse de ese modo.
Era otra sociedad: si, obvio. Y también era otra sociedad la que precedía a Perón. Otra sociedad se construye. Otra sociedad se organiza. Y esto es lo que distingue al Movimiento Nacional y Popular que constituye el peronismo, de las experiencias o formaciones demoliberales que predominan en los regímenes democráticos capitalistas dominantes, aún en el contexto latinoamericano. Construir otra sociedad requiere organizarla para enfrentar los poderes que organizan la sociedad injusta. Con sólo medidas de gobierno no alcanza.
La JP fue motor del flujo de masas de los ’60/’70. En sus inicios, se venía de una derrota en manos de la reacción, Perón en el exilio, el Movimiento perseguido, proscripto y disperso. Había clase obrera y organizaciones, pero las mismas estaban en manos de la burocracia sindical y política que definían sus propias estrategias de reacomodamiento frente al poder. Lo de la JP por entonces, no fue precisamente una disputa por la conducción de un movimiento en ascenso que venía dado, porque no estaba en ningún lado. Eran cuatro tipos que se juntaban en Corrientes y Esmeralda a silbar la marchita bajo el 4161. Fue un proceso que se desplegó a partir de tomar la determinación política de intervenir sobre la correlación de fuerzas existente para volverla favorable al enfrentamiento de los poderes de entonces.
Ganar las elecciones con el 52, 62, 50, 60 o el 44% de los votos siempre fue necesario para el peronismo. Pero nunca suficiente. Este dato condensa su particularidad en la historia política argentina y distingue su rol como movimiento revolucionario respecto de la configuración política democrática burguesa. Como Movimiento Nacional y Popular, el peronismo viene a enfrentar poderes que constituyen la sociedad desigual. Y para eso es necesario ganar elecciones y por amplio margen, pero a la vez es vital construir poder, algo que la partidocracia demoliberal ni se lo plantea.
Se pretende rebatir a Clarín y la oposición con el discurso de que «si no les gusta el gobierno que se presenten a elecciones y ganen». Clarín, los monopolios, el poder, no necesita los votos. Y sin los votos, pueden ganar la calle como en el 2008 y el «8N». Nosotros necesitamos los votos, pero con los votos solos no ganamos la calle.
Entonces: nosotros repetimos la consigna de «combatir la oligarquía» y llegamos al enfrentamiento con las patronales rurales luego de 5 años de gobierno, con las calles y rutas tomadas por la misma oligarquía hegemonizando a la clase media y sectores populares, sin capacidad para al menos neutralizar los piquetes gorilas.
Cuando hablamos de poder, hay que tener clara conciencia de qué y de quién estamos hablando. No podemos hablar de corporaciones, monopolios, poderes, y sorprendernos como niños cada vez que éstos actúan o intervienen sobre la sociedad. Clarín (y cuando digo Clarín digo Bulgheroni, Rocca, Bagó, …) pueden poner y sacar un gobierno. Pueden generar malestar social e influir y movilizar en contra del gobierno a sujetos que son objetivamente beneficiarios de las políticas del mismo. Pueden aliar a sus intereses a dirigentes sindicales y trabajadores. Pueden influir sobre el mercado financiero. Pueden soliviantar militares, represores y afines. Pueden apropiarse de niños secuestrados. Pueden quedarse con negocios violando los derechos humanos. Pueden promover aumento de precios, desabastecimiento y saqueos de comercios. Pueden generar corridas bancarias. Pueden desinformar. Pueden agitar a la iglesia. Pueden conseguir la estatización de la deuda privada y la pesificación de deuda en dólares. Pueden estafar a millones de jubilados en el mercado bursátil. Pueden fundir empresas locales y dejar en la calle empresarios y trabajadores. Pueden operar para esmerilar la integración regional. Pueden influir sobre la interna del peronismo levantando a Scioli o De la Sota. Pueden expresar a Pinedo o a Pino Solanas. Le hacen la cabeza todo el día a todos los taxistas y a más de un compañero de la villa o el barrio. Le explican a todos los laburantes que en el país hay inflación. Y pueden armar una cámara en la justicia que responda a voluntad según sus intereses (y nosotros tenemos que ocuparnos de asegurar la «independencia de poderes»!).
