UCRANIA-GUERRA TIBIA. Kissinger discrepa radicalmente con la política de Obama hacia Rusia
Kissinger: «Una guerra entre Rusia y Estados Unidos es un disparate»
Prensa Latina
Para Occidente, demonizar a Putin no es una política, sino una excusa por la ausencia de esta, señaló el ex jefe de la diplomacia estadounidense, quien precisó que la crisis en Ucrania no debe ser un obstáculo entre Occidente y Oriente, sino un puente entre los dos.
El reconocido experto en relaciones internacionales desestimó que la nación europea pueda ser el centro de un combate determinante entre uno u otro lado y agregó que si ese país quiere sobrevivir no debe convertirse en un apoyo de un lado en la lucha contra el otro.
Asimismo alertó que Occidente debe entender que para Rusia, Ucrania nunca será simplemente otro país. «La historia rusa se origina en la Rus de Kiev, la cuna de la religión rusa. Durante siglos Ucrania fue parte de Rusia», explicó.
Opinó que Kiev no debe unirse a la OTAN, si no buscar un estatus semejante al de Finlandia, es decir, colaborar con Occidente en la mayoría de asuntos pero evitar cualquier hostilidad institucional respecto a Rusia.
El asesor internacional indicó que ese enfoque beneficiaría a todos, respetando los valores e intereses de seguridad de todas las partes.
Este jueves, la crisis cobró nuevos matices cuando la Casa Blanca aprobó medidas contra Moscú, incluyendo la suspensión de las negociaciones comerciales y la cooperación militar.
Las autoridades rusas acusan a Occidente de promover un golpe de Estado en Ucrania contra el gobierno constitucional y la polarización de la sociedad en ese país.
El presidente Barack Obama conversó este jueves por teléfono con Putin para discutir la actual crisis en Ucrania.
Durante el diálogo el mandatario justificó las acciones de su país aduciendo que la incursión militar de Rusia en la península de Crimea de Ucrania violó la soberanía del país.
Un comunicado de la Casa Blanca señala que el mandatario estadounidense planteó que «hay una manera de resolver la situación diplomáticamente, que aborde los intereses de Rusia, el pueblo de Ucrania, y la comunidad internacional».
Obama indicó que el secretario de Estado John Kerry continuará las conversaciones con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, el gobierno de Ucrania, y otros socios internacionales para avanzar en esos objetivos.
Mientras, un comunicado oficial de Rusia señala que ambos países sustentan enfoques divergentes en torno a los sucesos y la situación en Ucrania, en relación a la conversación entre sus dirigentes.
Durante las pláticas, el presidente Putin subrayó que las autoridades ucranianas, llegadas al poder como resultado de un golpe de Estado, carecen de un mandato nacional.
Aseguró el estadista que en relación con la situación de Crimea, Rusia actúa en plena correspondencia con las normas del derecho internacional, indica la nota.
Fuente: The Washington Post
Opiniones
¿Cómo termina la crisis de Ucrania?
Por Henry A. Kissinger (Secretario de Estado desde 1973 hasta 1977)
Con demasiada frecuencia la cuestión de Ucrania se presenta como un arreglo de cuentas: si Ucrania se une al Este o al Oeste. Pero si Ucrania quiere sobrevivir y prosperar, no debe ser puesto de avanzada de un lado contra el otro sino que debe funcionar como un puente entre ambos.
Rusia debe aceptar que tratar de forzar a Ucrania a ser un satélite, que extender de nuevo sus fronteras, la condenaría a repetir su historia cíclica de enfrentamientos con Europa y los Estados Unidos.
Occidente debe entender que, respecto a Rusia, Ucrania no puede ser un país extranjero. La historia de Rusia comenzó en lo que se llamó de Kiev-Rus. La religión católica ortodoxa rusa se extendió desde allí. Ucrania fue parte de Rusia durante siglos, y sus historias se entrelazan desde antes. Algunas de las batallas más importantes de la libertad de Rusia, empezando por la batalla de Poltava en 1709 , se libraron en suelo ucraniano. La Flota del Mar Negro -que proyecta el poder reuso en el Mediterráneo- tiene como base, arrendada a largo plazo, a Sebastopol, en Crimea. Incluso disidentes tan famosos como Aleksandr Solzhenitsyn y Joseph Brodsky insistieron en que Ucrania era parte integral de la historia de Rusia y, de hecho, de Rusia.
La Unión Europea debe reconocer que su lentitud burocrática y la subordinación del elemento estratégico a su política interna en la negociación de las relaciones entre Ucrania y Europa contribuyeron a que éstas entraran en crisis. Y es que la política exterior es el arte de establecer prioridades.
