Otra que Boogie, el aceitoso…
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Roberto Bardini |
Felipe Marlogüe en… Una cuestión de química, digamos El tipo estaba sentado frente a mi destartalado escritorio. Intentaba imitar los modales y el lenguaje de los hombres de negocios. Vestía un traje de alrededor de 600 dólares, la corbata era de seda, el anillo tenía casi el mismo tamaño que un escudo medieval y el reloj seguramente costaba el equivalente a lo que yo pagaba por doce meses de alquiler de mi oficina en Avenida de Mayo. Pero a pesar del decorado y la utilería, el gordo era más ordinario que un diente de madera.
http://felipemarloue.wordpress.com/2013/05/08/26/
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