Riveros negó tener información sobre el cuerpo de Santucho. En cambio, atacó a Videla. «Lo que hizo fue cobarde», dijo. «Pobrecito, está mal asesorado», insistió, en presencia del abogado Pablo Llonto, quien representa a Blanca Santucho, hermana de Mario Roberto.

A fines de abril, Videla declaró como testigo en ese mismo juzgado, ocasión en la que reconoció haber ordenado no dar a publicidad el lugar de entierro de los restos de Santucho para evitar que el lugar se convirtiera en sitio de peregrinación y homenajes, puesto que «Santucho no era un Juan Pérez.»

A sus 89 años, el ex comandante de Institutos Militares, que cumple arresto domiciliario por las condenas recibidas por delitos cometidos en Campo de Mayo, se mostró en buen estado de salud, dijo Llonto.

El abogado contó que Riveros estaba sumamente verborrágico, incluso en los cuartos intermedios o pausas de su declaración.

«Lo que (Videla) hizo fue un acto deleznable, vil y cobarde, me cabeceó el muerto, es una mendacidad absoluta y total, yo no podía dar ninguna orden al respecto»

Y agregó: «Creo que a Videla lo han asesorado mal, me extraña que haya dicho eso, lo han obligado a hablar, pero no me puedo hacer cargo de algo que no hice, de un cadáver que no tenía, yo supe por la radio que habían matado a Santucho, fue una operación encubierta de Inteligencia y el capitán (Juan Carlos) Leonetti dependía de Videla».

Leonetti -que nativo de la ciudad bonaerense de Mercedes, como Videla- encabezó el 19 de julio de 1976 el pelotón del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército que llegó hasta un departamento ubicado en una torre de Villa Martelli, muy cerca del cruce entre las avenidas General Paz y Panamericana.

El oficial murió al ser recibido a balazos, pero sus subordinados mataron a Santucho y a su lugarteniente, Benito Urteaga, y aunque sus cadaveres fueron exhibidos oficiales del Ejército en Campo de Mayo, seguidamente se perdió su rastro.

Los militares detuvieron allí heridas por con vida a Liliana Delfino y Ana María Lanzilotto, embarazada de ocho meses. Ambas permanecen desaparecidas.

Riveros admitió haber visto el cadáver de Santucho. «Me dijeron que era de Santucho, estaba muy pálido», describió el cuerpo que dijo haber visto en la morgue del hospital militar de Campo de Mayo.

«Si Videla me hubiese dicho que hiciera desaparecer ese cuerpo me hubiera dado el lujo de decirle que no», dijo, segurando que como general de división que era, podía negarse a un pedido semejante.

Y acaso porque percibió miradas incrédulas, puntualizó Llonto, dijo: «Una vez (el general Roberto) Viola (que sucedió a Videla en la presidencia) me llamó para preguntarme si yo le había dicho a Videla que él era puto. Y yo le dije que no, que había votado en su contra (en la reunión de generales, brigadieres generales y almirantes en la que se decidió aquella sucesión) porque no lo consideraba capaz de ser Presidente».