Los ucranianos son el elemento decisivo. Viven en un país con una historia compleja y una composición políglota. La parte occidental se incorporó a la Unión Soviética en 1939, cuando Stalin y Hitler se dividieron el país. Crimea, el 60 por ciento de cuya población es rusa , se convirtió en parte de Ucrania recién en 1954 , cuando Nikita Khrushchev, ucraniano de nacimiento, quiso celebrar con ello los 300 años del acuerdo de Rusia con los cosacos.
El oeste de Ucrania es mayoritariamente católico romano; el oriente en gran parte ortodoxo ruso. El oeste de Ucrania habla ucranio; al este se habla sobre todo en ruso. Cualquier intento por parte de una de las alas de Ucrania de dominar al otro -como ha sido el patrón- conducirá a una guerra civil o un desgarramiento. Tratar a Ucrania como parte de una confrontación Este-Oeste equivale a que no haya durante décadas posibilidad alguna de que Rusia y Occidente -y en especial Rusia y Europa- puedan cooperar.
Ucrania ha sido independiente durante sólo 23 años, y sufrió algún tipo de dominación extranjera desde el siglo 14. Sus líderes no han aprendido el arte del compromiso. Analizar la política de los gobiernos de la Ucrania independiente permite ver con claridad que la raíz del problema radica en los esfuerzos de los políticos para imponer su voluntad en las partes recalcitrantes del país, primero por una facción, y luego por la otra. Esa es la esencia del conflicto entre Viktor Yanukovich y su rival político directo, Yulia Tymoshenko. Ambos representan las dos alas de Ucrania y no han estado dispuestos a compartir el poder. Una sabia política de EE.UU. hacia Ucrania buscaría una manera para que las dos partes del país cooperasen entre sí. Debemos buscar la reconciliación y no la dominación de una facción.
Rusia y Occidente no han actuado en base a este principio.
Cada uno ha hecho que la situación empeore. Rusia no es capaz de imponer una solución militar sin aislarse en un momento en que ya muchas de sus fronteras son precarias. Para Occidente, la demonización de Vladimir Putin no es una política, sino que es una coartada para la falta de una.
Putin debe darse cuenta de que, sean cuales sean sus quejas, una política de imposiciones militares producirá otra Guerra Fría. Por su parte, los Estados Unidos tiene que evitar tratar a Rusia como una aberración a la que hay que inculcarle las reglas de conducta establecidas por Washington. Putin es un estratega serio y un estudioso de la historia rusa pero la comprensión de los valores y la psicología de los Estados Unidos no son sus puntos fuertes. La historia de Rusia y la comprensión de la psicología rusa no ha sido un punto fuerte de los políticos estadounidenses.
Los líderes de todas las partes deben reexaminar el problema, no competir en la rigidiz de sus posturas. Esta es mi idea de una solución compatible con los valores y los intereses de seguridad de todos:
1. Ucrania debería tener el derecho de elegir libremente sus asociaciones económicas y políticas, en particular con Europa.
2. Ucrania no debe unirse a la OTAN, una posición que tomé hace ya siete años, la última vez que se le ocurrió.
3. Ucrania debe tener la libertad de crear cualquier autogobierno compatible con la voluntad expresa de su pueblo.
Los dirigentes ucranianos deben ser sabios y optar por una política de reconciliación entre las diversas partes de su país. A nivel internacional, deben seguir el ejemplo de Finlandia que no deja ninguna duda sobre su feroz independencia y coopera con Occidente en la mayoría de los campos, pero evita cuidadosamente la hostilidad institucional hacia Rusia.
4. Es incompatible con las reglas del orden mundial existente para Rusia anexar Crimea. Pero debería ser posible poner la relación de Crimea con Ucrania de una manera menos tensa. A tal fin, Rusia debe reconocer la soberanía de Ucrania sobre Crimea. Y Ucrania debe permitir que se refuerce la autonomía de Crimea en elecciones celebradas con la presencia de observadores internacionales. El proceso incluiría la eliminación de cualquier ambigüedad sobre el status de la Flota del Mar Negro en Sebastopol.
Estos son principios, no recetas. Personas familiarizadas con la región saben que no todos ellos serán aceptables para todas las partes. La prueba no es la satisfacción absoluta, sino la insatisfacción equilibrada. Si no se consigue alguna solución sobre la base de estos o elementos u otros comparables, la deriva hacia la confrontación se acelerará. Y eso sucederá rápido.