A quién se le ocurre hablar de los monopolios, del poder, de la oligarquía y centrar alegremente una estrategia política clave como la del «7D» en una decisión que radica en la justicia? La justicia, precisamente, es uno de los poderes del Estado que mayor afinidad en todos los órdenes mantiene con el poder económico y la oligarquía. En sus estamentos de mayor jerarquía, la identidad es de clase, gozando en pleno siglo XXI de más privilegios que un cónsul o pretor romano. Parece hasta absurdo recordar que si en algún estamento o institución social se asienta el resguardo de los intereses de la burguesía es precisamente la justicia. El guardián de los monopolios se presenta con mayor integridad en la justicia que en las fuerzas armadas.
Sin embargo, la línea política que desarrollamos para el «combate» del «7D» se sustentó en alguna propaganda marketinera, 678 (que no deja de ser realidad virtual), alguna charla pública, algún acto, la cuenta regresiva en facebook y detrás de todo, en la decisión final de una cámara federal.
La compañera Presidenta plantea con claridad política el armado de «Unidos y Organizados». Una estrategia inteligente que tiene que ser firmemente una construcción de poder. Y mucho más que poder electoral o táctica reeleccionista. Unidos y Organizados no alcanza para enfrentar a Clarín si se trata del acuerdo entre Larroque y Pérsico para una agenda de actos distritales.
Unidos y Organizados tiene que estar en todas las vecinales del país, en todas las cooperativas del Argentina Trabaja, en todos los centros de estudiantes, en todos los sindicatos, en organizaciones de consumidores, ambientalistas, de género, etc. Concientizando, organizando. Para controlar el aumento de precios sumando organizaciones sociales; para desmitificar el mito de la inseguridad y controlarla desde la solidaridad popular; para generar instancias de cooperación comunitaria que denuncien el trabajo informal, el trabajo infantil y la explotación de las mujeres; para combatir la violencia doméstica; etc. Para esclarecer y movilizar contra el atropello de los monopolios como Clarín en contra de las instituciones y la mayoría de los argentinos.
En Paraná, «Unidos y Organizados» llamó a la «guerra contra Clarín». La intendenta de Paraná denunció y obtuvo fallo favorable de la justicia, contra el aumento ilegal de las tarifas de Cablevisión, que apeló el fallo. Esto era una oportunidad para desarrollar una línea de trabajo militante en todos los barrios de la ciudad en contra de Clarín y no dejarlo que transcurra como un mero litigio judicial. Era la oportunidad política para instalar el «7D» en todo el territorio local comunitario a partir de un interés real, objetivo de los paranaenses: el bolsillo. Clarín debía reintegrar lo cobrado irregularmente a los abonados y bajar las tarifas. Una estrategia excelente para llegar agitando al «7D» ante Clarín y la justicia local misma. Esto fue planteado. No obtuvo ninguna respuesta por parte de «Unidos y Organizados».
Mientras tanto, hablamos de «guerra» y «combates».
Aún cuando la justicia burguesa hubiera fallado a favor de la ley de medios tal como a mi entender ingenuamente se lo esperaba desde espacios militantes, la cuestión de fondo planteada aquí no se desvanecería ante los festejos del «la tenés adentro, Clarín». En tal caso, y si así sucede ante el per saltum, el poder que habrá que desarrollar y que aún no tenemos planteado, deberá ser enorme no ya para declarar la «guerra» y sus «batallas» a Clarín, sino para lograr que efectivamente desinvierta (no al estilo Vila Manzano) y luego resistir su contraofensiva.
Los jueces, «la justicia», tienen que sentir la presión y movilización popular como cualquier otro poder en la sociedad, como cualquier otra corporación. Un pueblo organizado y movilizado en torno de combatir a Clarín genera un contexto absolutamente diferente para el fallo de cualquier juez. Podría asegurar que los jueces del 25 de mayo del ’73 ignoraban llanamente el decreto de Righi y los compañeros presos de la revolución argentina estarían aún hoy pudriéndose en la cárcel si no se hubiese dado la movilización popular que se dió en torno a su liberación. Y podría afirmar también, que la fuerza que logró reunirse entonces para liberar los presos, es significativamente menor que la necesaria hoy para que Clarín desinvierta.
Construir organización popular para poder profundizar el rumbo del gobierno nacional es la tarea pendiente. Enfrentar a Clarín y los monopolios se trata básica y necesariamente de eso.

Compartí

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *